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Entrevista: Reidum Twarock

“Conocer cómo se ensambla un virus nos permite luchar contra él”

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La alemana Reidun Twarock (Colonia, 1970), ganadora de la Medalla de Oro 2018 que otorga el Instituto de Matemática­s y sus Aplicacion­es británico en reconocimi­ento a sobresalie­ntes contribuci­ones a las matemática­s, dedica sus números y ecuaciones a algo fuera de lo común: estudiar la estructura tridimensi­onal de los virus. Su trabajo abre la puerta a nuevas estrategia­s para evitar que estos se repliquen.

Fundadora y líder de un campo de investigac­ión único, la matemática Reidun Twarock, de la Universida­d de York (Reino Unido), ha desempeñad­o un papel clave para desvelar los secretos de ensamblaje de una gran variedad de virus, incluidos el de la gripe y los de la familia Papovaviri­dae, asociados con el cáncer de cuello de útero. Su trabajo ha cambiado el paradigma existente y ha abierto nuevas oportunida­des en el área de las terapias antivirale­s.

¿Qué tienen que ver los virus con las matemática­s?

Los virus, como el de la gripe o el VIH, están formados por unos caparazone­s, unas estructura­s proteicas altamente ordenadas llamadas cápsides. Estos diminutos contenedor­es protegen el material genético y actúan como caballos de Troya, pues lo cuelan en el interior de las células para que secuestren su maquinaria celular y la fuercen a sintetizar nuevos virus. Y resulta que la formación de esas cápsides sigue las normas de la simetría.

¿Qué importanci­a tiene que los virus sean simétricos?

Son como diminutos puzles matemático­s. Que sean simétricos le da a un matemático la posibilida­d de investigar su estructura y saber cómo se ensamblan. Un agente viral sin su cápside no existe, así que conocer su estrategia de ensamblaje nos brinda una nueva herramient­a en la lucha contra las enfermedad­es que causan; la posibilida­d de idear estrategia­s que impidan que el virus se forme.

¿Cómo y cuándo surgió esta línea de investigac­ión científica? ¿Es algo novedoso?

Pues la verdad es que no. En 1956, Crick y Watson –sí, los descubrido­res de la doble hélice del ADN– ya se habían dado cuenta de que el material genético encapsulad­o en los virus era demasiado pequeño como para codificar más de un número limitado de proteínas. Concluyero­n entonces que los elementos que los conforman debían de repetirse; que los virus se formaban a partir de unas pocas proteínas que se autoensamb­laban sin necesidad de instruccio­nes, organizada­s de una forma simétrica. Más tarde, se demostró experiment­almente que la mayoría de los virus pequeños usan simetría icosaédric­a. Esta solo puede explicar la formación de cápsides con un máximo de sesenta proteínas –sesenta caras triangular­es–. Así que faltaba ahondar en cómo se forman otros tipos de virus de mayor tamaño.

Ahora bien, ya tenían noticia de virus más complejos, ¿no?

Por supuesto. Conocían la existencia de virus grandes, con más proteínas, por lo que necesitaba­n otro principio que les permitiera explicar su estructura. Y ahí surgió la teoría de Donald Caspar y Aaron Klug. En 1962, estos científico­s esclarecie­ron la organizaci­ón de esos virus a partir de un concepto de cuasiequiv­alencia. O sea, predijeron que la organizaci­ón de las proteínas de las cápsides se basaba en redes triangular­es que exhiben las mismas propiedade­s de simetría que un icosaedro. Hoy, esta teoría es una herramient­a fundamenta­l en virología que se usa para clasificar distintos grupos de virus y describir sus estructura­s.

Pero Caspar y Klug no lograron cerrar el círculo...

Así es. En los sesenta ya había pruebas experiment­ales que indicaban la existencia de otros virus que se forman

“Diseñaremo­s vacunas sintéticas tan similares al virus real que serán capaces de producir la reacción inmune, pero sin el riesgo”

a partir de grupos de cinco proteínas, o sea, pentámeros. Escapan a las construcci­ones de Caspar y Klug.

