CÓMO DETECTAR CÁMARAS OCULTAS
HAY DISPOSITIVOS ESCONDIDOS EN HOTELES, CASAS TURÍSTICAS Y OTROS ALOJAMIENTOS QUE GRABAN LA INTIMIDAD DE LOS CLIENTES Y LA TRANSMITEN ONLINE. ¡PROTÉGETE!
El neozelandés Andrew Barker llevaba catorce meses recorriendo Europa con su mujer y sus hijos cuando llegó a un apartamento de la ciudad irlandesa de Cork que había reservado online. Como muchas otras familias, habían cambiado los hoteles por cómodos y económicos alojamientos que encontraban en Airbnb, la web en la que particulares ofrecen su casa o piso a turistas y viajeros. Barker, ingeniero informático, se molestó en analizar la red wifi del lugar para verificar su seguridad. Así descubrió una videocámara camuflada tras un detector de humos en el techo del salón: retransmitía todos sus movimientos.
CUANDO LA FAMILIA NOTIFICÓ A AIRBNB EL ATROPELLO, la empresa les advirtió: si cancelaban la reserva, perderían su dinero. Cuando llamaron al dueño del piso para saber si había más cámaras o micrófonos, este colgó el teléfono. Tuvieron que denunciar el caso en Facebook para que Airbnb retirara el anuncio de su plataforma. Sus normas exigen que los anfitriones “informen sobre cualquier dispositivo de vigilancia instalado en sus alojamientos”, pero no hay protocolos para comprobar que esto se cumple. Muchos caseros instalan medidas para protegerse de posibles robos, algo que se puede llegar a comprender en el contexto de este negocio. Pero otros lo hacen con intenciones mucho más siniestras.
HACE UNOS MESES, LAS AUTORIDADES DE COREA DEL SUR desvelaron la existencia de una red de miles de cámaras distribuidas en decenas de moteles del país que reproducían por streaming vídeos de parejas manteniendo relaciones sexuales: las imágenes llegaban a una web con más de cuatro mil suscriptores. Los detenidos ni siquiera trabajaban para estos establecimientos. Habían entrado en ellos como inquilinos e instalado las cámaras en los receptores de televisión por cable, los conductos de ventilación y los soportes de los secadores; también las habían camuflado tras enchufes, plantas, lámparas... Muchos de los objetos conectados del internet de las cosas integran cámaras, micrófonos y sensores de movimiento. El pequeño tamaño y el precio de estos dispositivos facilitan tanto su uso que se ha disparado su popularidad entre depredadores y acosadores. Crece el número de mujeres vigiladas por sus exparejas con cámaras que han dejado ocultas en su propio hogar.
NO HACE FALTA SER INGENIERO PARA RASTREAR CÁMARAS. Por menos de cien euros se venden detectores de mano que usan infrarrojos para encontrar señales. También hay apps que emplean los sensores del móvil con ese fin. Programas como Hidden Camera Detector (Android) o iamnotified (IOS) nos ayudan a descubrir actividad sospechosa. A largo plazo, los más vigilantes pueden monitorizar todo lo que pasa en una red wifi local con las herramientas de rastreo de Kali Linux, una distribución que cabe en una memoria USB. Un consejo: si encontráis una cámara en la habitación del hotel, no la rompáis ni la arranquéis de su sitio, aunque sea la reacción natural. Tapad su lente con vaselina o cualquier sustancia viscosa y llamad a la policía. Grabar a una persona en la intimidad sin su permiso es ilegal, aunque se aloje en la casa del dueño de la cámara.