EL RETO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
La medicina de precisión, la heterogeneidad de los tumores o el desarrollo de la inmunoterapia son solo tres de los retos que se abren para que los servicios de patología puedan seguir mejorando la precisión de los diagnósticos y la efectividad y monitorización de los tratamientos. Ello implicará ir de la mano de las nuevas tecnologías, cuya adopción siempre lleva más tiempo que su desarrollo.
Hoy se discute el potencial de los wearables o ponibles –dispositivos con sensores integrados para monitorizar parámetros fisiológicos– o de la próxima generación de biosensores, con componentes miniaturizados, para almacenar información que mejora la capacidad de los diagnósticos.
Mientras que estos ejemplos permanecen en el terreno de la utopía, el futuro de la anatomía patológica gira en torno a dos herramientas interconectadas: una es la ya mencionada en el texto general secuenciación genética de última generación; la otra, la patología digital. Ambas se integran en lo que se conoce como patología computacional.
Mediante la anotación de imágenes y técnicas de inteligencia artificial, como el aprendizaje automático o el aprendizaje profundo, el examen digital de los tejidos ha permitido crear algoritmos de interpretación que hacen menos subjetiva la interpretación de los patólogos. En ellos se puede integrar la información molecular obtenida por secuenciación y generar informes morfológicos-moleculares integrados de gran precisión. En gran número de casos, la aplicación de la patología computacional generará datos masivos que servirán para conocer mejor las lesiones. Un futuro realmente apasionante que está a la vuelta de la esquina.