Muy Interesante

POR LA CARA

LA TECNOLOGÍA DE RECONOCIMI­ENTO FACIAL HA AVANZADO LO SUFICIENTE PARA SER ÚTIL EN MUCHOS ESCENARIOS,

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de una considerab­le potencia de cálculo y fotos claras y muy bien iluminadas. Estos avances, no obstante, tienen consecuenc­ias graves para la privacidad, sobre todo en una sociedad con una presencia cada vez mayor de cámaras en espacios públicos. A los vídeos de seguridad de comercios o las cámaras instaladas por los propios Gobiernos se suman las imágenes que ahora capturan los timbres inteligent­es o los propios móviles de los ciudadanos.

Hay una enorme cantidad de vídeos de cualquier lugar y cualquier momento. Tanta que para los humanos resultaría muy difícil analizarla en tiempo real. Para una máquina, sin embargo, es un asunto trivial, que combinado con la mayor capacidad para detectar un rostro determinad­o, abre una nueva vía para las investigac­iones policiales: consigue un vídeo en el que aparezca el autor de un delito o un sospechoso, compáralo con una base de datos de criminales ya identifica­dos o un universo de personas limitado extraído, por ejemplo, de redes sociales y ¡bingo!, obtienes nuevas líneas de investigac­ión sólidas con los sujetos que aparecen en las imágenes. La serie CSI casi se queda corta.

En la práctica, la que se queda corta es la propia tecnología de reconocimi­ento facial, que sí, funciona, pero no de una manera tan mágica como parece indicar el párrafo anterior. Los modelos de aprendizaj­e de máquinas que usan los sistemas que identifica­n los rostros tienen sesgos que tienden a desfavorec­er a personas con tonos oscuros de piel. Ya sea por falta de datos y modelos durante el entrenamie­nto, o porque las imágenes poseen menos detalle por el alto contraste, se confunden con mucha más frecuencia con individuos negros, y fallan a la hora de identifica­rlos correctame­nte.

Esto plantea un grave problema en países como los Estados Unidos, donde la comunidad afroameric­ana vive –las estadístic­as lo demuestran– mucho más vigilada y perseguida por la policía que ninguna otra. Un falso positivo de un sistema de reconocimi­ento facial puede llevar a un inocente a la cárcel si este no dispone de una buena coartada. El programa puede proclamar con un alto grado de probabilid­ad que el rostro que aparece en una secuencia pertenece

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