La España que nos acecha
Los paisajes segovianos, retratados por el fotógrafo Luis Miguel Ruiz Gordón en diversas épocas del año, nos sirven como ejercicio visual para ilustrar los estragos que el cambio climático podría causar en la península ibérica en un futuro, cuando los pai
Debido a su situación geográfica y sus características socioeconómicas, España es un país muy vulnerable al cambio climático”. Lo afirmaba el Ministerio para la Transición Ecológica en un informe de 2016, y los datos lo corroboran. El 74 % del suelo español se encuentra en proceso de desertificación, lo que provoca la pérdida de hábitats y de especies, así como una reducción de la productividad agrícola. Ello se debe en gran parte a factores tradicionales –incendios, salinización, erosión...– que ya existían antes del cambio climático, pero este aporta nuevos factores de gran peso: ascenso de las temperaturas, mayor evaporación del agua, alteración de las precipitaciones, aumento del riesgo de incendios, incremento de la torrencialidad...
Y las expectativas no son nada halagüeñas. Durante el siglo XX, la temperatura del planeta ascendió 0,6 ºC; durante el XXI, se calcula que subirá entre 2,9 y 4 ºC. Además, en España el nivel de las precipitaciones es preocupante –en el año hidrológico 2016-2017 se redujeron un 15 % respecto al anterior– y, cuando se producen, lo hacen de una manera cada vez más brusca y destructiva. También se prevé que las olas de calor serán más intensas y prolongadas, con temperaturas nocturnas que alcanzarán los 40 ºC durante más de quince días para 2050.
Las nuevas condiciones climáticas favorecen asimismo la proliferación de especies invasoras procedentes de zonas más tropicales. Las áreas de distribución de los insectos, en especial, están fuertemente influenciadas por el clima, por lo que muchas especies autóctonas podrían ver sus hábitats mermados en favor de otras más cosmopolitas y con mayor capacidad adaptativa.