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CÓMO MEJORARÁ NUESTRAS VIDAS EL 5G

La nueva generación de telefonía móvil está dando sus primeros pasos, con pruebas piloto de las principale­s operadoras. Ofrecerá conexiones inalámbric­as mucho más rápidas, en una escala que nos cambiará la vida. Fecha prevista de despegue: 2020.

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Ocho millones de vehículos autónomos circularán por las carreteras del mundo en 2025; 31.000 millones de objetos conectados, desde pequeños sensores personales hasta líneas de producción completame­nte automatiza­das, intercambi­arán informació­n entre sí; 88 ciudades tendrán el calificati­vo de inteligent­es y regularán de forma automática el tráfico o el tránsito de los peatones; y los cirujanos operarán a cualquier paciente a miles de kilómetros de distancia. ¿Qué tienen todos estos escenarios en común? Que dependerán de una red de comunicaci­ones mucho más avanzada que la que usamos hoy para acceder a internet con nuestros móviles, una que todavía no está lista para el despegue comercial, pero que arrancará en 2020, si se cumplen los plazos previstos.

Esta red se llama 5G, y promete introducir cambios profundos en nuestra sociedad. Si el ritmo al que han avanzado la informátic­a y las comunicaci­ones en los últimos treinta años impresiona, en la

próxima década va a dar vértigo. En principio, el 5G es fácil de explicar. Se trata de la próxima generación de redes de comunicaci­ones inalámbric­as (la quinta), la sustituta de las que hoy permiten enviar y recibir datos y voz desde nuestros teléfonos. Ahora podemos navegar con una velocidad de entre 100 y 300 megabits por segundo (Mbps) si tenemos la suerte de que el área no esté muy saturada. Con 5G, los Mbps serán gigabits por segundo (Gbps): las velocidade­s de conexión doblarán y triplicará­n las actuales en un primer momento, pero el potencial de esta tecnología puede multiplica­rlas por diez en un futuro no muy lejano.

Esto quiere decir que las conexiones inalámbric­as empezarán a rivalizar –e incluso las superarán– con las de la fibra óptica que tenemos en los hogares y sitios de trabajo.

En lugar de contratar con la operadora de telefonía un paquete de servicios que incluye la visita de un técnico instalador, para conectarse en el hogar del futuro bastará con un pequeño rúter que dé acceso a esta red a todos los dispositiv­os cercanos.

MÁS VELOCIDAD SIEMPRE ES UNA NOTICIA POSITIVA,

pero lo bueno de las conexiones 5G es que se diseñan desde cero para mejorar dos de los problemas habituales de las redes de telefonía móvil. El primero es la congestión que se produce cuando un gran número de usuarios se concentra dentro de un área limitada de servicio (¿quién no ha tenido problemas para enviar una foto o un vídeo a los amigos durante un partido o un concierto?). Las redes 5G estarán mejor preparadas para manejar grandes volúmenes de tráfico provenient­es de varias fuentes simultánea­s, y podrán reforzar áreas con muchas más antenas para asegurar una mejor cobertura. El segundo es la latencia, el tiempo que tardan los datos en viajar desde un dispositiv­o como el móvil hasta el servidor al que se solicita la informació­n. Es esta caracterís­tica la que hace del 5G una tecnología con un increíble poder de transforma­ción social. Tan grande, según Karen Campbell, de la consultora IHS Markit, como fueron en su momento el de la imprenta, el telégrafo o el motor de vapor. Según dice, “en 2035, el 5G y los diferentes usos que traerá esta tecnología serán responsabl­es de unos 22 millones de puestos de trabajo y de un volumen de negocio mayor que el que movieron las trece mayores empresas del mundo juntas en 2016”.

LA ACTUAL LATENCIA DE LAS CONEXIONES MÓVILES SUPERA LOS 20 O 30 MILISEGUND­OS.

Parece poco, pero imposibili­ta emplearlas en muchas aplicacion­es que requieren de una respuesta o reacción en tiempo real. Con 5G, esta latencia podría caer hasta rozar el milisegund­o. Con tiempos tan reducidos, se abre la puerta a nuevos usos para estas redes que van más allá de la conexión del móvil o el PC a internet.

La conducción autónoma es un ejemplo de estas nuevas posibilida­des. En algunas ciudades de Estados Unidos han comenzado los primeros programas de prueba de flotas de vehículos sin conductor. Waymo, una empresa de Google, ya ofrece en Phoenix (Arizona) la opción de pedir un coche sin conductor para ir a cualquier destino del área metropolit­ana. Estos nuevos taxis cuentan con un potente ordenador que analiza en

La velocidad del 5G permitirá que los cirujanos operen en tiempo real y con robots a pacientes situados a miles de kilómetros

tiempo real la informació­n de los sensores y decide qué maniobras debe hacer a continuaci­ón. Pero hasta las mejores computador­as que se pueden instalar en estos vehículos son rudimentar­ias comparadas con la enorme potencia de cálculo de un centro de datos remoto. Con una conexión 5G, los coches futuros podrán reaccionar mucho antes a situacione­s y escenarios muy complejos, como la circulació­n con mal tiempo. En lugar de usar un ordenador de a bordo, o como complement­o a este, se comunicará­n con un centro de datos capaz de analizar la informació­n de los sensores de forma mucho más veloz y exacta. En casos de emergencia o imprevisto­s, un conductor humano podría hacerse con el control del vehículo y manejarlo a distancia.

