EL ‘HOMBRE CASCANUECES’ QUIZÁ NO CASCABA NUECES
La dieta de los homininos, nuestros primeros ancestros, está llena de misterios. Pero, como indica un reciente estudio publicado en la revista Scientific Reports y dirigido por Larisa DeSantis, paleontóloga y profesora asociada de Ciencias Biológicas en la Universidad Vanderbilt (EE. UU.), podemos encontrar algunas respuestas en lugares insospechados, como los restos óseos de los tapires, unos mamíferos herbívoros evolutivamente alejados de nosotros.
Algunas especies de tapires poseen grandes crestas sagitales –formaciones óseas en la parte superior de los cráneos donde se unen los músculos de la mandíbula–, que son similares, por ejemplo, a la que tenía uno de nuestros antepasados, el Paranthropus boisei. A este hominino se lo conoce también como hombre cascanueces, porque creíamos que se alimentaba de vegetales duros, precisamente debido a su cresta sagital, ya que esta otorga mayor potencia de mordida.
Sin embargo, el equipo de DeSantis analizó los microdesgastes de los dientes de los tapires que tenían esa cresta y llegó a la conclusión de que masticaban hojas durante un periodo de tiempo muy prolongado, pero no alimentos más duros, que sí son consumidos, en cambio, por los tapires que no poseen cresta. Conclusión: quizá nuestro ancestro cascanueces no cascaba nueces con las muelas como creíamos hasta ahora.