Ganarse la vida como un influencer... real
Cuánto gana un influencer por su actividad en redes sociales es una de las preguntas más frecuentes entre quienes aspiran a entrar en este universo. Después de todo, ¿a quién no le gustaría llevar una vida de ensueño, viajar por todo el mundo, comer en restaurantes de cinco tenedores y dormir en los mejores hoteles y, además, cobrar por ello? La respuesta no es sencilla, porque depende de muchísimos factores, incluidos el canal que se utiliza para una campaña determinada o el tipo de audiencia a la que se dirige. Es posible que un instagrammer con miles de seguidores ingrese poco dinero si esos followers están muy dispersos o no hacen comentarios frecuentes en sus fotografías o stories. En cambio, un influencer con pocos seguidores, pero muy influyentes y activos, puede estar en mejores condiciones para negociar campañas más lucrativas. Lo habitual para conseguir un buen nivel de ingresos es superar los 100.000 – pero en los últimos años también ha crecido el fenómeno de los microinfluencers, usuarios con una red social menos extensa pero capaces de influir en las decisiones de una audiencia muy específica que interesa a una marca.
No es oro todo lo que reluce. La vida de estos personajes, en cualquier caso, no es tan glamurosa como aparenta. Conseguir vivir de ello requiere esfuerzo, creatividad y dedicación, como cualquier otro trabajo, y la presión puede llegar a ser muy alta y tener consecuencias graves en su salud física y mental. Muchos influencers han reconocido que tienen que lidiar con altos niveles de ansiedad por la presión constante de tener que mostrar una vida perfecta. Algunos se han visto obligados a tomarse un descanso o incluso a abandonar por completo la profesión.
En el caso de los influencers virtuales los parámetros son otros, claro. A menudo tienen detrás a un equipo profesional que se encarga de controlar los diferentes aspectos de su vida en Instagram y otras redes sociales. Pero aunque están creciendo en popularidad, aún se trata de un conjunto pequeño comparado con los influencers de carne y hueso. Esto hace que las tarifas que cobran sean a menudo menores que en el caso de marcas ya establecidas y que la situación genere estrés entre todas las partes que se ocupan del mantenimiento de estos personajes.