Rompecabezas para astrónomos
Señalaba Emily Dickinson en uno de sus poemas que el cerebro es más grande que el cielo y que, si pusiéramos uno junto al otro, el primero contendría al segundo. Nuestro encéfalo es, sin lugar a dudas, la máquina más compleja del cosmos conocida; de hecho, tenemos tantas neuronas como estrellas hay en el universo, decía Timothy Leary. De ser así, cabe preguntarse si nuestro casquete pensante será algún día capaz de desentrañar los grandes misterios que aún se resiste el cosmos a revelarnos, desde su origen hasta su destino, pasando por su oscura composición, si el nuestro es uno de los muchos que hay o por qué la gravedad resulta tan extraña.
A estos enigmas fundamentales hay que añadir las anomalías cósmicas que por su singularidad traen de cabeza a los astrónomos. En la revista que tienes en tu mano, el astrofísico y divulgador científico Miguel Ángel sabadell, disecciona a ocho de ellas, como la Gran Muralla de Hércules-Corona Boreal, una superestructura gigante de galaxias que mide más de 10.000 millones de años luz de largo, 7.200 millones de ancho y 700 millones de grosor. Nadie sabe cómo pudo crearse en una edad tan temprana del cosmos (surgió tan solo 3.000 millones de años después del big bang) ni qué hace ahí un complejo de supercúmulos tan grande, engorroso y masivo.