LA CUEVA DE LAS MARAVILLAS
LAS EXCAVACIONES QUE SE VIENEN REALIZANDO DESDE HACE CUARENTA AÑOS EN LA CAVERNA DE DENISOVA ESTáN SACANDO A LA LUZ UN AUTÉNTICO TESORO PALEOANTROPOLÓGICO. EL PROYECTO FINDER PROPORCIONARá NUEVOS DATOS SOBRE LOS ENIGMáTICOS RESTOS HALLADOS EN ESTE ENCLAVE
EL PROYECTO FINDER REVELA NUEVOS DATOS SOBRE LOS DENISOVANOS Y OTROS HUMANOS ARCAICOS
EL PROYECTO FINDER TRATARá DE AVERIGUAR CÓMO ERAN LOS DENISOVANOS Y SI NUESTROS ANCESTROS PROPICIARON SU EXTINCIÓN
Una de las principales dificultades en el estudio de la evolución humana es la escasez de fósiles. Podemos observarlo en Asia, donde muchos yacimientos se ubican en cuevas muy dispersas –en ellas, las hienas dieron buena cuenta de los huesos durante el Pleistoceno– y donde, hasta la fecha, solo se han recuperado unos pocos restos. En ocasiones, además, están tan fragmentados que es prácticamente imposible identificar su origen o extraer información de ellos. Durante una excavación pueden aparecer cientos de miles de estas piezas, que suelen acabar almacenadas en cajas en las dependencias de los museos y centros de investigación. No obstante, gracias a los importantes avances que se han dado en los últimos años en las técnicas de análisis genético, la perspectiva ha cambiado. Ahí tenemos el caso de Denny: a partir de una pequeña muestra hallada en la cueva de Denisova, en Siberia, se descubrió que esta niña había sido concebida hace 90.000 años por una mujer neandertal y un varón denisovano.
Consciente de este potencial, el Consejo Europeo de Investigación, una institución que sufraga iniciativas científicas en la Unión Europea, decidió financiar el proyecto FINDER. Este se prolongará hasta 2022, y su objetivo consiste en recuperar, analizar y caracterizar los restos de nuestros ancestros y sus parientes evolutivos más cercanos que habitaron Eurasia hasta hace unos 10.000 años.
PARA ELLO, SE EMPLEAN TECNOLOGÍAS MUY AVANZADAS, COMO EL SISTEMA ZOOMS –ZOOARQUEOLOGÍA POR ESPECTROMETRÍA DE MASAS–,
que permite extraer colágeno, una proteína fibrosa y resistente que forma el tejido conectivo de un hueso, para descomponerlo en sus unidades constituyentes, llamadas péptidos. De este modo, los investigadores pueden buscar las señales características que distinguen los de un homínido de los de un caballo. Los expertos que trabajan en FINDER también utilizan equipamiento especialmente ideado para analizar los isótopos estables presentes en las muestras y, a partir de los datos, determinar el tipo de dieta que siguió un individuo. Además, tienen a su disposición herramientas de datación cronométrica, de diagnóstico por imágenes y de secuenciación de ADN, con las que es posible saber a qué variedad humana perteneció un fragmento.
El proyecto, que lidera la arqueóloga Katerina Douka, es un esfuerzo interdisciplinario colectivo, pero tiene su sede en el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Jena (Alemania). Sus miembros se centran sobre todo en ciertas regiones del norte de Asia, donde se han identificado los fósiles más antiguos de neandertales de la zona y los primeros denisovanos. Un segundo grupo de yacimientos de interés se encuentra en China, Tailandia, Vietnam y Oceanía occidental. Estos coinciden parcialmente con el porcentaje más alto de ascendencia denisovana en las poblaciones asiáticas modernas, pero los que se encuentran más al sur presentan problemas, porque el colágeno se conserva peor en las áreas próximas a los trópicos, por las altas temperaturas. No obstante, su potencial científico es incuestionable, ya que en estos lugares los grupos humanos de cazadores y recolectores persistieron durante más tiempo y la transición a la agricultura tardó más en darse.
Sobre todo, los científicos implicados en este asunto intentan averiguar quiénes eran los denisovanos, hasta dónde se puede rastrear su presencia hacia atrás en el tiempo, cuán extenso era el territorio que ocupaban y qué herramientas empleaban. Para ello, tendrán que abordar cuestiones espinosas, como si existe una relación entre la extinción de los denisovanos y los neandertales en las regiones que ocupaban y la llegada de los humanos modernos.
Otra incógnita que tratarán de contestar es si el flujo de genes entre estos grupos fue frecuente, como sugieren los últimos estudios en este sentido. De momento, tienen a su disposición unos 40.000 fragmentos de hueso procedentes de los mencionados yacimientos. Se estima que tras estudiar mil piezas de animales acaba apareciendo uno de homínido. Si tal proporción se mantuviera, la iniciativa FINDER podría encontrar hasta 400 especímenes de interés.