Otras cuatro formas más de extinguirnos
1. UNA SUPERNOVA O UN ESTALLIDO DE RAYOS
GAMMA. Si sucede suficientemente cerca, la energía liberada en estas explosiones calentaría la atmósfera y se formarían óxidos de nitrógeno que destruirían la capa de ozono. Si se produce a solo unos cuantos años luz de distancia, la explosión podría barrer la atmósfera.
2. SUPERVULCANISMO. Hace 70.000 años, en el lago Toba de Sumatra se produjo la mayor erupción volcánica de la historia, catalogada con un ocho –el máximo– en el índice de explosividad volcánica. Podría repetirse con mayor intensidad y llevar al planeta a un invierno nuclear. La caldera de Yellowstone (EE. UU.) es una posible candidata.
3. ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA. En los años de la Guerra Fría el peligro venía de las dos grandes potencias y de sus arsenales nucleares. En la actualidad, cualquiera que posea unos mínimos conocimientos de bioquímica y bacteriología puede lanzar un ataque. Enfermedades hoy erradicadas, como la viruela, podrían rebrotar de manera más virulenta en el laboratorio de un grupo terrorista que haya comprado una cepa en el mercado negro.
4. SUICIDIOS MASIVOS. La OMS estima que 500 millones de personas sufren algún tipo de desorden psicológico; la depresión es la segunda causa de muerte en el grupo de quince a veintinueve años. Una tendencia creciente a medida que aumente la esperanza de vida y nos enfrentemos más a la soledad y la enfermedad.