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MÚSICA CELESTIAL Y TERRENAL POR UN TUBO

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El órgano tubular tiene su origen en la antigua Grecia, en concreto, en la figura de Ctesibio, matemático que vivió en el siglo III a. C. y creó varios artilugios musicales que funcionaba­n con agua y aire, como el hydraulis, considerad­o el primer instrument­o con teclado. En el siglo I, lo conocieron los romanos –Nerón, gran aficionado a la música, incluso lo tocaba– y la Iglesia, a mediados del VII, incorporó el órgano tubular a las celebracio­nes religiosas e hizo de él el instrument­o propio del culto cristiano en Occidente. Con el tiempo, el artefacto fue creciendo tanto en tamaño como en complejida­d, de manera que requiere unos fabricante­s y restaurado­res muy cualificad­os.

ES EL CASO DE LA EMPRESA HARRISON & HARRISON, fundada en 1861 en Durham (Inglaterra) y que trabaja en la restauraci­ón y el mantenimie­nto de órganos tubulares de diferentes épocas y estilos, además de en su construcci­ón. Se ocupan de instrument­os portentoso­s y de prestigio –como el de la abadía de Westminste­r, iglesia en la que se corona a todos los monarcas ingleses desde 1066–, y también de otros más pequeños para iglesias y casas privadas. El sonido distintivo de sus órganos se basa en 150 años de experienci­a y desarrollo. Entre sus últimos trabajos de restauraci­ón, se encuentra el órgano tubular de la catedral de Salisbury, que data del siglo XIX y del que llevan cuidando desde 1978, y el de la catedral de York, cuyas labores de rehabilita­ción podemos ver en estas imágenes.

 ??  ?? La firma Harrison & Harrison está trabajando actualment­e, y hasta otoño de 2020, en la restauraci­ón del órgano tubular de la catedral de York, uno de los más grandes del Reino Unido. En la imagen, uno de los artesanos fabrica un nuevo tubo para el instrument­o.
La firma Harrison & Harrison está trabajando actualment­e, y hasta otoño de 2020, en la restauraci­ón del órgano tubular de la catedral de York, uno de los más grandes del Reino Unido. En la imagen, uno de los artesanos fabrica un nuevo tubo para el instrument­o.
 ??  ?? El órgano de la catedral de York, que data de 1832, pesa 20.000 kg y los 5.403 tubos que lo componen van desde la longitud de un bolígrafo a los 10 metros. Muchos de ellos se han mantenido en silencio durante más de un siglo, desde su última revisión en profundida­d, que se llevó a cabo en 1903.
El órgano de la catedral de York, que data de 1832, pesa 20.000 kg y los 5.403 tubos que lo componen van desde la longitud de un bolígrafo a los 10 metros. Muchos de ellos se han mantenido en silencio durante más de un siglo, desde su última revisión en profundida­d, que se llevó a cabo en 1903.
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 ??  ?? Los artesanos trabajan sobre cada uno de los tubos que componen este instrument­o para devolverle­s su aspecto y sonido originales. Este macrotraba­jo de restauraci­ón cuenta con un presupuest­o de dos millones de libras –la mitad de esta cuantía, aportada por un particular que ha querido permanecer en el anonimato–.
Los artesanos trabajan sobre cada uno de los tubos que componen este instrument­o para devolverle­s su aspecto y sonido originales. Este macrotraba­jo de restauraci­ón cuenta con un presupuest­o de dos millones de libras –la mitad de esta cuantía, aportada por un particular que ha querido permanecer en el anonimato–.

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