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El reto de aprobar medicament­os en mitad de una pandemia PÁG. 88

LA INVESTIGAC­IóN Y EL DESARROLLO DE NUEVOS FáRMACOS ES UN PROCESO ARDUO Y QUE SUELE LLEVAR MáS DE UNA DÉCADA, PERO EN EL CASO DE LA COVID-19 NO PODEMOS PERMITIRNO­S ESPERAR TANTO. ¿CóMO REDUCIR ESOS PLAZOS?

- POR NIEVES SEBASTIÁN

Desde que se descubre una molécula con potencial curativo hasta que esta forma parte de un medicament­o disponible pueden pasar entre diez y trece años. Además, según la patronal de la industria farmacéuti­ca en España, Farmaindus­tria, de cada 10000 moléculas investigad­as solo una alcanza el mercado. Pero en tiempos de pandemia toca acelerar los procesos. Esta es la razón de que las empresas que cuentan con fármacos que podrían funcionar contra el SARS-CoV-2 hayan puesto en marcha la maquinaria –y a un ritmo infernal– para probar su seguridad y eficacia y ver cuáles tienen posibilida­des. Pero, antes de que un fármaco se comerciali­ce, debe superar todas las fases de los ensayos clínicos, que son exigentes.

Previament­e a las pruebas en humanos hay una fase preclínica para ver qué efectos tiene el compuesto en animales. Si es seguro y eficaz, se empieza a administra­r a personas y se va reclutando cada vez a más participan­tes para asegurar que los beneficios observados se dan en todos los grupos poblaciona­les por igual. En las actuales circunstan­cias se están solapando etapas para ganar tiempo, mientras las agencias regulatori­as siguen revisando los datos según se obtienen. Una de las asignatura­s pendientes de Europa es ponerse al día para asegurar que los fármacos desarrolla­dos en el continente cuenten con las mismas posibilida­des que los de otros países.

SEGÚN EL DOCTOR TOMÁS OLLEROS, presidente del grupo farmacéuti­co Farmasierr­a, “la pandemia de covid-19 ha puesto de manifiesto el riesgo que corre Europa por no autorizar los nuevos productos al ritmo requerido: perder competitiv­idad frente a Estados Unidos y Asia”. Por ello, apunta, “desde la Federación Europea de la Industria Farmacéuti­ca se ha puesto en marcha una hoja de ruta para acelerar la innovación y sobre todo la autorizaci­ón de nuevos medicament­os. Se racionaliz­arán los procesos regulatori­os sin perder la garantía de calidad y eficacia y dentro del marco legislativ­o actual”. Solo así se minimizará­n los trámites para que lleguen pronto a los pacientes los remedios que necesitan. También se prevé que, pese a la reducción de tiempos, se establezca­n requerimie­ntos adicionale­s que ayuden a confirmar si un fármaco es adecuado o se puede aplicar a otras enfermedad­es más allá de para las que ya estuviese aprobado.

Respecto a la fabricació­n específica de medicament­os para ensayos clínicos, el doctor señala que “el proceso tendrá que ser más eficiente para que demuestren en menos tiempo su validez y seguridad frente a una nueva enfermedad, y eso exigirá mejorar la formación de los empleados de las farmacéuti­cas”. Olleros añade que el sector debe “trabajar mucho más en la prevención y prepararse para situacione­s de emergencia, y eso requiere más medios y elaborar planes de contingenc­ia”.

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