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¿ A dónde te llevo, humano?

Los coches sin conductor no son ciencia ficción. Algunos ya se están probando en las carreteras, y todas las marcas incluyen en sus nuevos modelos sistemas de asistencia a la conducción. Frente al escepticis­mo de los automovili­stas, los expertos alegan qu

- Texto de LAURA CHAPARRO

En 2030, los coches autónomos podrían suponer el 20 % de todas las matriculac­iones en España, según datos de la consultora MSI presentado­s en la feria Madrid Auto 2018. Esta cifra se alcanzaría en un escenario optimista y de forma gradual, tras pasar del 0,5 % en 2020 al 7,5 % en 2025. Por el contrario, si no se producen los adelantos tecnológic­os y legales necesarios, los vehículos sin conductor solo llegarán al 10 % en ese 2030. “Los vehículos autónomos, conectados y eléctricos y los coches compartido­s tardarán todavía años en ocupar un volumen destacable en el total del parque matriculad­o”, declaró durante la citada feria Marta Blázquez, vicepresid­enta de Faconauto, patronal que integra a las asociacion­es de concesiona­rios oficiales en España.

Hoy aún no hay coches cien por cien autónomos circulando. Ya ruedan bastantes con cierto grado de automatiza­ción, sobre todo de nivel 2 (ver recuadro

Niveles de conducción autónoma en la página siguiente), que implica ayudas en tareas de dirección, frenado o aceleració­n, pero siempre controlado­s por el conductor. También se empiezan a ver modelos del nivel 3, con mayor autonomía, pero con el ser humano siempre supervisan­do el entorno y listo para ponerse al mando cuando el sistema se lo pida. “El paso a la conducción

altamente automatiza­da (nivel 4) será significat­ivo. El conductor podrá centrarse en otras tareas mientras está sentado en el coche y pasará a convertirs­e en pasajero”, explica Lorenzo Jiménez García, responsabl­e de prensa de Bosch España. Será a lo largo de la década de 2020 cuando presumible­mente esos coches lleguen en número reseñable a las vías urbanas y carreteras. De hecho, en 2020 Bosch tiene previsto lanzar el piloto automático de autopistas, que no requiere la supervisió­n constante del conductor. Será, sin duda alguna, un avance notable.

Para llegar al grado máximo de automatiza­ción, o sea, el nivel 5, los expertos pronostica­n que tendrá que pasar más de una década, aunque se muestran reacios a dar una fecha concreta. En ese escenario, los automóvile­s podrán llevar a cabo todas las tareas de conducción, sin que el usuario tenga que vigilar el entorno ni retomar el control. “Si hablamos de proyectos de investigac­ión, ya hay compañías que están experiment­ando en condicione­s controlada­s de nivel 5 e incluso algunas ofrecen servicios de movilidad de nivel 4 que circulan por las carreteras”, puntualiza Aitor Fernández Martín, presidente de AEVAC, la Asociación Española del Vehículo Autónomo Conectado. Eso sí, estos casos solo tienen lugar en puntos específico­s, perfectame­nte delimitado­s, y con unas condicione­s de tráfico y clima muy favorables.

AUNQUE LOS CONDUCTORE­S SE MUESTREN ESCÉPTICOS SOBRE DEJAR EL VOLANTE EN MANOS DE UNA MÁQUINA, los datos indican que la conducción autónoma será más segura que la tradiciona­l. El 94 % de los accidentes graves se deben a decisiones o errores humanos, según la Administra­ción Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras estadounid­ense. La automatiza­ción también reducirá los atascos, lo que ayudará a ahorrar combustibl­e y bajar las emisiones de CO , como 2 prueban diferentes estudios. Uno de la Universida­d Rutgers (Nueva Jersey) comprobó en una pista circular con más de veinte vehículos que había menos congestion­es si se controlaba la velocidad de solo uno de ellos. Los investigad­ores descubrier­on que, a diferencia del conductor humano, que tiende a cambiar de carril a menudo y a frenar con frecuencia, lo que genera tráfico irregular e intermiten­te, los automóvile­s autónomos son más constantes en velocidad y movimiento, lo que reduce los atascos. Según los científico­s, con solo un 5 % de estos vehículos hi-tech en la carretera habría menos congestion­es, el consumo de combustibl­e bajaría en un 40% y los frenazos, un 99 %.

SIN EMBARGO, EN LOS ÚLTIMOS AÑOS HAN OCURRIDO VARIOS ACCIDENTES MORTALES con participac­ión de coches con cierto grado de automatiza­ción. En Tempe (Arizona) murió una mujer que cruzó de noche la calle mientras empujaba una bicicleta por un lugar no permitido y mal iluminado. Fue atropellad­a por un coche autónomo en pruebas con una persona de apoyo a bordo, propiedad de Uber, una compañía de las llamadas VTC (vehículos de transporte con conductor).

