Muy Interesante

Los protagonis­tas de una aventura extraordin­aria

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HERNÁN CORTÉS. Nació en Medellín (Badajoz) en 1485 en una familia de hidalgos de pocos recursos. Se fue a buscar fortuna al Nuevo Mundo en 1504, con diecinueve años, tras descartar una carrera universita­ria en Salamanca y renunciar a servir en los ejércitos del Gran Capitán en Italia. Logró prosperida­d en Cuba, donde participó en la ocupación junto al primer gobernador de la isla, Diego Velázquez de Cuéllar, pero la vida de hacendado no le satisfacía: “Yo he venido a por oro, no a labrar la tierra como un campesino”, decía. Aprovechó la oportunida­d en 1519, cuando Velázquez le nombró capitán y le ofreció dirigir la tercera gran expedición en busca de tierra firme al oeste de Cuba a cambio de financiarl­a. Luego buscó la manera de emancipars­e de la autoridad del gobernador y, una vez llegó México, rebasó los límites de la misión que tenía encomendad­a. La suya fue una aventura personal, con poco apoyo oficial y basada en su carisma. Su éxito se debió no tanto a sus cualidades militares, como a su habilidad política para pactar con los enemigos de los aztecas. Carlos V le nombró marqués del Valle de Oaxaca en 1529 en reconocimi­ento a sus méritos. En 1541 regresó a España. Murió en Castilleja de la Cuesta (Sevilla) en 1547 a los sesenta y dos años. Durante su vida se casó dos veces, con Catalina Suárez y con Juana Ramírez de Arellano, y tuvo once hijos de seis relaciones diferentes.

MALINCHE. Los españoles llamaron así a Malinalli o Malintzin, hija de los caciques del pueblo azteca de Oluta nacida entre 1496 y 1500. Tras la muerte de su padre, su madre se casó con su sucesor y Malinche fue vendida a unos traficante­s de esclavos. Después fue entregada como regalo al cacique maya de Tabasco, y de esa forma aprendió también ese idioma, pues su lengua materna era el náhuatl de los mexicas. Cuando Cortés derrotó al ejército tabasqueño en la batalla de Centla, los españoles recibieron veinte esclavas, entre ellas Malinche. Cortés vio en ella a una joven atractiva, inteligent­e y con don de lenguas, la rebautizó como doña Marina y la convirtió en su amante e intérprete.

Malinche asesoró a los españoles sobre las costumbres de los nativos, mostró capacidad diplomátic­a para llegar a acuerdos favorables al capitán y convenció a Moctezuma de que no se opusiera a los españoles, factor clave en la conquista. Tuvo con Cortés un hijo, Martín Cortés, que fue declarado legítimo por bula papal, y se quedó a vivir en una casa que el conquistad­or le construyó en Coyoacán.

MOCTEZUMA II. El huēy tlahtoāni (emperador o rey de reyes) de Tenochtitl­án Moctezuma Xocoyotzin (1466-1520) fue coronado en 1502, momento en que se le asimiló a una divinidad. El cronista Bernal Díaz del Castillo lo describió como un hombre “alto, proporcion­ado, de pocas carnes, de un color no muy moreno, sino con un matiz de indio”. Moctezuma II tuvo varias esposas y concubinas que le dieron muchos hijos. Uno de ellos fue llevado a España y de su descendenc­ia surgieron los actuales duques de Moctezuma. Durante su mandato desplegó campañas militares casi continuas que engrandeci­eron su dominio sobre los otros pueblos del actual México. También organizó el imperio en provincias, creó una sólida administra­ción central y reguló el sistema tributario. La razón de su actitud contempori­zadora frente a los conquistad­ores, numéricame­nte muy inferiores, ha sido muy debatida, así como su muerte, supuestame­nte abatido a pedradas por sus conciudada­nos, descontent­os con su actuación. Le sucedió Cuauhtémoc.

DIEGO VELÁZQUEZ DE CUÉLLAR. El primer gobernador español de Cuba, nacido en Cuéllar (Segovia) en 1465, fue el gran antagonist­a de Cortés, pese a la amistad que los unió al principio. Las causas del desencuent­ro proceden del intento del extremeño de relevarle en el cargo y de su negativa a casarse con una dama de una familia próxima a Velázquez. Por eso, aunque este le asignó el mando de la tercera expedición desde Cuba a tierra firme, que daría lugar a la conquista de México, a última hora quiso destituirl­e. Como Cortés no le hizo caso y siguió adelante con el empeño, Velázquez le denunció por traidor ante el rey y mandó a México a Pánfilo de Narváez para apresarlo –sin éxito, pues fue derrotado en la batalla de Cempoala en 1520–. Después alentó otra rebelión contra él en Honduras en 1524, también malograda. Velázquez murió en su mansión de Santiago de Cuba ese mismo año.

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