Dos posibles trayectos
Línea de costa actual
Línea de costa hace 65 000 años dominantes de dirección norte-sur habrían complicado la navegación para mantener el rumbo correcto. Por su parte, los trayectos marítimos de la ruta del sur eran en general más cortos, aunque los trechos finales superaban en longitud a los del norte. En las islas a recorrer predominaban los ecosistemas de sabana, lo cual resultaba mejor a la hora de desplazarse y buscar puntos de orientación, pero peor para encontrar material para hacer las embarcaciones. Los marineros tendrían que haber fabricado las balsas con otra madera que no fueran troncos de bambú o haber viajado cargados con ellos, lo cual parece improbable en ambos casos.
La elección de la ruta más adecuada debió de basarse tal vez en el conocimiento y la comprensión de los patrones de las corrientes oceánicas y del clima de la época. Bird y su equipo llevaron a cabo en 2019 un estudio con modelos de computación sobre el destino de náufragos virtuales que lanzaron al mar por diecisiete travesías de las que eran posibles hace 65000 años y los sometieron a las corrientes y vientos que podían operar entonces para ver qué ocurría. Así confirmaron que la posibilidad de que la ocupación de Sahul hubiera ocurrido por azar o accidente era muy pequeña, salvo que grandes contingentes de individuos adultos hubieran sido arrastrados por el mar con una frecuencia altamente improbable. También descubrieron que el uso de remos para impulsar las balsas y algo de planificación para hacerse a la mar cuando las condiciones meteorológicas eran mejores y las corrientes más favorables habrían aumentado drásticamente las posibilidades de éxito.
BIRD TAMBIÉN ANALIZÓ LAS POSIBILIDADES DE ORIENTACIÓN POR UNO Y OTRO LADO Y, CONTRA LO QUE SUGERíAN ANTERIORES ESTUDIOS, descubrió varias trayectorias que permitían navegar desde el sudeste de Asia hasta Sahul sin que se dejara de ver tierra firme en ningún momento. Todas están en la ruta del norte. Siguiendo esos rumbos, los marineros habrían tenido una visión ininterrumpida de las altas montañas de Nueva Guinea durante toda la travesía. Por el contrario, si hubieran ido por el sur, en los tramos finales habrían perdido de vista la tierra. Esto no es razón para descartar de manera definitiva la ruta meridional, sobre todo en los periodos en que el nivel del mar estuvo más bajo y había islas emergidas al sur de Timor, según Bird, pero indica que habría supuesto un salto mayor hacia lo desconocido, un viaje por un mundo a veces perdido en medio de las aguas.
La otra nueva línea de investigación que aporta pruebas que apoyan la teoría de la migración organizada ha sido lanzada por el profesor de Bioecología Corey Bradshaw y sus colegas de la Universidad Flinders,
por azar. Bradshaw cree que el poblamiento de Sahul fue “probablemente planificado”, y Bird coincide con él: “No es factible que llegara gente hasta allí de forma accidental. Era un contingente numeroso y tuvieron que organizarse”. En cuanto a la razón para migrar, tal vez lo hicieron empujados por necesidad ante la escasez de recursos o por la atracción de lo desconocido, según Bird.
SEA COMO SEA, LA SOLUCIÓN DEL CASO SIGUE SIENDO UN MISTERIO, YA QUE ESTOS NUEVOS ESTUDIOS aportan luz pero solo la arqueología y la genética podrían completar el puzle. “Faltan genomas antiguos de Sahul”, dice Bird. El ADN explicaría con más precisión no solo cuándo llegaron los primeros pobladores, sino su relación con los humanos que estaban presentes en el sudeste asiático por la misma época (ver recuadro de la derecha). El problema está en que la mayor parte del área que abarcaba la zona colonizada de Sahul y que corresponde al actual norte de Australia es un desierto. Según Westaway, “un entorno árido no es adecuado para la preservación de ADN humano del Pleistoceno. Sería más probable encontrar restos genéticos en las tierras altas de Nueva Guinea, pero eso requeriría emprender nuevas excavaciones”.
Por el momento, arqueólogos de la Universidad James Cook están llevando a cabo exploraciones con cámaras de alta resolución en áreas de Sahul que hoy están sumergidas, en busca de posibles asentamientos de aquella primera ocupación humana de la región. Pero eso obligaría a excavar en el lecho marino, y “la arqueología submarina es muy cara”, apunta Bird. Por ahora, la perspectiva de dar con nuevos descubrimientos arqueológicos parece remota. De momento,
la explicación del hecho de que humanos primitivos pudieran navegar hasta un nuevo continente sigue estando dentro del campo de la especulación, en opinión de Westaway. Sí sabemos que habrían necesitado disponer de algún tipo de balsas, probablemente hechas con troncos de bambú ensamblados con fibras vegetales. Pero ¿habría sido una flota formada por embarcaciones tan rudimentarias capaz de transportar a cientos de personas desde Asia hasta Sahul y depositarlas sanas y salvas en su destino?
Una forma de averiguarlo es recrear el viaje, tal como se ha propuesto el proyecto arqueológico The First Mariners (Los primeros marineros). Los investigadores responsables se reunieron en el sur de la isla indonesia de Roti para construir con herramientas de piedra una balsa a partir de los materiales disponibles en la zona, como una variedad de bambú gigante llamada betung, cuyos troncos alcanzan los 20 m de altura. Según el historiador marítimo Bob Hobman, director del proyecto, “no hay nada como el bambú en términos de disponibilidad, ligereza, fuerza, capacidad de conservación y resistencia al agua salada, sin contar sus extraordinarias condiciones de flotabilidad”.
EL EQUIPO HA FABRICADO UNA PLATAFORMA DE 18 M DE LARGO POR 4 M DE ANCHO con 250 troncos. Algunos van ensamblados transversalmente y la estructura se mantiene unida con 17 000 metros de cuerda hecha de fibras de la corteza del azúcar de palma (Arenga pinnata). Un remo en la popa hace de timón y una rudimentaria vela fabricada con las enormes hojas de la palma de Palmira (Borassus flabellifer) impulsa la embarcación con la fuerza del viento: “Es nuestra arma secreta. En realidad no se trata propiamente de una vela, pero nos dará asistencia eólica. Es muy básica, pero hará su trabajo”, dice Hobman.
El pasado mes de febrero deberían haber iniciado el periplo siguiendo su plan, que consiste en navegar a través del mar de Timor hasta alcanzar la costa de Australia en unos catorce días. La tripulación, formada por diez personas, se mantendría a base de pescado y el agua de lluvia del monzón. Si tienen éxito se verá cuando puedan finalmente hacerse a la mar, pues diversos problemas con las autoridades de Indonesia, que limitan la estancia en el país a los investigadores extranjeros, les ha impedido por el momento llevar a cabo sus planes. Hobman está seguro de lograrlo si le dejan, pues en una ocasión ya estuvo a punto de hacerlo.
En 1998, formaba parte de la tripulación que partió de Timor hacia Australia en la balsa de bambú Nale Tasih 2 y tuvo que abandonar el intento a falta de escasísima distancia del objetivo debido a las condiciones del mar. El viaje les llevó trece días, pero emplearon tecnología más avanzada de la que había disponible en la Edad de Piedra,