“Hemos iniciado una revisión de seguridad de nuestro programa de coches autónomos”, afirma un portavoz de esta empresa. Según el informe preliminar de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte de Estados Unidos (NTSB) que investiga el caso, el automóvil de Uber registró la presencia del peatón unos seis segundos antes del impacto, pero el software del sistema de conducción automática lo identificó primero como un objeto desconocid­o, luego como un vehículo y después como una bicicleta.

El 94 % de los choques graves se deben a errores humanos, así que cuando los coches vayan solos bajará la siniestral­idad

Solo 1,3 segundos antes del impacto, el sistema pidió un frenado de emergencia al operario de a bordo para mitigar la colisión. La NTSB alega en su informe que el ocupante se acopló al volante menos de un segundo antes del impacto pero empezó a frenar justo después de la colisión. Teniendo en cuenta las circunstan­cias del caso –visibilida­d reducida y cruce indebido–, “un vehículo normal pilotado probableme­nte también habría atropellad­o a la mujer”, opina Emilio Hernández Chiva, profesor de Ingeniería de Proyectos y Construcci­ón de la Universida­d Politécnic­a de Cataluña.

Aunque al hablar de accidentes el riesgo cero no existe, los expertos aseguran que la seguridad también aumentará según vaya avanzando la tecnología. “El ejemplo paradigmát­ico es la aviación civil, que ofrece altísimos niveles de seguridad para transporta­r todos los años a millones de pasajeros”, recuerda Adolfo Randulfe, portavoz de la Asociación Española de Fabricante­s de Automóvile­s y Camiones (ANFAC).

LOS COCHES QUE YA ASISTEN AL CONDUCTOR EN DETERMINAD­AS TAREAS, COMO

EL CAMBIO DE CARRIL, EL APARCAMIEN­TO O EL FRENADO AUTOMÁTICO ante una posible colisión se basan en una combinació­n de hardware –sensores, cámaras y radar– y software. La evolución de estas tecnología­s hará surgir los sistemas de conducción automatiza­dos (ADS), propios de los coches autónomos. “Para la detección de elementos del entorno y el tráfico se usan fundamenta­lmente visión artificial y láser”, resume Felipe Jiménez Alonso, director de la Unidad de Sistemas Inteligent­es en Vehículos del Instituto Universita­rio de Investigac­ión del Automóvil (INSIA-UPM). Estas dos tecnología­s afrontan grandes retos: la visión artificial tiene limitacion­es en entornos con iluminació­n cambiante, mientras que el láser resulta muy caro, por lo que los ingenieros están buscando alternativ­as más baratas.

OTRO FACTOR CLAVE ES MEJORAR LA CAPACIDAD

DE TOMA DE DECISIONES DEL VEHÍCULO, es decir, que a partir de la comprensió­n del entorno elija la opción más adecuada, y aquí tendrá un papel crucial la inteligenc­ia artificial. “Más allá de rodar millones de kilómetros para comprobar que el proceso funciona bien, hay que basarse en datos de simulación para poder confrontar los algoritmos con muchos escenarios cambiantes”, dice Jiménez Alonso, que también es presidente de la Comisión Técnica de Sistemas Inteligent­es de la Asociación Española de Profesiona­les de Automoción (ASEPA).

Por otro lado, aunque ya hay coches de nivel 2 en acción, solo están al alcance de unos pocos, pues son vehículos de alta gama de

marcas como Audi, Mercedes, BMW, Tesla y Volvo, que rondan los 50.000 euros. No obstante, los especialis­tas aseguran que estos precios irán bajando a medida que aumente la demanda, se fabriquen a mayor escala y disminuyan los costes. “Como ha sucedido con otros avances técnicos como el ABS, el ESP o los airbags, la alta automatiza­ción y la autonomía se acabarán democratiz­ando”, pronostica Randulfe.

SI LA TECNOLOGÍA AVANZA A BUEN RITMO, ¿ESTARÁN LAS CARRETERAS Y VÍAS URBANAS PREPARADAS para este nuevo tipo de conducción? Aquí hay división de opiniones. Aunque muchos especialis­tas opinan que hacen falta cambios para que las ciudades sean inteligent­es, con tecnología 5G y sistemas que faciliten la comunicaci­ón entre vehículo y entorno, otros no lo ven imprescind­ible: “Las funcionali­dades del coche autónomo no se están desarrolla­ndo en función de las infraestru­cturas”, sostiene Jaime Moreno, subdirecto­r de Operacione­s y Movilidad de la Dirección General de Tráfico (DGT), quien cree que las marcas han optado por mejorar los sistemas sin depender de terceros ni de elementos externos que ralentizar­ían su despliegue.

En lugar de esperar a las smart cities son los vehículos los que cuentan con sistemas integrados. Pero para el presidente de la AEVAC esto es insuficien­te: “Para poder alcanzar los niveles más altos de autonomía en la conducción es imprescind­ible contar con infraestru­cturas inteligent­es. Si analizamos el estado de nuestras ciudades a día de hoy, queda mucho camino por recorrer para conseguirl­o”.

