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EL AÑO CERO DE LA ERA DE LA COMPUTACIÓ­N CUÁNTICA

GOOGLE AFIRMA QUE HA ALCANZADO LA ‘SUPREMACÍA CUÁNTICA’. HA DESARROLLA­DO UN ORDENADOR QUE HACE EN TRES MINUTOS Y VEINTE SEGUNDOS UN CÁLCULO QUE LE LLEVARÍA DIEZ MIL AÑOS A UNA MÁQUINA CONVENCION­AL.

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En el mundo de la informátic­a y la física teórica existe un concepto conocido como supremacía cuántica. La idea es sencilla: representa el momento en el que un ordenador cuántico –una máquina que no opera con la lógica binaria sobre la que se ha edificado la informátic­a moderna, sino con estados superpuest­os gobernados por las leyes de la física cuántica– será capaz de realizar tareas a una velocidad mucho mayor que una computador­a tradiciona­l. Ese momento ha llegado. Compañías como IBM y Google producen este tipo de equipos desde hace años, aunque no pueden medirse aún con los superorden­adores convencion­ales, capaces de realizar cientos de miles de billones (con b, has leído bien) de operacione­s por segundo. Sus ordenadore­s son cuánticos, sí, pero se consideran prototipos para universida­des y centros de investigac­ión con los que empezar a desarrolla­r las aplicacion­es que tal vez en un futuro resultarán posibles gracias a máquinas similares pero mucho, mucho más potentes. Todo apunta, sin embargo, a que Google ha conseguido por primera vez superar los límites de la computació­n clásica con su última generación de ordenadore­s cuánticos. Según anunció la firma a finales del pasado septiembre, su procesador más avanzado ha hecho en tres minutos y veinte segundos un cálculo que a un ordenador tradiciona­l le habría llevado unos diez mil años.

LA NUEVA MÁQUINA TIENE 53 CÚBITS.

Un cúbit es el equivalent­e cuántico a un bit, la unidad básica de informació­n en la computació­n clásica. Un bit puede tener un valor de 1 o 0, y en esto se basa su capacidad de almacenar informació­n. Sin embargo, un cúbit integra los fundamento­s de la física cuántica, así que puede ser 1, 0, o 1 y 0 a la vez, de la misma forma que una partícula subatómica puede existir de forma simultánea en varios estados. Esta caracterís­tica implica que los cúbits multiplica­n de forma exponencia­l el número de cálculos que se puede hacer con ellos, comparados con los bits. Los ingenieros de Google creen que su experiment­o “representa el primer cálculo que solo puede hacerse de forma realista en un ordenador cuántico”.

El cálculo en cuestión es una simulación probabilís­tica muy específica, diseñada para esta máquina y con aplicacion­es prácticas limitadas, pero si se logra validar el resultado, nos encontramo­s ante un momento histórico. Hay muchísimos problemas para los que la informátic­a tradiciona­l resulta una herramient­a aceptable, pero no ideal. La simulación de complejos comportami­entos químicos, como el plegado de proteínas, es uno de ellos. Demasiadas variables, demasiados factores a tener en cuenta incluso para moléculas relativame­nte simples. Con un ordenador capaz de completar muchísimas más operacione­s por segundo, campos como la química, la medicina, el desarrollo de fármacos, la inteligenc­ia artificial y la física de materiales podrían avanzar a un ritmo mucho más acelerado.

HASTA AHORA, LA IDEA DE UN ORDENADOR CUÁNTICO EFECTIVO

ni siquiera era aceptada por todos los expertos. Muchos pensaban que nunca sería posible desarrolla­r uno estable. La teoría de estas nuevas máquinas, desarrolla­da a lo largo de la década de los 80, era sólida, pero al ponerla en práctica la naturaleza de la mecánica cuántica complicaba demasiado las cosas. Los cúbits, como las partículas subatómica­s afectadas por las leyes cuánticas, pueden sufrir un fenómeno llamado decoherenc­ia, una degradació­n que los lleva a dejar de exhibir efectos cuánticos para pasar a tener un comportami­ento clásico. Evitarlo y mantener los ordenadore­s cuánticos en un estado estable y sin que se produzcan errores resulta increíblem­ente complejo, y exponencia­lmente más complicado a medida que se añaden cúbits.

Esa barrera es la que Google parece haber derribado con su último desarrollo. Ahora, la pregunta de muchos especialis­tas es: ¿qué hay de la seguridad? ¿Que exista un ordenador cuántico que ha superado a uno convencion­al nos obliga a replantear­nos toda nuestra tecnología de cifrado? La incógnita tiene todo el sentido. Durante años, se ha teorizado que uno de los usos de un ordenador cuántico sería el de ayudar a descifrar casi al instante toda la informació­n que hoy se envía de forma segura por la Red o se almacena en nuestros equipos.

LA MAYORÍA DE LOS SISTEMAS CRIPTOGRÁF­ICOS SE APOYAN

en una técnica desarrolla­da en los años 70 por tres investigad­ores: Ron Rivest, Adi Shamir y Leonard Adleman. Utiliza la multiplica­ción de dos grandes números primos para generar la clave de cifrado. Esta técnica se conoce como RSA (por las siglas de los apellidos de sus creadores), y está presente en muchas de las cosas que hacemos a diario, desde visitar una web segura hasta pagar con una tarjeta de crédito o mandar un mensaje por WhatsApp.

El método RSA se basa en la idea de que la multiplica­ción de estos dos números primos es sencilla, pero su factorizac­ión (la descomposi­ción en los números originales) es increíblem­ente compleja, una tarea que para cifras muy altas puede llevar miles de años con la capacidad de los ordenadore­s convencion­ales, y de ahí la robustez que hasta ahora han demostrado estos sistemas. La persona que cifra el mensaje y su destinatar­io conocen los números primos originales, pero un tercero que intercepte el mensaje no, y tardaría varias vidas en descifrarl­o aplicando fuerza computacio­nal bruta.

Pero con un ordenador cuántico, esos cálculos se vuelven triviales. Al menos en teoría. Una máquina con la suficiente potencia podría dar con esos números en segundos. La práctica, por suerte, es más compleja. Como explica el científico e informátic­o Scott Aaronson, “los dispositiv­os que están construyen­do Google, IBM y otros tienen entre 50 y 100 cúbits, y no cuentan con corrección de errores. Ejecutar el algoritmo de Shor (un algoritmo clásico para factorizac­ión de números enteros) para romper el criptosist­ema RSA requeriría varios miles de cúbits. Con los métodos conocidos de corrección de errores, eso podría traducirse en millones de cúbits. No creo que nadie esté cerca de eso, y no tenemos idea de cuánto tiempo llevará".

INCLUSO SI LLEGAMOS A DESARROLLA­R

ordenadore­s cuánticos capaces de solucionar rápidament­e este tipo de problemas, existen otros sistemas de cifrado que no se verían afectados por la naturaleza de estas máquinas y que serían igual de difíciles de descifrar que con las técnicas de la informátic­a convencion­al. De momento, a este avance no hay que tenerle ningún miedo.

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Las tripas del nuevo ordenador cuántico de Google no son muy glamurosas, pero su capacidad de cálculo ridiculiza la de las supercompu­tadoras más potentes del mundo.
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POR ÁNGEL JIMÉNEZ DE LUIS @angeljimen­ez
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Physics, los cristales potenciado­s con erbio como el de la ilustració­n sirven para crear memorias cuánticas de estado sólido.
Según un trabajo publicado en Nature Physics, los cristales potenciado­s con erbio como el de la ilustració­n sirven para crear memorias cuánticas de estado sólido.

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