LLEGA EL APOCALIPSIS DE LOS INSECTOS
No solo Teruel; estos diminutos seres vivos también existen. Y desaparecen. Pero lo cierto es que no parece importarnos demasiado. Vivimos en una época de animalismo, en la que un número creciente de personas se definen como defensoras de los derechos de los animales y se encuentran profundamente preocupadas por su conservación. Pero, como en todo, tenemos nuestros prejuicios. En este caso, les ponemos ojitos a aquellos que tienen pelo o plumas. El resto, que constituye la inmensa mayoría de las especies, ya puede ir olvidándose: nadie va a mover un dedo por ellos; es la desgracia de haber nacido con exoesqueleto. Son animales en riesgo de exclusión.
POR ESO, AUNQUE DISTINTOS ESTUDIOS SEÑALEN QUE SU PÉRDIDA nos aboca a una catástrofe ecológica sin precedentes, no han saltado las alarmas. Hace un año, en distintos trabajos se advertía de que más del 40 % de los insectos se enfrentan a la extinción. Otros apuntaban que podíamos estar frente a una disminución anual de los mismos del 2,5 % en todo el planeta. Hay lugares donde es más preocupante. Así, en sesenta áreas protegidas de Alemania se ha encontrado que los insectos voladores han caído un 75 % en tres décadas. En Puerto Rico, los rastreros han bajado un 98 % en los últimos 35 años. Gran Bretaña ha perdido el 58 % de las mariposas en suelo agrícola en los primeros dos lustros del siglo XXI.
ESTOS DATOS, PUBLICADOS EN REVISTAS CIENTÍFICAS, SON PARCIALES y sujetos a los entornos en los que se han recogido, por lo que es difícil estimar valores totales. En un ensayo publicado el pasado abril por ecólogos del Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad de Leipzig se sugiere que esa merma podría no ser tan pronunciada ni tan global. Para determinarlo, analizaron 160 estudios realizados desde 1925 en los que se había monitorizado sus poblaciones durante al menos una década en más de cuarenta países de los cinco continentes. Aun así, sus resultados preliminares muestran que en los insectos rastreros se está dando una reducción anual de cerca del 1 %, esto es, cada década se pierde en el mundo la décima parte de la biomasa de invertebrados terrestres.
LO CURIOSO ES QUE EL NUMERO DE LOS BICHOS ACUÁTICOS HA IDO SUBIENDO sin parar a lo largo del siglo XX. Nadie sabe por qué. En todo caso, necesitamos más datos fiables, pues un apocalipsis de insectos tendría un impacto terrible sobre la vida en la Tierra. Quizá vaya siendo hora de que empecemos a pensar menos en Bambi y más en los personajes de la abeja Maya.