Sala bit
Apaga las notificaciones del móvil. Son las sirenas que te llevan a la rueda de consumo indiscriminado y circular en la que perdemos una media de tres horas diarias: WhatsApp, Facebook, Twitter, correo y vuelta a empezar. Una vez estás dentro, cuesta mucho salir. Si resulta estrictamente necesario, configura el teléfono de manera que puedas ver tus mensajes al encenderlo, y mira tu correo y tus mensajes cuando lo desees, no cuando quieran las aplicaciones. No dejes que estas interrumpan lo que estás haciendo o pensando. Las apps se han diseñado para activar sistemas de condicionamiento operante que te entrenan como a un ratón amaestrado. Si alguien tiene algo urgente que decirte, que te llame.
SACA LOS ICONOS DE LA PANTALLA DE INICIO.
Son el trabajo de un centenar de genios extraordinariamente bien pagados para generar una necesidad inconsciente que te hace pinchar sin pensar. Si quieres reducir el tiempo que pasas en Instagram, Facebook, Tinder o Telegram, entierra esos iconos en la segunda capa de navegación, o desinstala la app del todo y accede desde el navegador. Es verdad que no te va a gustar hacerlo, y que no te lo pondrán fácil. Las aplicaciones permiten a las empresas extraer y analizar datos para diseñar otras aplicaciones todavía más adictivas, y ganar mucho dinero vendiéndolos a data brokers, compañías de seguros, agencias publicitarias y otras firmas tecnológicas. También es cierto que, cuanto más incómodo sea algo, menos querrás usarlo. Aprende a abrazar la incomodidad como un acto de resistencia contra el diseño adictivo de las aplicaciones. Cambia la resolución de tu pantalla a blanco y negro para que ya no parezca un irresistible mostrador repleto de golosinas.
BUSCA LAS APLICACIONES EN EL NAVEGADOR,
utilizando el teclado. El sistema se ha diseñado para empujarte a funcionar en modo zombi, mediante gestos y toques con los dedos que no requieren activar del todo tu cerebro. Cuando utilizas el teclado para buscar la aplicación, te obligas a salir del trance, a ser consciente de lo que haces. Trata de preguntarte exactamente para qué abres una aplicación. Si no lo sabes, abstente de entrar en ella. Cada vez que decides no abrirla, escapas un poco más de su embrujo. Recuperas un poco más el control de tu existencia.
USA EL MODO AVIÓN.
Actívalo cuando estás con tus hijos, con tus amigos, cenando con las personas a las que quieres, practicando deporte, visitando un museo, leyendo. El modo avión te permite usar el móvil para hacer fotos, tomar notas y grabar vídeos o sonidos, pero no te deja compartir imágenes ni, ya que estás, mirar en qué andan metidos los amigos que no se encuentran contigo en ese momento. Disfruta del momento presente. Decide cuánto tiempo quieres darle a la máquina de extracción de datos y cuánto quieres dedicar a tu vida.
PIENSA MÁS DE CINCO MINUTOS.
No te lances a Google cada vez que no recuerdes un nombre, una calle, una fecha, un lugar. Suelta la muleta. Piensa. Recuerda. Respira. No estás desconectado del mundo, estás recuperando tu sistema natural de procesamiento de datos. Estás volviendo a pensar.