HAWKING HACE SUS APUESTAS
Mente inquieta hasta el final, Stephen Hawking estaba trabajando en este libro cuando le sobrevino la muerte el pasado 14 de marzo, a los 76 años. Su propio planteamiento emana un cierto aire de despedida: responder a los grandes interrogantes de nuestra especie desde la perspectiva de “un científico con una profunda fascinación por la física, la cosmología, el universo y el futuro de la humanidad”, como se define a sí mismo en el prólogo.
Breves respuestas a las grandes preguntas empieza fuerte, cuestionando la existencia de Dios. ”Creo que el universo fue creado espontáneamente de la nada, según las leyes de la ciencia”, zanja Hawking. Y si hubiera un demiurgo, le gustaría preguntarle cómo se le ocurrió una cosa tan complicada como la teoría M de once dimensiones. Después, el autor de otros hitos de la divulgación como Historia del tiem
po aborda la posibilidad de que haya vida inteligente fuera de la Tierra, si podremos predecir el futuro –teóricamente sí, pero sería demasiado difícil– o por qué debemos colonizar otros planetas. Palabra de sabio.