TEST GENÉTICOS CONTRA EL TRÁFICO INFANTIL
Adopciones ilegales, explotación laboral y sexual… En el mundo hay en torno a 700.000 menores de edad víctimas de la trata de personas. Técnicas de identificación genética, como las del proyecto DNA-Prokids, son herramientas muy poderosas para combatir y
Guatemala, febrero de 2015. En el registro de una casa sospechosa de alojar a miembros de una red de trata de personas, la policía encuentra un bebé de siete meses. Los detenidos dicen no saber nada sobre él… Este podría haber sido solo uno de los miles de menores robados en el mundo que, pese a ser liberados de sus captores, acaban desvinculados de su familia. Pero este sietemesino tuvo más suerte: su ADN lo devolvió junto a su madre biológica, que unos meses antes denunció el robo de su bebé en un hospital público de Ciudad de Guatemala un día después de que naciera. El ADN de la denunciante se incluyó en la base de datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) de Guatemala, país que participa en el programa DNA-Prokids. Se trata de una iniciativa del Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada (España) que usa la identificación genética de las víctimas y sus familiares para luchar contra el tráfico de seres humanos, sobre todo de menores.
Estuardo Solares, jefe del Laboratorio de Genética Forense del INACIF, en Guatemala, recuerda la historia para MUY: “La fiscal que se encargó del caso se acordó de nuestro programa y contactó con nosotros para ver si la madre figuraba en nuestra base de datos. Fue muy emocionante. El registro policial se hizo a las seis de la mañana. A las nueve, nos trajeron al bebé, le tomamos una muestra y los siete empleados del laboratorio nos centramos en analizarla. Había que hacerlo rápido, para que el niño no pasara a depender del aparato burocrático del Estado. A las tres de la tarde ya teníamos los resultados: ¡había
coincidencia! Ese mismo día pudimos devolver al bebé a su madre”.
Desde su inicio en 2004, DNA-Prokids ha servido para recoger alrededor de 13.600 muestras biológicas en todo el mundo, ha conseguido cerca de 1.200 identificaciones y ha evitado 270 adopciones ilegales. “Hay países de Asia y Centroamérica donde las adopciones son un negocio —explica José Antonio Lorente, catedrático de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada y principal impulsor del programa—. Adoptar un niño tiene un elevado coste de tiempo, económico y psicológico, y hay mucha gente que se beneficia gracias a los atajos ilegales. Es un tema muy goloso, principalmente para los abogados, pero también para médicos, psicólogos... A alguna gente le interesa que haya niños para dar en adopción. Y si no hay disponibles, se buscan”.
El método identificativo ideado por Lorente es sencillo. Por un lado, se toman muestras de familiares que denuncian la desaparición de un niño; y por otro, de menores cuya identidad se desconoce. “Se puede recoger saliva o una gota de sangre, siempre con la autorización de quien tenga la patria potestad del niño, que en España sería el fiscal de menores —puntualiza Lorente. Y añade—: El material genético se analiza con un procedimiento estándar. Solemos usar el ADN autosómico (heredado a partes iguales del padre y la madre), aunque también trabajamos con el ADN mitocondrial (heredado por vía materna) y el del cromosoma Y (el masculino), porque las muestras de referencia no siempre son de los progenitores, sino de alguno de los abuelos. En el caso de las abuelas, el ADN mitocondrial es útil porque no se recombina, de modo que el de una niña perdida es idéntico al de su madre, al de su abuela materna o al de las tías y primas hermanas de la línea materna. En el de los abuelos pasa igual, pero con el cromosoma Y, que por ser de herencia paterna y no recombinarse sirve para realizar comparaciones genéticas entre padres, hermanos, abuelos o primos hermanos hijos de tíos paternos”.
DNA-PROKIDS PROPORCIONA A SUS SOCIOS UNOS KITS CON TODO LO NECESARIO PARA TOMAR MUESTRAS.
Con los resultados del análisis genético, cada país genera una base de datos que puede cruzarse con otras para buscar coincidencias. “Algunas identificaciones se obtienen en caliente; la familia denuncia la desaparición de un niño y dos semanas después aparece en otro punto del país. Pero la mayoría son identificaciones en
frío, esto es, de niños perdidos desde hace mucho tiempo”. El proyecto de Lorente empezó con pruebas en Guatemala y México, y luego se extendió. “Trabajamos con varios estados de México, y en Honduras, El Salvador, parte de Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay y un estado de Brasil. En Asia colaboramos con China –esta tiene su propio programa–, Nepal, algunos estados de la India, Tailandia, Filipinas, Malasia e Indonesia. Y nos interesan otros países donde se sabe que hay tráfico de menores: Birmania, Vietnam, Laos y Camboya. Siempre trabajamos con organismos públicos, como la policía e institutos médicos de la red estatal. Si quieres que algo funcione, hay que ir a las Administraciones y respetar las leyes nacionales. También colaboramos con algunas oenegés, pero la clave son los Gobiernos”.
El gran reto es crear una base de datos internacional para cruzar resultados entre países y no solo dentro de estos, algo que en teoría incrementará en gran medida el número de niños identificados. “A veces no intervenimos en el proceso; en otras ocasiones, nos mandan muestras de manera anónima y nosotros devolvemos el resultado. Pero la base de datos es de cada país; nosotros no tenemos información personal de ningún niño —indica Lorente—. Estamos haciendo mucho hincapié en la colaboración internacional, ayudando a que todos los
Las adopciones ilegales constituyen un negocio muy lucrativo en muchos países de Latinoamérica y Asia
países tengan un software similar que permita intercambiar información de manera anónima. Ahora se hace de vez en cuando, pero queremos que se convierta en un proceso sistemático”.
LOS NIÑOS SON VÍCTIMAS DESTACADAS DEL TRÁFICO DE SERES HUMANOS,
como señala el último Informe mundial sobre la trata de personas, elaborado en 2016 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC): alrededor del 30% de las víctimas de este delito son menores de corta edad. En regiones como el África subsahariana, Centroamérica y el Caribe, la cifra supera el 60%. En este contexto, programas como DNA-Prokids son de gran utilidad.
“En Guatemala, los delitos más frecuentes relacionados con la trata de menores son el robo y la compraventa de niños para adopciones ilegales —dice Solares—: Cuando comenzamos a actuar, las madres recibían 150 dólares mensuales durante el embarazo, atención médica y suplementos vitamínicos, otros mil dólares repartidos a lo largo de la gestación y entre 1.500 y 2.000 dólares por el bebé. Pero para los abogados y las personas implicadas era un negocio más que lucrativo: un niño podía costar de 60.000 a 110.000 dólares”. El Gobierno guatemalteco estableció el Consejo Nacional de Adopciones para combatir este problema, y el programa DNA-Prokids se consolidó como una herramienta clave. “Ya