¿HAY QUE AMPLIAR EL MANUAL DE ANATOMÍA?
Con toda la tecnología que tenemos a nuestro alcance y la larga tradición de autopsias en la historia de la humanidad, ¿cómo se puede descubrir a estas alturas –en 2018– un órgano completo? Muy sencillo: porque se sale totalmente de lo común. El intersticio –así se llama– consiste en un entramado de tejidos repartido por todo el cuerpo: rodea el aparato digestivo, los pulmones, la vejiga y cada una de las venas y arterias. O sea, como la piel, pero en nuestro interior. Durante mucho tiempo se confundió con el insignificante tejido conectivo, el conjunto de fibras que mantiene los órganos en su sitio. Pero cuando los científicos han mirado de cerca, han comprobado que es mucho más complejo de lo que parecía a primera vista. Usando una técnica llamada endomicroscopía confocal, in- vestigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York han descubierto que entre las células que forman el intersticio existen sacos llenos de líquido que habían pasado completamente desapercibidos. Y que un puñado de proteínas activas conectan dichas bolsas entre sí. En total, el órgano recién descubierto contendría aproximadamente el 36 % del fluido de un cuerpo adulto. Y eso le da su propia entidad, según defienden Neil D. Theise y sus colegas. Sostienen que es autosuficiente y que podría funcionar como reservorio de nutrientes para otros tejidos, o incluso intervenir en la regulación del sistema inmune. Además, juega un papel clave en la metástasis del cáncer, entre otras funciones. Está por ver si, al final, la comunidad científica le da oficialmente la bienvenida como nuevo órgano.