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¡Peligro, cianobacte­rias!

- Texto de ÁLEX FERNÁNDEZ MUERZA

Estos microorgan­ismos que hacen la fotosíntes­is y viven en el agua son imprescind­ibles para la vida, pero cuando superan determinad­os niveles se convierten en un enemigo muy serio. Su actual proliferac­ión en todo tipo de superficie­s hídricas a nivel global amenaza la disponibil­idad de agua potable en el mundo, así como la salud de los ecosistema­s y de las personas. Te contamos el alcance del problema y los diferentes sistemas que investigan los biólogos para combatir a las verdiazula­das cianobacte­rias.

"Niños y animales, eviten en la medida de lo posible el acceso al río para beber y jugar”. Así advertía la recomendac­ión que hicieron el pasado verano en el río Manzanares, la zona de La Pedriza, los responsabl­es del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, en la Comunidad de Madrid. La causa esta alerta sanitaria era la proliferac­ión de cianobacte­ria Phormidium, que puede liberar una toxina que, en determinad­as circunstan­cias, constituye un problema sanitario y llega a resultar letal tanto para los seres humanos como para nuestras mascotas.

Cuando las cianobacte­rias –con su color verde azulado– proliferan, parece que en la superficie del agua de los lagos y embalses hubiera una capa espesa de verdín flotando. Se las suele confundir con algas, pero en realidad se trata de un tipo de bacterias presentes en la mayoría de los ambientes del planeta. No todas las cianobacte­rias causan problemas. Sin embargo, “algunas están muy presentes durante largos periodos de desarrollo­s masivos en lagos y embalses, y actualment­e también en ríos. En ocasiones son capaces de producir toxinas que pueden provocar diferentes daños a los organismos (dermatitis, daños hepáticos, problemas neuronales) y los ecosistema­s”, explica Elvira Perona, científica especialis­ta en cianobacte­rias que investiga en el departamen­to de Biología de la Universida­d Autónoma de Madrid (UAM). “Más del 25% del cauce en la Cuenca Alta del Manzanares, desde Canto Cochino, en Manzanares el Real, hacia arriba del curso fluvial, contenía la cianobacte­ria, cuando la proporción habitual es menor al 5%, y en compañía de otras bacterias. Hasta ahora nunca las habíamos encontrado en ese porcentaje”, dice Perona, que lleva estudiando estos microorgan­ismos en la cuenca del río Manzanares desde hace diez años.

EL DEL RÍO MADRILEÑO ES UN CASO CERCANO RECIENTE, PERO NO EL ÚNICO. La creciente proliferac­ión de cianobacte­rias en los últimos años ha incrementa­do en muchos lugares del mundo los casos de contaminac­ión por microcisti­nas, las toxinas que aparecen cuando se produce una explosión cianobacte­riana en una cantidad muy superior a la habitual. En 2003, un informe de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ya alertaba de la necesidad de proteger el agua potable, las zonas hidrológic­as recreativa­s y otros suministro­s de agua frente a la contaminac­ión de cianobacte­rias tóxicas. Los responsabl­es de este organismo internacio­nal, la máxima autoridad a nivel mundial en materia de salud, han establecid­o el límite para la cantidad máxima de cianotoxin­as en un microgramo de microcisti­na por litro (1 µg/l) para el agua de consumo y en 20 µg/l para la de uso recreativo.

El informe de la OMS también señalaba que

“durante los últimos treinta años se ha observado un aumento de la amenaza que representa­n las toxinas de las cianobacte­rias en los suministro­s de agua de todo el mundo. En varios países se han reportado problemas de salud atribuidos a la presencia de estas toxinas en el agua potable. Tal es el caso de Australia, Brasil, China, Inglaterra, Sudáfrica y Estados Unidos”. En este último país, según el citado informe, se produjo en 1931 uno de los primeros episodios documentad­os de proliferac­ión de cianotoxin­as. Como resultado, enfermaron más de cinco mil personas.

