EL SECRETO DE LOS INTERMINABLES VUELOS DEL CÓNDOR ANDINO
asombroso: una rapaz carroñera de algo más de un metro de longitud y tres metros de envergadura, y hasta 15 kilos de peso –solo hay un ave voladora más grande, el albatros viajero–, que se las apaña para no tocar tierra durante cinco horas seguidas, en las que no necesita aletear más de un uno por ciento del tiempo. El cóndor andino (Vultur gryphus) planea majestuoso y sin aparente esfuerzo, y un equipo internacional de investigadores acaba de analizar cómo logra hacerlo durante tanto tiempo, con semejante tamaño.
HAY QUE SEGUIR LA CORRIENTE.
Los científicos –de Argentina y de la Universidad de Swansea (Gales)– colocaron a varios ejemplares aún inmaduros dispositivos que registraban datos de sus vuelos y cada uno de los batidos de sus alas. Descubrieron
que más del 75 % del aleteo de los cóndores se producía durante su despegue, y que una vez en el aire podían sostener el vuelo por largos periodos, al margen de las condiciones climáticas: una de las aves cubrió planeando 172 kilómetros de distancia en cinco horas.
La clave de tal capacidad es un aprovechamiento muy preciso de las corrientes ascendentes del aire que se calienta cerca de la superficie terrestre y sube. El cóndor es tan grande que despegar lo obliga a un tremendo gasto de energía, razón por la que aterriza solo cuando lo necesita de verdad, una habilidad que posee desde sus primeros vuelos, según demuestra este trabajo.