Toma de Bagdad 29 de enero - 10 de febrero de 1258
En 1242, Al-Mustá'sim, de la dinastía abasí, se convirtió en califa de Bagdad. Al decir de los cronistas, no tenían muy buena fama ni él –hombre de juicio pobre, irresoluto y negligente– ni su corte –un grupo de intrigantes que pasaban la mayor parte del tiempo peleándose entre sí–. Entre tanto, el emperador mongol Möngke Kan trazaba sus planes: entregó a su hermano Hulagu 200.000 hombres y le ordenó conquistar todo Oriente Medio y llegar hasta el Nilo.
En 1254, Hulagu, al mando del ejército mongol, emprendió su campaña a través de Afganistán e Irán, y el 29 de enero de 1258 puso cerco a Bagdad. El 5 de febrero, con máquinas de asedio y catapultas tomó gran parte de las murallas. Al ver que con sus fuerzas las posibilidades de reconquistarlas eran escasas, Al-Mustá'sim intentó en vano negociar con Hulagu, y cinco días después se rindió. El mongol le pidió que mandara arrojar las armas a sus soldados y que salieran para que los pudieran contar. Una vez que todos estuvieron desarmados, los mataron.
El 13 de febrero Hulagu ordenó a sus hombres entrar a la ciudad, que saquearon durante siete días. Los datos sobre el número de víctimas son inciertos, pero el general mongol se jactó de que asesinaron al menos a 200.000 personas. El 20 de febrero, Hulagu se marchó de Bagdad asqueado por el hedor de cuerpos podridos y edificios quemados, y se llevó consigo al califa y su familia. Cuando llegaron al pueblo de Waqaf, Al-Mustá'sim, su hijo mayor y sus asistentes fueron ejecutados. Al día siguiente, Hulagu envió órdenes a Bagdad para que liquidaran al resto de la familia. Después liberó al visir y lo convirtió en gobernador de la ciudad.