Los hechos principales de una conquista improbable
Tras participar en la conquista de Cuba, donde consiguió tierras, Hernán Cortés se convirtió en alcalde de la ciudad de Santiago de Cuba, entre 1515 y 1518. Mientras tanto, Diego Velázquez, gobernador de la isla, envió dos expediciones al oeste, hacia las costas de Yucatán. La primera fracasó, pero la segunda trajo noticias de un imperio en tierra firme y posibilidades comerciales, por lo que buscó un aliado para cofinanciar una misión más ambiciosa. Pensó en Cortés, pese a que había tenido rifirrafes con él e incluso le había encarcelado en una ocasión. Sin embargo, a última hora Velázquez se arrepintió y pretendió destituirle. Cuando Cortés lo supo, decidió arriesgarse y partió de Cuba antes de lo previsto, el 10 de febrero de 1519, con once naves y seiscientos hombres.
Tras alcanzar la isla de Cozumel, frente a la península de Yucatán, los españoles llegaron a la desembocadura del río Tabasco. Lo remontaron en medio de la hostilidad de sus habitantes, los mayas chontales, a los que se enfrentaron en la batalla de Centla (14 de marzo). Allí se fraguó el temor a aquellos hombres barbados que montaban unas criaturas desconocidas, los caballos, y disparaban armas de fuego. Los jefes mayas que se rindieron tras la refriega les ofrecieron tributos materiales y oro, además de esclavas. Entre estas había una joven llamada a ser protagonista: Malinche, a quien Cortés convirtió en su amante y en intérprete para negociar con los nativos. También ayudó en esta tarea el clérigo sevillano Jerónimo de Aguilar, que había pasado varios años viviendo con los mayas. Al principio, hasta que la joven aprendió español, usaban una traducción a tres bandas: Malinche traducía del náhuatl al maya, y Aguilar de esta lengua al castellano.
Cortés llegó a unas playas del golfo de México que ofrecían buenas condiciones naturales y allí fundó la ciudad de Veracruz el 22 de abril de 1519. Con esta argucia ya no dependía legalmente de Velázquez, pues las ciudades de nueva fundación eran autónomas. Solo rendía cuentas a su concejo, promovido por él mismo, y podía gestionar a su antojo la expedición. Después hundió las naves por si alguien tenía tentaciones de dar la vuelta. No les quedaba otra que avanzar por tierra en pos del imperio azteca (o mexica).
Cuando el emperador Moctezuma II supo de los recién llegados y su deseo de riquezas, mandó unos emisarios con ofrendas de oro para mantenerlos alejados, pero eso aumentó la ambición de Cortés, que decidió ir a verlo para tratar directamente con él. Junto a sus hombres, emprendió una larga y difícil ruta hasta Tenochtitlán, la capital del imperio. Por el camino, con ayuda de Malinche, forjó alianzas con los tlaxcaltecas y los totonacas, pueblos locales sometidos por los aztecas. Uno de los hechos más controvertidos del trayecto fue la matanza de Cholula. Los cholultecas, pese a que eran fieles al poder azteca, recibieron a los españoles y a sus aliados nativos hospitalariamente, pero los tlaxcaltecas sospechaban una emboscada e informaron a Cortés. Este ordenó un “ataque preventivo”, en el que murieron más de 5.000 civiles. Con todo, cuando Cortés y sus hombres llegaron a Tenochtitlán, Moctezuma se mostró obsequioso y los alojó en su palacio. Si lo hizo porque veía en Cortés la reencarnación del dios Quetzalcoatl o porque lo temía, es un enigma, pero el hecho es que acabó cómplice o prisionero de los españoles, según las versiones. Su alianza con Cortés aplacó a su pueblo, pero después de que el capitán Pedro de Alvarado asesinase a multitud de nobles locales en la Matanza del Templo Mayor, los aztecas se rebelaron. Mataron de una pedrada a Moctezuma y masacraron a los españoles y sus aliados en la Noche Triste del 30 de junio de 1520.
Hernán Cortés logró huir. Tras ganar una batalla siete días después en la que perdió a muchos hombres en Otumba (llamada así porque el conquistador exclamó “¡Oh, tumba de mis soldados!”), llegó a Tlaxcala y renovó su pacto con este pueblo. Organizó una campaña más planificada que le llevó a dominar el Valle de México y a tomar Tenochtitlán en 1521. Refundó la ciudad y creó la Nueva España, que se convertiría en virreinato sobre el que siglos después surgiría el México actual.