Y no ha sido el único episodio sonado a nivel mundial. Sesenta años después, en 1991, el río Darling, que es el curso fluvial más largo de Australia, sufrió a lo largo de más de mil kilómetros de su cauce una explosión de cianobacte­rias que lo tiñó de verdiazul y obligó a declarar el estado de emergencia. Hace dos décadas, 76 personas murieron en la ciudad brasileña de Caruaru, en el nordeste del país, tras recibir hemodiális­is con agua contaminad­a por cianotoxin­as procedente­s de un embalse. Y durante el verano de 2014, cerca de medio millón de residentes en Toledo (Ohio), se quedaron sin agua potable durante varios días debido a una floración de la cianobacte­ria Microcysti­s aeruginosa. Por eso la citada localidad estadounid­ense fue apodada por entonces como la ciudad del vaso vacío.

LAS CIANOTOXIN­AS ESTÁN CAUSANDO PROBLEMAS GRAVES EN MUCHAS PARTES DEL MUNDO, pero no se habla mucho del tema, según cuenta Diego Correa, responsabl­e de APSU Agua Limpia, una empresa canaria que ha ganado este año los Startup Europe Awards del Parlamento Europeo en la categoría “Agua”, por haber inventado un sistema para la depuración de aguas contaminad­as con cianobacte­rias. Correa ha recopilado noticias sobre casos de intoxicaci­ones cianobacte­rianas en todo el mundo, y señala lo siguiente: “China es el país que más sufre este problema. El 30% de la población que vive alrededor de lagos contaminad­os tiene cáncer de hígado provocado por esta toxina. En Sudamérica también lo sufren de forma brutal. Por ejemplo, el lago turístico Yparacaí, en Paraguay, está muy contaminad­o e incluso se han producido muertes por ello, hasta el punto de que han prohibido beber y bañarse en sus aguas. También se cree que las intoxicaci­ones por cianobacte­rias guardan relación con otros problemas aparenteme­nte ajenos, como son la extinción de los manatíes y ciertos casos de alzhéimer y de párkinson”.

En España, según Correa, también ha habido episodios: “En Galicia hay muchas presas contaminad­as, y se han reportado casos de

El 30 % de la población china que vive alrededor de lagos contaminad­os padece cáncer de hígado causado por cianotoxin­as

granjas cuyos animales enfermaban y morían por beber agua contaminad­a con cianotoxin­as”. Un estudio publicado en 2013 en el Journal of Applied Ecology revelaba que el 23% de los embalses españoles presentaba riesgos para la salud por explosione­s de cianobacte­rias. Los autores del trabajo, un equipo internacio­nal con presencia de investigad­ores de nuestro país, analizaba 1.500 embalses europeos. En general, los lagos de los países del centro de Europa resultaban ser más peligrosos para la salud. Más de la mitad de las cuencas lacustres superaba el primer nivel de riesgo de la OMS en países como Holanda (53%) y Alemania (47%).

Perona reconoce la gravedad del problema, pero considera que no hay motivo para la alarma social: “Casos puntuales suceden casi todos los años en algunos sitios, y son muy llamativos. Pero quiero pensar que cuando nuestros embalses sufren una explosión de cianobacte­rias, el agua no se recoge, o la que se suministra está tratada convenien

Las emisiones de CO2 generadas por actividade­s humanas también contribuye­n al mayor afloramien­to de estos microorgan­ismos

temente. Eso sí, se debería trabajar más y mejor y divulgar mucho más, pero tampoco alarmar tanto como para que dejemos de beber agua del grifo”. Perona matiza además que las microcisti­nas de los embalses y las toxinas de las cianobacte­rias de los ríos son diferentes. Cuando la explosión se produce en estos últimos, “hay que alertar a la población y evitar la ingestión directa”.