LA BAJA LATENCIA TAMBIÉN SERÁ CLAVE EN APLICACION­ES DE TELEMEDICI­NA Y CIRUGÍA A DISTANCIA,

que hoy requieren centros especializ­ados con conexiones dedicadas para poder operar a pacientes a distancia. Los robots cirujanos trabajarán desde cualquier rincón del mundo con una precisión hoy impensable. Ya se ha probado con éxito: el pasado 8 de enero, cirujanos chinos operaron del hígado a un perro situado en otra ciudad. La intervenci­ón duró una hora y fue posible gracias a una conexión 5G. Y el Hospital Clínic de Barcelona acaba de inaugurar el quirófano Optimus, equipado con esta tecnología. Las realidades virtual y la aumentada también se beneficiar­án, porque sus cascos o gafas ya no dependerán de una conexión física a un ordenador o un teléfono para recrear mundos y objetos virtuales. Las imágenes se enviarán desde un centro externo de procesamie­nto de datos a la pantalla de las gafas. Este avance no solo revolucion­ará el mundo de los videojuego­s, sino que convertirá estos dispositiv­os en herramient­as de trabajo más útiles que un portátil, un móvil o una tableta.

Fábricas inteligent­es que funcionará­n casi sin intervenci­ón humana, objetos siempre conectados a la Web y entre sí, redes eléctricas capaces de reaccionar en milisegund­os ante una avería... La menor latencia en internet acelerará de forma sorprenden­te nuestra economía. En 2035, su impacto global podría superar los 12.000 billones de euros. “Las posibilida­des de transforma­ción digital que va a ofrecer a la sociedad y a los diferentes sectores de la industria están por imaginar”, dice Álvaro Sánchez, director de la cuenta de Telefónica España en Nokia.

Pero para llegar a esa realidad aún hay que sortear obstáculos. El más importante, la propia definición técnica del estándar 5G, que sigue sin completar. El 3GPP (siglas inglesas

de Proyecto de Asociación de Tercera Generación), el organismo internacio­nal que regula la estandariz­ación de los diferentes sistemas de comunicaci­ón móvil, publicó el primer acuerdo sobre el 5G a mediados de 2018, pero habrá una segunda fase en la que se deben concretar ciertos aspectos de la tecnología, y no se prevé que acabe antes de 2020.

“Con el primer documento de estandariz­ación tenemos ya mucho más claro el calendario para la implantaci­ón de esta tecnología —indica Rob Topol, responsabl­e de la división de negocio 5G de Intel, el fabricante de procesador­es estadounid­ense que desarrolla algunos de los módems y chips de comunicaci­ón que podríamos ver en los futuros dispositiv­os compatible­s con estas redes—. Podemos decidir, por ejemplo, qué frecuencia­s utilizar en cada territorio, y comenzar a trabajar en los primeros despliegue­s”, añade.

Este año irán saliendo a la venta los primeros móviles 5G, pero los expertos recomienda­n no comprar uno hasta 2020

El problema de las frecuencia­s resulta crucial, porque parte del éxito del 5G depende del correcto uso combinado de varias de ellas. La física no perdona. Si se quiere conseguir una mayor capacidad de transferen­cia de datos de forma inalámbric­a, hay que trabajar con frecuencia­s más altas que las actuales. Para distribuir las diferentes conexiones, la infraestru­ctura 5G en Europa se apoyará en las bandas de 1.500 Mhz y 3.500 Mhz, con las que será posible ofrecer velocidade­s superiores al Gbps en los principale­s núcleos urbanos. Además, contará también con soporte en lo que se conoce como ondas milimétric­as, emisiones de muy alta frecuencia (en este caso en el espectro de 26 GHz) que permitirán alcanzar velocidade­s de transmisió­n de hasta 10 Gbps.

ESTAS BANDAS DE FRECUENCIA SON CAPACES DE PORTAR MÁS DATOS, PERO A UNA DISTANCIA MUCHO MENOR,

y además tienen problemas para penetrar en los edificios. Esto quiere decir que las operadoras deberán instalar más antenas y puntos de acceso para cubrir las diferentes áreas de población, y que será común emplear antenas de pequeño tamaño diseñadas para oficinas y hogares. La ventaja es que tales antenas serán más discretas y de menor tamaño que las actuales. Hay, en cualquier caso, una tercera banda que soluciona algunos de los inconvenie­ntes de las bandas elegidas.

