Adictos que hicieron época
Alcanzaron fama, pero eran seres con debilidades, acuciados por la presión del éxito. Muchos actores, escritores, músicos, políticos o pintores hallaron en el opio, la cocaína o el cannabis alivio o refuerzo para crear sus obras, pero también la destrucción de su personalidad, su economía o incluso su vida.
Las razones que llevan a la drogadicción son diversas y a veces inescrutables. En el caso de las celebridades, el peso y la presión del éxito pueden influir, pues son factores que alteran la sensibilidad que ha dado lugar a su genialidad y méritos. Si de verdad conociésemos la vida íntima de todos los personajes destacados de la historia, la lista de enganchados al alcohol, las drogas ilegales o ciertos medicamentos sería interminable. Incluso reduciéndola, como en este reportaje, al área de los estupefacientes consumidos desde los tiempos más remotos, ya es bastante larga, como podréis comprobar.
LA INGESTA DE DIFERENTES DROGAS DEBIÓ DE SER SIGNIFICATIVA POR PARTE DE MUCHOS FARAONES EGIPCIOS, dada la forma en que se describen el opio, la mandrágora y el antimonio en el papiro conocido como Ebers, un tratado médico escrito en tiempo de Amenhotep I, hacia 1500 a. C. Esas sustancias se usaban inicialmente como medicinas, y no se menciona que la adicción a ellas supusiese un problema. Algo parecido sucedía en la Grecia y Roma clásicas, donde se fumaba marihuana en las reuniones de las clases altas. Siguiendo las recomendaciones del prestigioso médico Galeno, Marco Aurelio, el emperador más filósofo, autor de las Meditaciones, iniciaba las mañanas con una porción de opio diluida en vino tibio. Era una versión reducida de la llamada triaca, brebaje basado en la adormidera al que se añadían infinidad de ingredientes, de origen animal, como la carne de víbora, vegetal y mineral. Este preparado fue usado por otros emperadores: Nerva, Trajano, Adriano, Séptimo Severo, Caracalla... La triaca traspasó los siglos y fue una droga esencial en la Edad Media, junto al cannabis y la mandrágora.
Restos de marihuana y cocaína fueron hallados en pipas descubiertas en las inmediaciones de la casa de Shakespeare en Stratfordupon-Avon, su localidad natal, pero no pudo ser el escritor ni nadie