Días contados
DESDE SU INAUGURACIÓN EN 1889, CASI 300 MILLONES DE PERSONAS HAN VISITADO LA TORRE EIFFEL, UNA EXTRAORDINARIA OBRA DE INGENIERÍA QUE MUY PRONTO SE CONVERTIRÍA EN EL SÍMBOLO DE LA CAPITAL FRANCESA.
La torre más famosa de Francia hizo popular el apellido de Gustave Eiffel, un ingeniero emprendedor que se había especializado en la construcción de puentes y gozaba por ello de una gran reputación. Ya entrada la segunda mitad del siglo XIX, su empresa realizaba obras en países de todo el mundo. Una de las primeras que le reportó prestigio internacional fue el viaducto María Pía de Oporto, construido en 1876 sobre el Duero. El ferrocarril que uniría aquella ciudad con Lisboa debía franquear el cauce en una anchura de 160 metros y con un solo tramo, pues la profundidad del río en aquel lugar hacía imposible cualquier apoyo intermedio. Eiffel propuso salvarlo con un arco de hierro en forma de cruasán de 42 metros de flecha, sobre el que se apoyaría el tablero con las vías. Aquella construcción fue posible gracias a varias innovaciones técnicas, y resultó en un logro del que estaba orgulloso.
Una de las claves del éxito de Eiffel radicó en la estandarización. Concebía sus obras como auténticos mecanos, de modo que las alzaba mediante el ensamblaje de piezas prefabricadas en serie. El hecho de disponer de ellas antes de que se produjera un encargo le permitía ofertar los menores plazos de entrega. Además, podía llevar a cabo el montaje con trabajadores no especializados. No es de extrañar que terminase patentando sus puentes portátiles desmontables.
EN ESPAÑA, CONSTRUYÓ EN 1881 UN VIADUCTO SOBRE EL TAJO,
a unos 30 kilómetros al norte de Cáceres, en la línea férrea de Madrid a Lisboa. Hoy no se conserva, pues dejó de funcionar en 1932 y fue demolido. No obstante, Eiffel también realizó otro tipo de edificaciones, como la estación de ferrocarril de Budapest, en Hungría, o distintas iglesias. Sus iniciativas más renombradas, como el mencionado puente de Oporto, el colosal viaducto de Garabit, en Francia, o la estructura metálica de la Estatua de la Libertad, ofrecían garantías de que resistirían el empuje de los vientos.
Eiffel estaba acostumbrado a los retos, por lo que afrontó sin dudar aquel por el que hoy más se le conoce: erigir una torre de 300 metros –la más alta del planeta en ese momento– destinada a la Exposición Universal de París de 1889, para celebrar el centenario de la República Francesa. El proyecto fue inicialmente criticado por artistas, escritores y políticos, que aducían razones estéticas y anunciaban su fracaso económico. Eiffel asumió todos los riesgos y a finales de enero de 1887 comenzó su construcción.
LA GIGANTESCA ESTRUCTURA ESTABA FORMADA POR 18.038 PIEZAS
prefabricadas de hierro forjado, que llegaron a los terrenos del Campo de Marte numeradas y listas para montar. Allí fueron unidas por 250 obreros que utilizaron dos millones y medio de remaches. Una vez finalizada, el 31 de marzo de 1889, Eiffel izó en el mástil que la coronaba una bandera francesa. Estaba acompañado por unas cuarenta personas, que consiguieron llegar hasta ese enclave tras subir más de 1.700 escalones, pues los ascensores no estaban todavía disponibles.
La apertura al público tuvo lugar el 15 de mayo, nueve días después de la inauguración de la citada exposición universal. Durante el tiempo que duró esta, la torre recibió 12.000 visitas diarias; cerca de dos millones, en total. Se trataba de la construcción más alta existente, y continuó siéndolo hasta 1930, cuando fue superada por el edificio Chrysler de Nueva York. Hoy es el monumento por el que hay que pagar entrada más visitado del globo y sigue siendo el mascarón de proa de la ingeniería mundial.