SUV: LA MODA QUE NO PASA
SEGÚN LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE FABRICANTES DE AUTOMÓVILES Y CAMIONES (ANFAC), el año pasado se vendieron 1.321.438 vehículos, de los cuales 553.295 eran SUV, lo que da idea de la importancia de este segmento en el mercado. Pero ¿es una moda temporal? Yo creo que la cosa va para largo, por varias razones: predomina la compra emocional, la atracción por lo grande y versátil o la sensación, a veces errónea, de identificar seguridad con posición de conducción elevada.
Los SUV han evolucionado de una forma vertiginosa. Estéticamente se acercan cada vez más al lujo y la deportividad, pero lo principal es que han ganado en eficiencia y seguridad hasta lograr un comportamiento excepcional en asfalto, pese a que su centro de gravedad está más alto que el de los turismos. Hasta aquí, perfecto, pero no todo el monte es orégano. Si elegimos esta carrocería no debemos olvidar que “más es más”. Si el coche es más grande, pesa más. Y si pesa más, consumirá más y contaminará más, sin olvidar las facturas del cambio de neumáticos y del mantenimiento.
Entonces, ¿qué hago si necesito espacio y versatilidad, y no quiero seguir la moda del SUV? Vivimos el momento con mayor oferta de la historia del automóvil. Los coches familiares ya no tienen por qué ser modelos adaptados a las berlinas, sino que tienen un diseño propio de origen, versátil y a veces más bonito que su berlina equivalente. Por otro lado, los fabricantes han hecho un gran esfuerzo para convertir las furgonetas pequeñas de siempre en verdaderos coches capaces de adaptarse a cualquier estilo de vida. Y para los más deportistas nacen los llamados shooting break, coches de carrocería familiar con estética cupé y motorizaciones a veces de verdaderos sport. Decidimos entre diésel, gasolina, eléctrico o hibrido, pero la elección de la carrocería es igual o más importante. El coche está para cubrir necesidades, nunca para crearlas.