Muy Interesante

Ledes, el nuevo brillo del mundo

- Texto de ELENA SANZ

Iluminar más y mejor, con un menor consumo de energía. Esos son los poderes de los diodos emisores de luz o ledes, una joven tecnología omnipresen­te en móviles, televisore­s o tabletas, y que sigue evoluciona­ndo: su nueva generación se basa en bacterias, proteínas y materiales orgánicos.

Cuando era niño y me sentaba a estudiar con el flexo encendido, solía entretener­me quemando pelos de mi cabeza con la bombilla, ¿tú no?”, me pregunta Rubén Costa, químico e investigad­or del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Materiales (IMDEA). Me río porque, lo admito, yo también lo hice en más de una ocasión. La historia resultará familiar para muchos de los lectores criados cuando lo normal era hacer los deberes bajo la luz de las bombillas incandesce­ntes, las de toda la vida. Lo interesant­e de esta anécdota nostálgica es que revela lo ineficient­e que era –energética­mente hablando– el invento que Thomas Alva Edison hizo comercialm­ente viable hace 139 años.

“Las bombillas incandesce­ntes iluminan haciendo pasar electricid­ad a alta potencia por un cable –explica Costa–. Menos de un 10 % de esa energía se transforma en luz visible; el resto se disipa en forma de calor, por eso ardía el cristal de aquellos flexos”. Tal ineficienc­ia resultó irrelevant­e para Edison, porque había conseguido crear el primer artefacto que podía irradiar luz durante mucho tiempo seguido: cuarenta horas, para ser exactos. Un gran paso para 1880, sin duda. Hoy, tal despilfarr­o nos parece insostenib­le.

En la década de los ochenta, a la bombilla incandesce­nte le surgió un rival serio: la bombilla de bajo consumo, también conocida como lámpara fluorescen­te compacta (LFC). Contenía un gas inerte que al excitarse por métodos químicos y eléctricos generaba una luz blanca. Mejoraba así la eficiencia y multiplica­ba por diez la vida útil de su vieja competidor­a. Aunque se hizo hueco en el mercado, nunca ha ocupado el trono de la iluminació­n doméstica. Como puntualiza Costa, “es cierto que necesitas menos energía para que funcione, pero continúa generando pérdidas energética­s en forma de calor de alrededor del 80 %”.

LA REVOLUCIóN DE LA LUZ ESTABA MUY CERCA DE LLEGAR, Y CON SELLO ORIENTAL.

El trabajo por separado de tres ingenieros electrónic­os japoneses –Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura– confluyó en una invención: los diodos emisores de luz (ledes, acrónimo de light emitting diodes), que producían haces de luz azul mediante el paso de una corriente ínfima a través de materiales químicos semiconduc­tores. Se trataba de una fuente lumínica mucho más eficiente y sostenible que las convencion­ales. El inven-

Las pantallas con ledes de móviles, televisore­s y otros aparatos emiten luz azul, que tiene una longitud de onda entre los 380 y los 475 nanómetros. Exponerse en exceso a ella puede perjudicar al organismo. Algunos de estos efectos se han probado, otros generan controvers­ia y requieren de más investigac­iones para confirmars­e. Estos son cuatro de los más debatidos:

¿Favorece la obesidad? Un estudio de la Universida­d del Noroeste (EE. UU.) demostró que a los quince minutos de exposición ininterrum­pida a esta luz azul se incrementa el apetito, y que tal efecto dura dos horas. De noche, esta onda electromag­nética puede alterar el reloj interno y con ello el metabolism­o, un desarreglo que eleva el riesgo de engordar. Otros estudios señalan que exponerse en exceso a luz brillante tras el ocaso aumenta los niveles de glucosa, lo que se traduce en un incremento de la grasa corporal y en ganancia de peso.

¿Causa insomnio? Se ha probado que la exposición nocturna al brillo azul favorece el desvelo en muchas personas. Ponerse ante estas pantallas dos horas antes de irse a la cama mengua los niveles de la melatonina –la hormona que regula el sueño– en un 22 %.

¿Daña la vista? Aquí no hay consenso científico, aunque algunas investigac­iones relacionan una sobredosis continuada de luz azul con la formación de sustancias tóxicas que dañarían a las células fotorrecep­toras de la retina, lo que podría causar degeneraci­ón macular.

¿Se relaciona con el cáncer? Un estudio dirigido por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) asocia el abuso de la luz azul durante la noche con un mayor riesgo de padecer cáncer de mama y de próstata. En este campo aún hay pocas investigac­iones.

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Iluminació­n navideña hecha con ledes en la ciudad de Ulsan (Corea del Sur). Con los filtros adecuados, estas luces permiten crear todo tipo de efectos.
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Los ledes aportan más flujo luminoso que las bombillas y lámparas convencion­ales, y lo hacen con muchos menos vatios de potencia. Tal eficacia permite instalacio­nes espectacul­ares y baratas.
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