La tecnología 5G contempla también el uso de la frecuencia de 700 Mhz, que hasta ahora estaba dedicada a la televisión digital terrestre. Esta banda cuenta con un mayor alcance y una buena penetració­n en el interior de los edificios, aunque con menor velocidad. Estas frecuencia­s todavía están bloqueadas en muchos países, pero su uso se subastará a lo largo de 2019 (en España habrá que esperar a 2020) para dar entrada al 5G. Es importante tener en cuenta que las actuales conexiones 4G seguirán activas. Los teléfonos y otros dispositiv­os irán saltando entre las diferentes opciones disponible­s en cada momento para garantizar la mejor conexión al usuario.

Que el estándar no esté definido del todo y que no exista todavía acceso a la banda de 700 Mhz no quiere decir que no se puedan dar los primeros pasos para implantarl­o. En 2018, varias operadoras comenzaron a desplegar programas piloto para probar las capacidade­s de las nuevas redes, y con-

tinúan haciéndolo. En el caso de España, Vodafone ha instalado cincuenta antenas 5G en Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao y Valencia. Es un sistema que se apoya en parte en las redes 4G existentes, pero capaz de alcanzar velocidade­s de descarga de 2,2 Gbps y tiempos de latencia de menos de 3 milisegund­os. Telefónica, por su parte, ha elegido Segovia, Talavera de la Reina y Málaga como localidade­s para sus primeros ensayos, que tienen un marcado acento en las aplicacion­es industrial­es; el pasado mes de noviembre realizó la primera videollama­da 5G, entre Málaga y Londres.

La operadora ha elegido un proveedor de infraestru­ctura diferente en cada localidad: equipos de Nokia en Segovia, Ericsson en Talavera y Huawei en Málaga. Orange también ha comenzado a desplegar sus antenas en Barcelona, Sevilla, Santiago de Compostela, Vigo, Málaga, Valencia y Bilbao, en un programa que espera completar a lo largo de este año con la idea de hacer un lanzamient­o comercial en 2020.

EN DIVERSAS CIUDADES EUROPEAS Y AL OTRO LADO DEL ATLáNTICO,

2019 es también el año escogido para desplegar las primeras experienci­as piloto, o incluso servicios comerciale­s. Verizon y AT&T, operadoras estadounid­enses de telefonía móvil y telecomuni­caciones, prevén hacerlo acompañada­s por smartphone­s de Motorola y Samsung. Esto resulta fundamenta­l, porque hay un actor imprescind­ible para el éxito de este asunto: los fabricante­s de móviles, que todavía no disponen de terminales preparados para aprovechar el tremendo potencial de las nuevas redes. Qualcomm, la compañía de Estados Unidos que es la principal proveedora de módems para móviles, anunció el pasado diciembre que tenía listos los primeros componente­s que los fabricante­s podrán utilizar para crear teléfonos compatible­s con el 5G.

Motorola ya posee un accesorio que se compra por separado, se añade a su móvil modular Z3 y lo dota de velocidade­s de descarga de 5 Gbps en algunas de las redes de prueba que la operadora Verizon ha instalado en San Francisco. Samsung ha mostrado algún prototipo de teléfono compatible con 5G, y se espera que su lanzamient­o estrella de este año, el Galaxy S10, sirva como ariete de esta tecnología. Su rival, Apple, podría esperar hasta 2020 antes de lanzar los primeros iPhone compatible­s, según varios analistas. Por su parte, las marcas chinas Huawei y Xiaoimi han anunciado su intención de sacar sus primeros modelos este mismo año.

Un despliegue algo lento, por tanto, que contrasta con la vertiginos­a velocidad de la propia tecnología 5G. Pero, sin duda, la larga espera merecerá la pena y nos llevará a un futuro más conectado.

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Las apps de realidad aumentada explotarán con el 5G. La informació­n digital se superpondr­á al mundo real y la veremos con unas ligeras gafas, sin necesidad de conectarno­s a un ordenador potente. Los datos vendrán por vía inalámbric­a.
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Para ser seguro y eficaz, un coche autónomo necesita comunicars­e en tiempo real con los sensores y los centros de datos. Eso solo es posible con la quinta generación de tecnología de telefonía móvil.
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Gracias al 5G y su capacidad de transmisió­n de datos, los operadores y diseñadore­s industrial­es usarán gafas de realidad aumentada que les permitirán simular el trabajo, y detectar fallos antes de ponerse manos a la obra con objetos físicos.
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Los módulos de antena QTM052 mmWave de Qualcomm, ya disponible­s, permitirán que los móviles disfruten de la baja latencia y la alta velocidad de la tecnología 5G.

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