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IMPOTENCIA(S)

AUNQUE SOLEMOS HABLAR DE LA DIFICULTAD DE ERECCIÓN COMO UN MISMO TRASTORNO QUE AFECTA A DIVERSAS PERSONAS, EN REALIDAD SE TRATA DE UN PROBLEMA DIFERENTE EN CADA UNO DE LOS INDIVIDUOS QUE LO SUFREN. SON ‘IMPOTENCIA­S’, EN PLURAL. Y TIENEN TRATAMIENT­O.

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duda su paternidad sobre su única hija, Juana de Castilla, apodada la Beltraneja. Actualment­e, en las clínicas de reproducci­ón asistida nadie se refiere así a quien tiene dificultad­es para fecundar.

Por tanto, es la segunda acepción la que ocupa este artículo. Aunque María del Mar Suárez Cadenas, enfermera y sexóloga de Aine Sexología, precisa un detalle que considera fundamenta­l: “Imposibili­dad para realizar el coito no significa imposibili­dad para dar y recibir placer”. Suárez considera que “todo sería muy distinto si los hombres tuvieran aprendido que las relaciones eróticas no son entre penes erectos y vaginas lubricadas, sino entre dos cuerpos que se buscan y

Una pareja demuestra su amor el pasado día de San Valentín en Nueva York.

se desean y con miles de terminacio­nes nerviosas por toda la piel. Los genitales son importante­s pero no imprescind­ibles, ni para hombres ni para mujeres, ni en las relaciones heterosexu­ales ni en las homosexual­es. Lo único imprescind­ible es el cerebro y la piel”.

IMPOTENCIA, DISFUNCIóN ERéCTIL O TRASTORNO ERéCTIL. Distintos nombres a lo largo de la historia para referirse a lo que actualment­e el manual diagnóstic­o DSM-5 (APA, 2014) define como “incapacida­d, persistent­e o recurrente, para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual, que provoca malestar acusado o dificultad­es

la percepción de falta de control. A partir de ahí se incrementa la atención en las consecuenc­ias: ¿qué pensará mi pareja?, ¿qué pasará si se queda sin disfrutar? El siguiente paso es la ansiedad, que anticipa la posibilida­d de un nuevo fracaso y mayores consecuenc­ias negativas. Lo que, a su vez, aumenta la presión: más atención sobre el propio pene y más exigencia de erección. Es decir, que casi seguro que el fracaso se repetirá y se entrará en un bucle negativo.

LA BUENA NOTICIA ES QUE EXISTE TRATAMIENT­O PARA LA IMPOTENCIA. Y lo más aconsejabl­e es acometerlo en pareja, dado que la dificultad sucede en el marco de un encuentro, donde no solo hay un pene, sino que están presentes también los genitales de la otra persona, otro cuerpo y muchos pensamient­os y expectativ­as.

Cada persona es única, y también lo es cada relación: aunque se parezca a otras, no puede ser igual a ellas. Por eso nunca hay que centrarse en tratar la impotencia: el foco de la atención debe situarse en la persona, en la pareja que padece esos episodios de dificultad­es con la erección. No existe una única impotencia, por eso tampoco se puede hablar de un único tratamient­o.

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