Los hackers del ‘biohacking’
Muchos biohackers y grinders afirman que hacerse pequeñas mejoras es inocuo, sobre todo cuando se trata de implantarse elementos tan básicos como un chip NFC, que permite hacer pagos acercándolo a un receptor. No obstante, los expertos en ciberseguridad no opinan lo mismo. “Algunos elementos son más susceptibles de ser hackeados si cuentan con alguna forma de comunicación. Los sistemas NFC o Bluetooth, por ejemplo, presentan ciertas vulnerabilidades, y un dispositivo que los integre podría ser atacado o falsificado”, señala Eusebio Nieva, director técnico de la firma Check Point para España y Portugal. Nieva aclara que los chips implantables que estén equipados con estas tecnologías no son más inseguros que los convencionales, pero presentan ciertos problemas adicionales. Así, pone como ejemplo lo que ocurriría si te quisieran quitar la cartera o las llaves de casa. Obviamente, si llevas un implante para pagar o abrir la puerta de tu apartamento, los amigos de lo ajeno pueden hacerte mucho más daño físico para conseguirlos.
Además, la cosa se complica si esos dispositivos afectan a algún aspecto de nuestra salud. “Que puedan hackearse a distancia resulta muchísimo más peligroso, por lo que habría que tener más precauciones”, alerta Nieva. Se pueden realizar ataques indirectos, por ejemplo apoderándose de un ordenador o un teléfono inteligente que se conecte con los implantes o incluso desde los propios equipos de los fabricantes.
El riesgo es aún mayor si están cerca de un órgano vital o interviene en sus funciones. La posibilidad de dañar a alguien que lleve una bomba de insulina o un marcapasos conectado no se limita a la ficción, es algo que ya puede suceder.
En el futuro, quizá se extienda el uso de miembros robóticos o exoesqueletos, que suplirían o mejorarían algunas de nuestras capacidades físicas. Pero ello también conlleva una amenaza. Si fuesen hackeados, podría obligarse a su portador a llevar a cabo acciones que escaparían a su control, como autolesionarse o agredir a otros. “En este sentido, sería mucho más fácil proteger las máquinas no conectadas a una red que las que lo hicieran a través de wifi o Bluetooth, por ejemplo”, concluye Nieva.