EL MUNDO ES MUCHO MÁS GRANDE DE LO QUE CREEMOS
TODAVÍA HAY CASOS DE VUELOS QUE SE ESFUMAN SIN APARENTE EXPLICACIÓN, SIMPLES RECORDATORIOS DE NUESTRA VULNERABILIDAD.
EL 8 DE MARZO DE 2014, LA DESAPARICIÓN
del vuelo MH370 de Malaysia Airlines cuando volaba de Kuala Lumpur a Pekín nos devolvió al mundo real. Porque el planeta que creemos pequeño sigue siendo muy grande, y la tecnología que consideramos infalible no lo es. Casi cinco años después, las causas del accidente permanecen en el misterio. No se sabe con seguridad ni dónde se estrelló el Boeing 777, en el que viajaban 227 pasajeros y 12 tripulantes. Únicamente que tuvo que hacerlo en el mar, a tenor de restos del avión encontrados en el suroeste del Índico. Es posible que nunca se encuentre o que pasen décadas antes de localizar el aparato.
Lo mismo le ocurrió a un Avro Lancastrian desaparecido, con once personas a bordo, el 2 de agosto de 1947, cuando volaba de Buenos Aires a Santiago de Chile. Tras dejar atrás la ciudad argentina de Mendoza, el piloto alertó de que las condiciones meteorológicas le obligaban a modificar el plan de vuelo. Y, cuatro minutos antes del aterrizaje, el radiotelegrafista envió el siguiente mensaje: “ETA [tiempo estimado de llegada] Santiago 17.45 h Stendec”. Nunca llegaron a su destino. Y su desaparición se atribuyó a los platillos volantes. De hecho, la última palabra del mensaje final dio nombre a la principal revista en español sobre el tema: Stendek. Sin embargo, en enero de 2000 un grupo de escaladores encontró los restos del avión y de su tripulación en el cerro de Tupungato a 5.500 metros de altitud tras el deshielo de un glaciar. No habían sido abducidos.