Días contados
DANIEL DEFOE SE INSPIRÓ EN LAS PERIPECIAS DE VARIOS NÁUFRAGOS PARA COMPONER ESTA CÉLEBRE NOVELA DE AVENTURAS, EN LA QUE, ADEMÁS, EXPONE DIVERSAS REFLEXIONES POLÍTICAS, SOCIALES Y FILOSÓFICAS.
Se la conoce simplemente por el nombre de su protagonista, pero el título completo de la primera gran novela escrita en lengua inglesa es considerablemente más largo: La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en la costa de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres perecieron menos él. Con un relato de cómo al fin fue extrañamente liberado por piratas. Escrito por él mismo. La obra, escrita por Daniel Defoe, salió de la imprenta, en Londres, el 25 de abril de 1719. Meses después, añadió otro volumen – Más aventuras de Robinson Crusoe– y el año siguiente remató el conjunto con Reflexiones serias, que representaban una lectura alegórica de la novela original. La publicación fue todo un éxito, y a finales del siglo XIX existían más de setecientas versiones, entre ellas, ediciones adaptadas para niños y otras que eliminaban los párrafos más áridos. La primera traducción al castellano es de 1826, en una versión infantil. La primera edición íntegra llegó en 2012. EDGAR ALLAN POE, VIRGINIA WOLF, JAMES JOYCE Y OTROS MUCHOS AUTORES ELOGIARON LA OBRA, hasta el punto de considerarla un Don Quijote de la Mancha de los ingleses. El texto, salpicado de reflexiones sobre la religión, la organización jerárquica de la sociedad y el desarrollo de la civilización, muestra al personaje principal como un arquetipo, una especie de símbolo de la humanidad en su relación con la naturaleza, y ha sido llevado al cine numerosas veces. Luis Buñuel dirigió una de la primeras adaptaciones, con el título Aventuras de Robinson Crusoe, que se estrenó en Nueva York en 1954.
Aunque el relato de Defoe es ficticio, podría basarse en sucesos históricos. En 1609, Inca Garcilaso de la Vega describe en
sus Comentarios reales el caso de Pedro Serrano, un capitán español que en 1526 se convirtió en el único superviviente de un naufragio, cuando navegaba en una pequeña embarcación a 130 millas de la isla de San Andrés, en el Caribe. Serrano logró llegar nadando a un atolón y allí permaneció hasta que fue rescatado ocho años después. Ese banco de arena, formado por seis cayos, todavía no estaba en las cartas marinas; aparecería por primera vez con el nombre de Banco Serrana en un mapa holandés de 1545. El atolón carece de agua dulce y la vegetación es escasa, pero Serrano almacenó agua de lluvia y se alimentó de peces, mariscos, tortugas y aves cazadas en trampas. OTRO DE LOS ANTECEDENTES HISTóRICOS DE ROBINSON CRUSOE –este bien documentado– lo protagonizó Alexander Selkirk (1676-1721), un bucanero escocés que fue abandonado y estuvo cuatro años y cuatro meses en una isla desierta del Pacífico de unos 48 km2, en el archipiélago de Juan Fernández. Sus dos islas principales llevan hoy su nombre y el de Robinson Crusoe. A su vuelta a Inglaterra, en 1709, los detalles de su aventura se difundieron ampliamente, lo que sin duda sirvió de inspiración a Defoe para su novela, que ahora cumple trescientos años.