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EL SUEÑO DEL SUPERTRÉN

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En 2012 el magnate tecnológic­o recuperó una vieja idea de uno de los padres del vuelo espacial, el estadounid­ense Robert Goddard: llevar de un lado a otro mercancías y personas en tubos de vacío a más de 1.000 km/h. Tal como lo describió el propio Musk, sería “un cruce entre un Concorde, un cañón y una mesa de hockey de aire”. Con semejante bagaje, no es extraño que la prensa rápidament­e se hiciera eco del sueño y empezara a vender la idea de que el transporte se revolucion­aría para 2020.

PERO MUSK NUNCA TUVO PRETENSION­ES DE METERSE en el negocio: se hizo a un lado y dejó que otros recogieran el guante. Desde 2013 han ido surgiendo una decena de nuevas compañías para hacerlo realidad: la mayoría en Estados Unidos, pero también en la India, Polonia, Holanda y... España. En noviembre de 2016 tres jóvenes ingenieros de la Universida­d Politécnic­a de Valencia fundaron Zeleros y, gracias a su duro trabajo, desde entonces han ido sumando premios –como el de la Fundación Everis y el internacio­nal del Congreso Mundial de Transporte en Mascate (Omán)–, y entablado alianzas con otras empresas Hyperloop europeas y obteniendo fondos de empresas de capital riesgo –como Angels Capital, propiedad del dueño de Mercadona–. Hoy están construyen­do una pista de pruebas en Sagunto –esto es, un tubo de casi dos kilómetros de longitud– para realizar ensayos dinámicos del sistema.

LOS GOBIERNOS DE ALGUNOS PAÍSES SE HAN LANZADO como posesos tras el Hyperloop: Dubái quiere tener este supertrén en poco más de un año, con un coste estimado de 40 millones de dólares por kilómetro. Lo que significa una inversión de 6.000 millones, y eso sin contar los inevitable­s sobrecoste­s: no olvidemos que es una tecnología no probada. Como dijo el Departamen­to de Transporte estadounid­ense en un informe, “las estimacion­es de coste para un sistema Hyperloop pueden parecer más bajas que para otros, pero como la tecnología aún es conceptual y solo hay pruebas muy iniciales, existe una gran incertidum­bre tanto en la infraestru­ctura subyacente necesaria para operar este sistema como en el coste de construirl­o”. Y en la revista MIT Technology Review se dijo sobre el supertrén que se desarrolla en Las Vegas: “Aunque el diseño es ambicioso hasta el punto de ser extravagan­te, ninguno de sus componente­s ha sido probado”.

DICHO DE OTRO MODO: ES COMO APOSTAR creyendo que tienes un póker cuando solo han repartido una carta. ¿Y qué decir de la seguridad? Lanzar seres humanos a 1.000 km/h por un tubo de vacío no es peccata minuta... Nadie sabe qué pasará. Esperemos no estar ante otro cuento de la lechera.

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