Batalla de Salsu 28 de julio de 612
En 612 la China imperial bajo la dinastía Sui se lanzó a una política de expansión para asegurar el control de sus propias fronteras. Los pequeños reinos de Corea, a los que los chinos consideraban muy débiles tanto militar como políticamente, eran el objetivo perfecto. Así que el emperador Yangdi envió más de un millón de soldados para destruir el reino coreano de Goguryeo en una de las invasiones terrestres más grandes jamás realizadas en Asia. Evidentemente los coreanos no estaban por la labor de someterse a las ambiciones chinas y, conscientes de su menor poderío militar, iniciaron una guerra de guerrillas que resultó muy efectiva a la hora de frenar el avance enemigo.
Los chinos, acosados constantemente por los coreanos en retirada, fueron desgastando su enorme ejército al tiempo que su moral mermaba al verse incapaces de asegurar el terreno conquistado. Finalmente llegaron al Salsu, un río somero cercano a Pyongyang (actual capital de Corea del Norte), donde los invadidos dejaron de correr y decidieron enfrentarse a sus invasores.
Al mando de la defensa de la capital estaba el responsable de la táctica de guerrillas, el general Eulji Mundeok, quien había construido una presa en la parte superior del río Salsu, por lo que el nivel del agua había descendido notablemente. Cuando las tropas de Sui se encontraban en la mitad del cauce del río, cruzándolo a pie, Mundeok ordenó abrir la presa, y la consiguiente embestida del agua ahogó a miles de soldados enemigos. A continuación, la caballería de Goguryeo cargó contra las fuerzas de Sui restantes, que se vieron obligadas a retirarse a un ritmo vertiginoso para impedir que los mataran o capturaran. La dinastía Sui perdió a casi todos sus soldados. Apenas se salvaron 2.700, una derrota que provocaría su caída.