Polémica con el cortapega genético
El caso del científico de origen chino He Jiankui, que asegura haber creado los primeros bebés genéticamente modificados para que sean resistentes a enfermedades como el sida mediante la técnica de cortapega genético CRISPR/Cas9 ha desatado un auténtico revuelo en la comunidad científica. Mientras que para algunos expertos, como Robert Edwards, el padre de la FIV, He es un visionario, un científico disruptivo, otros lo tachan de irresponsable, al traspasar la línea roja de la bioética. Los detractores urgen a los Gobiernos a establecer los mecanismos oportunos para evitar que otros investigadores puedan editar la línea germinal humana con el fin de incorporar alteraciones hereditarias en espermatozoides, óvulos o embriones que se transmitan para siempre de generación en generación. Al menos hasta que haya un consenso internacional de que la tecnología CRISPR es segura y exista una necesidad médica convincente para su aplicación terapéutica. El propio comité organizador del reciente Congreso de Edición Genética Humana de Hong Kong ha manifestado que acciones como las de He podrían retrasar las aplicaciones menos problemáticas de la edición de genes: el tratamiento de enfermedades mediante la edición de células no genéticas, que no transmiten su ADN a las generaciones futuras.