EL CAMBIO CLIMÁTICO QUE MUDÓ A LA CULTURA DEL VALLE DEL INDO
Entre 2500 y 1800 a. C. aproximadamente, la zona del valle del Indo que ahora pertenece a Pakistán vio florecer un conjunto de grandes ciudades (Harappa y Mohenjo-Daro son las más conocidas) que controlaban asentamientos menores. Eran el hogar de notables artesanos, y las alimentaban cultivos mantenidos por sofisticados sistemas de regadío. En sus ruinas se han hallado vestigios de pozos privados y públicos, canalizaciones de aguas residuales, calles trazadas con orden y otras pruebas de un urbanismo adelantado a su tiempo que sugiere algún tipo de gobierno centralizado.
Sabemos que estas ciudades comerciaban con lugares tan alejados como Mesopotamia, pero no por qué las abandonaron sus habitantes para trasladarse a otras notablemente más pequeñas al pie de los Himalayas, en una mudanza que había acabado ya hacia 1800 a. C. Ahora, una investigación de la Institución Oceanográfica de Woods Hole (WHOI, por sus siglas en inglés) achaca el fenómeno a un cambio climático que habría convertido ese tramo del Indo en un secarral. MONZONES POBRES.
A partir del estudio de los sedimentos depositados durante milenios por el río Indo en el mar, que han preservado numerosos restos animales y vegetales, un equipo de geólogos de la WHOI ha descubierto que hacia 2500 a. C. las temperaturas en el valle del Indo comenzaron a subir gradualmente, a la par que las lluvias de los monzones decrecían. Esta situación habría ido dificultando la práctica de la agricultura en una región que además contaba con una población creciente, hasta llegar al punto de forzar a sus pobladores a emigrar a lugares más húmedos. Los científicos creen que estas sequías se vinculan con una
pequeña glaciación acaecida en el hemisferio norte durante esa época.