EN LUCHA CON FALACIAS Y CAZAS DE BRUJAS
EN SU INFORME ACERCA DE LOS OBJETOS VOLANTES NO IDENTIFICADOS, EDWARD CONDON (FOTO) ESCRIBIÓ UNA FRASE LAPIDARIA: “Una prueba directa, convincente e inequívoca de la verdad de la realidad extraterrestre sería el mayor descubrimiento científico individual en la historia de la humanidad”. Quizá llevara razón, pero sea como sea, casi medio siglo después todavía esperamos que alguien la encuentre.
Frente a la tozuda realidad, los ufólogos se han parapetado tras los avistamientos sin explicación convencional, en una estrategia que se conoce como la falacia del residuo: si hay un pequeño porcentaje de casos sin explicar, algo misterioso pasa. Pero, como advirtió el psicólogo Hudson Hoagland en la revista Science cuando se publicó el estudio de Condon, “los casos inexplicados son simplemente inexplicados, no la prueba de ninguna hipótesis”. Hoagland recordaba en ese texto que “es imposible para la ciencia probar una negativa universal” –en este caso, que los ovnis no sean ingenios de otros mundos–, y que en la investigación de fenómenos como los parapsicológicos y los ovnis siempre habrá casos sin solución “por falta de información, ausencia de repetibilidad, informes falsos, ilusiones, observadores engañados, rumores, mentiras y fraudes”. Lo mismo pasa con un porcentaje de crímenes, sin que por eso la policía se los achaque a vampiros u otros seres sobrenaturales. LOS PARTIDARIOS DE LA HIPÓTESIS EXTRATERRESTRE ATACARON A CONDON TRAS LA PUBLICACIÓN DEL INFORME. Pero el científico tenía la piel dura. En 1943 había abandonado el Proyecto Manhattan que daría la bomba atómica a EE. UU. porque no soportaba las medidas de seguridad. En 1946, el director del FBI, J. Edgar Hoover, le definió en una carta al presidente Truman como “un espía [ soviético] disfrazado”, y poco después lo investigó el Comité de Actividades Antiestadounidenses, que lo consideraba “uno de los eslabones más débiles de nuestra seguridad atómica”. En los 50 salió indemne de la caza de brujas desatada por el senador Joseph McCarthy en busca de comunistas y agentes de la Unión Soviética.