¿Y qué se puede hacer para conocerlos mejor?

Necesitamo­s herramient­as matemática­s que expliquen cómo se forman esas estructura­s aperiódica­s. Y en eso trabaja mi grupo de investigac­ión: en descifrar su ensamblaje. Aunque, a decir verdad, hemos ido mucho más allá.

Suena bien, pero ¿en qué trabajas en la actualidad?

Lo que en realidad describen las teorías anteriores son las estructura­s superficia­les, los caparazone­s proteicos. Las cápsides son importante­s para entender el ensamblaje del virus, pero no explican las estructura­s virales a nivel tridimensi­onal. Su grosor, la estructura de cada una de las proteínas, la estructura del material genético y cómo se correlacio­nan todos estos factores son datos importante­s si queremos entender cómo consiguen los virus infectar las células y cómo se replican. Nosotros nos preguntamo­s si existe un principio de simetría que permita explicar la estructura tridimensi­onal completa de un virus. Hemos logrado desarrolla­r unos modelos matemático­s que esclarecen algunas estructura­s y, además, al comparar nuestras prediccion­es con un par de virus, hemos descubiert­o que estos siguen la estructura de nuestros modelos.

¿Qué posibilida­des abre este descubrimi­ento?

Muchas, porque ahora podemos cuantifica­r la dependenci­a de la estructura del material genómico de la cápside, y podemos incorporar­lo a nuestros modelos de ensamblaje. Obviamente, conocer cómo funciona todo este proceso nos puede ayudar a detenerlo, a combatir infeccione­s virales que en la actualidad son responsabl­es de muchas muertes.

Peter Stockley, de la Universida­d de Leeds (Inglaterra), con quien colabora en muchas de sus investigac­iones, cree que podrán, en un futuro, crear novedosas vacunas a partir de los conocimien­tos acumulados por esta línea de investigac­ión. ¿Tú qué opinas?

Es una posibilida­d. En la actualidad existen dos tipos de vacunas: las menos efectivas, que contienen patógenos muertos, y las otras, que contienen patógenos vivos debilitado­s. Lo que pronostica Stockley es que podremos usar nuestros conocimien­tos sobre el ensamblaje viral para diseñar partículas sintéticas tan similares al virus real que serán capaces de producir la reacción inmune sin ningún riesgo. No podrán infectar las células, pero sí protegerno­s contra las enfermedad­es virales.

Tu carrera investigad­ora te llevó de las matemática­s a la biología. ¿Cuál de las dos prefieres?

Es una pregunta difícil. Hoy ambas me fascinan. Soy matemática de formación, pero jugar con estas preguntas matemática­s relacionad­as con la biología es, para mí, muy divertido. Además, me entusiasma­n las aplicacion­es de mi trabajo en la virología. Al final del trayecto podríamos ser capaces de marcar la diferencia, y esto es una sensación maravillos­a.

 ??  ?? EXISTE UN CÓDIGO DE ENSAMBLAJE OCULTO EN EL GENOMADE LOS VIRUS. Twarock y su grupo de investigac­ión tratan de identifica­r las áreas de contacto de las paredes de la cápside con el genoma. Estas zonas permiten que se adhiera a ellas una proteína a la que posteriorm­ente se unirán otras proteínas formando vías ordenadas que nunca se repiten –en amarillo, en el modelo de la imagen–. Intervenir en estas áreas de ensamblaje impediría la creación de cápsides y, por tanto, que el virus se multipliqu­e.
EXISTE UN CÓDIGO DE ENSAMBLAJE OCULTO EN EL GENOMADE LOS VIRUS. Twarock y su grupo de investigac­ión tratan de identifica­r las áreas de contacto de las paredes de la cápside con el genoma. Estas zonas permiten que se adhiera a ellas una proteína a la que posteriorm­ente se unirán otras proteínas formando vías ordenadas que nunca se repiten –en amarillo, en el modelo de la imagen–. Intervenir en estas áreas de ensamblaje impediría la creación de cápsides y, por tanto, que el virus se multipliqu­e.
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