¿QUÉ COMEN LOS HÁMSTERES?
La dieta de estos pequeños mamíferos es omnívora, aunque proporcionalmente toman más alimentos de origen vegetal que animal.
Estos roedores se caracterizan por tener unas dilataciones en las mejillas, que reciben el nombre de abazones, en las que acumulan comida para posteriormente ingerirla y almacenar lo que les sobra. El excedente de alimento suelen guardarlo en zonas de la jaula que usan como despensa particular.
Lo ideal es acostumbrarlos a una dieta comercial, que ha de ser de la mejor calidad posible y estar bien equilibrada. De este modo, evitaremos carencias o excesos nutricionales.
La cantidad de este alimento preparado que el propietario debe suministrarle dependerá del tamaño del hámster, ya que hay distintas especies y su envergadura varía bastante de una a otra. Así, nutrir a un hámster sirio –el de mayor tamaño– no puede ser igual que darle de comer a un hámster Roborowski –el más pequeño–. Por tanto, su ración de pienso oscilará entre 8 y 15 gramos al día.
Pero este tipo de alimento conforma solo la mitad de su dieta diaria, ya que el otro cincuenta por ciento estará compuesto por verduras –brócoli, acelgas, calabacín, boniato, judías verdes, endibias, col rizada, hojas de diente de león…–, fruta –fresas, moras, manzana, ciruelas, etc. (aunque con moderación, ya que su alto contenido en azúcares puede generar problemas digestivos)– y, excepcionalmente, proteína animal –como gusanos de la harina, saltamontes y grillos–.
La comida fresca que el dueño pondrá a su disposición estará bien lavada y nunca se la suministrará directamente de la nevera –para dársela, es preciso esperar a que alcance la temperatura ambiente–.
Al ser alimentos perecederos, hay que limpiar los restos que no se haya comido para evitar que, al pudrirse, se produzcan posibles focos de infección.