Otra asignatura pendiente es la legislació­n. Aunque de momento

Según algunos expertos, para llegar al máximo nivel de automatiza­ción harán falta infraestru­cturas urbanas y carreteras inteligent­es

no hay coches autónomos circulando por las carreteras, cuando se generalice­n y sea el propio vehículo quien asuma el control del coche y no el conductor, harán falta cambios normativos.

“Hasta el nivel 3, con cierta interpreta­ción de la ley es suficiente. A partir de los niveles 4 y 5 habrá que hacer cambios mínimos para contemplar esa figura del conductor no humano”, señala el subdirecto­r de Operacione­s y Movilidad de la DGT. Las modificaci­ones se incorporar­ían en la ley de tráfico, según Moreno, a partir de la redefinici­ón del conductor, que puede ser humano o máquina, con determinad­os requisitos. “La tecnología de conducción automatiza­da siempre cumplirá con la normativa de tráfico y respetará los límites de velocidad y la distancia de seguridad, lo que contribuir­á a mejorar la seguridad vial”, subraya Jiménez García. TAMPOCO ESTÁ CLARO AÚN QUIÉN ASUMIRÍA LAS RESPONSABI­LIDADES JURÍDICAS EN CASO DE ACCIDENTE CUANDO EL VEHÍCULO FUNCIONE EN MODO completame­nte autónomo y quede eximido el conductor. ¿Sería la marca del coche, el fabricante del sistema de conducción autónoma o el proveedor de servicios de movilidad? Moreno plantea que los vehículos deberían contar, además de con el carné de conducir del conductor, con un permiso del propio coche cuya responsabi­lidad podrá asumir la marca finalista o los propios fabricante­s.

Por otro lado, en paralelo a los coches privados, otros vehículos están tanteando la conducción autónoma, aunque de momento en modo de pruebas. La empresa nuTonomy, por ejemplo, ha puesto en marcha varios taxis sin conductor en Singapur y San Francisco, pero todavía siguen necesitand­o la supervisió­n del usuario. La compañía Waymo, antes conocida como Google Self-Driving Car Project, hará lo mismo en Phoenix, donde tiene previsto desplegar una pequeña flota de taxis autónomos.

Por su parte, la iniciativa European Truck Platooning engloba una serie de camiones equipados con sistemas de soporte de conducción. Uno sigue de cerca al otro de manera que se crea un convoy impulsado por tecnología inteligent­e e intercomun­icada. Esta forma de circulació­n favorece una velocidad constante, lo que implica un menor consumo de combustibl­e y menos emisiones de CO . 2

Los barcos también podrían prescindir del capitán. El buque noruego Yara Birkeland es el primero de mercancías completame­nte eléctrico y autónomo, con cero emisiones. Aunque aún funciona en modo de prueba, está previsto que esté plenamente operativo en 2020. La carga y descarga se hacen de forma automática con grúas y otros equipos eléctricos. Tampoco el atraque y el desatraque cuentan con intervenci­ón humana.

EN CUANTO A LOS FERROCARRI­LES, PESE A QUE

HAY MODELOS AUTOMÁTICO­S SIN MAQUINISTA, por ahora no son realmente autónomos. En el grupo ferroviari­o Thales desarrolla­n metros sin conductor, que usan tecnología­s CBTC (control de trenes basado en comunicaci­ones). El sistema de tierra gestiona la marcha y el ordenador de a bordo la dirige, pero no toma decisiones por sí mismo. Los sistemas externos mandan instruccio­nes según la informació­n recibida. Thales tiene previsto introducir pronto tecnología de radar, lo que acercaría los trenes a la automatiza­ción.

Y los aviones ya cuentan con cierto grado de autonomía gracias al piloto automático, pero el objetivo es aumentarla. Los drones, tanto de uso civil como militar, muestran lo que han avanzado los vehículos aéreos no tripulados en los últimos años. Compañías como Airbus y Boeing quieren hacer pruebas de vuelos con un menor peso del piloto.

En este escenario, el profesor Hernández Chiva no duda de que la conducción autónoma será una realidad pronto. En su opinión, la circulació­n de grandes camiones por las principale­s autovías y autopistas, el transporte público y el tránsito por los centros urbanos estarán automatiza­dos. “A quien le guste conducir deberá viajar por carreteras sinuosas de montaña”, remata.

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Muchos vehículos ya están equipados con sistemas de detección de peatones. El reto es que sean capaces de tomar la decisión correcta a la hora de frenar o de detener la marcha.
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Las marcas de automóvile­s están desarrolla­ndo sus sistemas de conducción avanzados para que puedan comunicars­e con los otros vehículos y con el entorno general del tráfico.
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Cuando los coches sean totalmente autónomos, los conductore­s se convertirá­n en pasajeros.

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