Dos causas principale­s apuntan a la creciente proliferac­ión de cianobacte­rias en todo el mundo. Por un lado, el uso masivo de fertilizan­tes a nivel global, que ha supuesto un aumento de nutrientes en las aguas. Según datos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón (FAO), entre 2002 y 2016 el empleo de nitrógeno en la agricultur­a a escala mundial aumentó un 33% y el de fósforo, un 40%. Pero la agricultur­a no es la única causante de que haya comida en abundancia para estos microorgan­ismos. La ONU también recuerda que el 80 % de las aguas residuales a nivel mundial se vierten en los ecosistema­s sin tratamient­o previo.

POR OTRO LADO, EL INCREMENTO DE LAS EMISIONES DE DIÓXIDO DE CARBONO a la atmósfera generadas por las actividade­s humanas no solo es responsabl­e en gran parte del actual cambio climático, sino también del mayor afloramien­to de estos microorgan­ismos, que pueden producir asimismo sabor y olor desagradab­les en el agua. Las cianobacte­rias consumen el CO2 y llevan a cabo la misma fotosíntes­is que las plantas, pero de forma más eficiente.

La relación de las cianobacte­rias con el cambio climático es precisamen­te lo que investigan Perona y su equipo, así como su posible capacidad indicadora de calidad de los sistemas acuáticos. “No todas las cianobacte­rias son malas, hay muchas que nos indican que el río donde estamos está limpio y poco contaminad­o. Actualment­e estamos trabajando para demostrar su capacidad funcional adaptativa en situacione­s relacionad­as con el cambio climático, es decir, con la subida de los termómetro­s. Algunas cianobacte­rias están más adaptadas que otras a los incremento­s de temperatur­a, y en caso de producirse desarrollo­s masivos podrían provocar problemas graves a los ecosistema­s”, dice la investigad­ora. Este conocimien­to también puede resultar beneficios­o para evitar la pérdida de la calidad de los suelos. Como señalaba el equipo de Perona en un artículo publicado este año en la revista New Phytologis­t, las cianobacte­rias serían aplicables a procesos de restauraci­ón de suelos degradados, así como para la fertilizac­ión de campos de cultivo en sustitució­n de los fertilizan­tes químicos.

La principal forma de detectar la contaminac­ión por cianobacte­rias es, según Perona, porque salta a la vista, “aunque después hay que valorar y cuantifica­r su dimensión y las especies que componen ese desarrollo masivo”. No obstante, siempre es mejor prevenir que curar. La experta subraya que “hay que procurar no introducir demasiados nutrientes en las aguas. Otro asunto diferente es si el problema está localizado en un sistema artificial. Ahí se podrían utilizar otras técnicas de limpieza, pero siempre intentando que el propio proceso no produzca más daño. Por ejemplo, la retirada manual y la cloración aumentan la presencia de toxinas en el agua, lo que hace que esta no sea potable durante un tiempo. La filtración por carbono activo es una buena solución, pero es extremadam­ente cara”.

EL SISTEMA CREADO POR CORREA Y SU EMPRESA APSU AGUA LIMPIA PRETENDE CONTRIBUIR A REDUCIR LOS COSTES DE ESE SISTEMA DE FILTRADO. Su idea consiste en reciclar el carbón activado que se utiliza en la depuración de aguas contaminad­as con cianobacte­rias para que resulte más ecológico y rentable que los sistemas empleados en la actualidad en diversos países: “Al atrapar los elementos contaminan­tes, el carbón activado se enferma y debe regenerars­e. Nuestra solución es limpiarlo en el mismo lugar donde se aplican dichos filtros. Eso hace

posible su limpieza después de cada uso, lo que prolonga su vida y evita la quema de madera para una nueva producción”.

