CADA UNO VE LO QUE PUEDE, NO LO QUE QUIERE
Damos por sentado que nuestra percepción del mundo físico es precisa y que la compartimos con el resto de personas, que ven justo lo mismo que nosotros. Pero solo es así a medias, según una investigación de científicos de la Universidad de California en Berkeley, que ha encontrado que la capacidad para identificar la ubicación y tamaño exactos de las cosas cambia notablemente entre los individuos –e incluso en una misma persona, según las variaciones en el campo visual de cada uno–, algo que saben mejor que nadie los jueces de silla del tenis, y que puede tener consecuencias catastróficas: los errores perceptivos provocan accidentes de tráfico, fallos en las operaciones quirúrgicas...
EL CEREBRO CORRIGE A LOS OJOS.
Los autores del estudio mostraron a decenas de voluntarios círculos y líneas en pantallas de ordenador; las formas evolucionaban de distintas maneras y los participantes debían fijar su posición y la relación de unas con otras con la mayor precisión posible. Los resultados no dejaron lugar a dudas: había grandes diferencias perceptivas entre unos sujetos y otros. Cada persona tenía una especie de huella visual única e intransferible.
Los autores del trabajo están seguros de que esas diferencias radican en el cerebro, y no en los ojos. No han identificado en qué áreas en concreto, pero puede ayudarles una investigación hecha por neurocientíficos del MIT en 2015: estos investigadores observaron que el proceso de reconocimiento de objetos tenía lugar en circuitos neuronales de la corteza del lóbulo temporal inferior, tanto en el caso de los humanos como en el de otros primates.