EL CE R E BRO Manual de uso y mejoras
Aprende a sacarle el máximo partido con la ayuda de la neurociencia
EN LAS SIGUIENTES PáGINAS ENCONTRARáS INFORMACIÓN RELEVANTE SOBRE LA ESTRUCTURA Y FISIOLOGÍA DE TU ÓRGANO PENSANTE. TEN EN CUENTA QUE ESTE HA SIDO DOTADO DE LA CAPACIDAD DE CAMBIAR Y ADAPTARSE, DE DESECHAR CONOCIMIENTOS Y ADQUIRIR OTROS NUEVOS. TODAS LAS EXPERIENCIAS Y EL ENTORNO LO REDIBUJAN. EN OTRAS PALABRAS, ES SUMAMENTE FLEXIBLE.
Lee atentamente estas instrucciones, tanto si eres un usuario experimentado como si te consideras un inexperto en la materia. Te ayudará a manejar y mantener adecuadamente tu cerebro. Este órgano está diseñado para su uso dentro del marco óseo rígido de un cráneo humano. Puede ser manejado desde los cero años sin que se necesite la supervisión de un adulto. Recuerda que jamás se fabrican dos cerebros iguales. Tanto en su funcionamiento como en su anatomía, cada uno resulta único. Esta singularidad se debe a una combinación de la genética y las experiencias individuales exclusivas de cada sujeto. Una imagen de tu cerebro captada con un escáner de resonancia magnética funcional permitiría identificarte con tanta o más precisión que tu huella dactilar, tal como han demostrado unos investigadores de la Universidad de Zúrich. Mantenlo al alcance de tus congéneres. El intercambio de ideas y pensamientos te aportará importantes beneficios. Es más, te recomendamos conversar cara a cara con tus vecinos e incluso con extraños cada vez que se te presente la ocasión, porque de ese modo aumentarán tus capacidades cognitivas y mejorará tu salud mental. A propósito de lo indicado en el punto anterior, es preciso destacar que este órgano se enfrasca en una actividad frenética para procesar y codificar toda la información generada durante el día a partir de sus contactos sociales, incluso cuando se encuentre descansando. La prioridad del cerebro es aprender del entorno social, y aprovecha el mínimo respiro que le concedemos para trabajar en ello, según indica la neurocientífica Meghan Meyer, del Dartmouth College (EE. UU). Asegúrate de utilizarlo para soñar despierto durante el día. Los expertos advierten de que hacerlo de vez en cuando es una señal de inteligencia y creatividad. Es más, las personas con cerebros muy eficientes no pueden evitar que su mente divague. El encéfalo cuenta con un piloto automático que entra en acción mientras tú sueñas despierto. Se ubica en la red neuronal por defecto, un grupo de células especializadas que, entre otras cosas, se encargan de llevar a cabo acciones que, por rutinarias, han dejado de requerir tu atención consciente. Ocurre cuando te atas el nudo de los zapatos, te lavas los dientes o conduces por el camino de siempre. Tu cerebro sigue dos directrices: buscar el placer y evitar el dolor. La mayor parte de las experiencias que te causan bienestar activarán en él una especie de botón de recompensa. Eso incluye cosas tan variopintas como ser altruista, tener un orgasmo, comer chocolate, saciar nuestra curiosidad, jugar al póker, rezar, escuchar música y bailar hasta la extenuación. Cerciórate de que nunca le falta oxígeno. Es extremadamente sensible a la escasez de este gas, mucho más que cualquier otra parte de tu cuerpo. Unos minutos privado del mismo pueden causarte secuelas irreversibles. Según descubrieron hace poco científicos españoles y neerlandeses, la culpa la tiene la enzima NOX4, que aumenta su expresión en el momento en que se produce una carencia del citado elemento. Aunque la NOX4 apenas afecta a otros órganos, su incremento en el cerebro es devastador. No te preocupes si, como usuario, experimentas una atracción irrefrenable hacia los cuentistas y los narradores de historias. Viene de fábrica. Los neurocientíficos han comprobado que leer o escuchar anécdotas personales aumenta nuestra empatía hacia los demás, independientemente de nuestros orígenes o del idioma en que nos comuniquemos. Cuando se trata de datos, se activan los centros del cerebro que se encargan de procesar la información. Sin embargo, en el momento en que alguien nos relata algo, todo el cerebro se enciende: los núcleos emocionales, los auditivos, los olfativos, los visuales, los motores... Es como si lo viviésemos nosotros mismos. Este órgano peca de egocéntrico. Lo notarás al instante, por ejemplo cuando mires una foto de una multitud y sea tu propia cara lo que detecte primero; o cuando tu cabeza se gire rápidamente al escuchar que alguien pronuncia tu nombre en una habitación ruidosa y atestada de gente. No es que tengas superpoderes. Lo que ocurre es que la memoria a corto plazo –o memoria de trabajo– prioriza todo lo que nos atañe directamente. Este orden de preferencias hace que lo que nos es propio se identifique siempre antes que lo que nos resulta simplemente conocido o extraño y se anteponga a la hora de tomar decisiones. Si quieres que alguna acción beneficiosa se transforme en hábito, utiliza la opción replay. Es decir, repite; hasta la saciedad, si es preciso. Según un estudio de la Universidad de Warwick, que una práctica se consolide no depende tanto de la satisfacción que nos proporcione el acto en sí, sino de cuántas veces lo repitamos. La insistencia es la madre de la rutina.