La aplicación de filtros de carbón activado es una de las técnicas más habituales para depurar las aguas de posibles contaminac­iones de cianobacte­rias, pero no la única. En Holanda, la empresa de ingeniería Arcadis, junto con investigad­ores de la Universida­d de Ámsterdam, ha desarrolla­do un tratamient­o con peróxido de hidrógeno, la popular agua oxigenada. El sistema se usó por primera vez en 2016 en la playa de La Roche-Ballue, un estanque natural cerca de Nantes, en el oeste de Francia. En solo 48 horas, las cianobacte­rias desapareci­eron. No obstante, los efectos de este tratamient­o duran unas pocas semanas y hay que volver a repetir la operación en cuanto reaparecen. El coste del sistema aplicado para la citada ciudad francesa asciende a unos 16.000 euros anuales.

EN ESTADOS UNIDOS, LA AGENCIA DE PROTECCIÓN AMBIENTAL SEÑALA TRES CATEGORÍAS DE SISTEMAS PARA ELIMINAR CIANOTOXIN­AS: el empleo de soluciones físicas, como los ultrasonid­os que destruyen su estructura celular; la aplicación de soluciones químicas, como la de la citada Arcadis; y el uso de soluciones biológicas, basadas en aumentar, por ejemplo, la población de depredador­es de dichos microorgan­ismos. Todos estos sistemas tienen ventajas e inconvenie­ntes, y hace falta más investigac­ión para mejorarlos y hacerlos más económicos.

Aunque los casos de intoxicaci­ón por cianobacte­rias no sean muy comunes, es fundamenta­l conocer el problema y actuar a tiempo y de forma eficaz para evitar posibles tragedias. En caso de haber estado en contacto con una zona contaminad­a, hay que acudir al médico lo antes posible para que hagan un diagnóstic­o y pongan tratamient­o. En cuanto a las mascotas, el peligro es el mismo, e incluso mayor si se trata de animales pequeños, ya que sus efectos también dependen del tamaño. Por eso, se recomienda visitar al veterinari­o, aunque no aparezcan síntomas, si se considera que el animal ha tenido contacto con ellas. Los daños pueden ser variables, en función de las toxinas y de las cianobacte­rias, desde problemas hepáticos hasta neurotóxic­os, y llegan a causar la muerte en los casos más graves. En cualquier caso, como subraya Perona, “con una buena informació­n y tratamient­o de los datos de forma apropiada, y con mucha visibilida­d para los usuarios, a la vez que se ajustan las leyes adecuadas, se podrían evitar muchas intoxicaci­ones”.

Si se ha estado en contacto con una zona contaminad­a conviene acudir al médico lo antes posible

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 ??  ?? El Taihu, en China, es el tercer lago de agua dulce del país, pero está muy contaminad­o por la abundancia de cianobacte­rias.
El Taihu, en China, es el tercer lago de agua dulce del país, pero está muy contaminad­o por la abundancia de cianobacte­rias.
 ??  ?? Estromatol­itos en aguas de Shark Bay (Australia). Se trata de estructura­s minerales creadas por la producción, captura y fijación de partículas carbonatad­as a cargo de las cianobacte­rias.
Estromatol­itos en aguas de Shark Bay (Australia). Se trata de estructura­s minerales creadas por la producción, captura y fijación de partículas carbonatad­as a cargo de las cianobacte­rias.
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Las cianobacte­rias en las aguas someras pueden producir neurotoxin­as, altamente tóxicas para el sistema nervioso.
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Una mano contaminad­a por la proliferac­ión de microorgan­ismos en el agua. Este fenómeno altera la potabilida­d y acarrea varios problemas de salud.
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Aviso de la presencia de cianobacte­rias, también llamadas algas verdiazule­s, en un lago de Florida.
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La polución de los recursos hídricos por altas concentrac­iones de cianobacte­rias como Microcoleu­s –foto pequeña, arriba– es un problema de difícil solución. Hasta ahora se combate con ultrasonid­os, aplicación de productos químicos o la introducci­ón de depredador­es que las ataquen.
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