Monstruos de la razón
La conspiración de la covid hunde sus raíces en una vieja obsesión que floreció durante la el siglo XVIII, en la época de la Ilustración, cuando se extendió la idea de que hay sociedades secretas ejerciendo el poder en la sombra. Es la época en que aparecen los rosacruces, los illuminati y los masones, que en los siglos siguientes estarán en el foco de todas las teorías conspiranoicas: “El masón al paredón”, se desgañitaban los antimascarillas en Madrid el pasado mes de agosto.
El creador de tales sospechas fue un farmacéutico francés, Charles Louis Cadet de Gassicourt (1769-1821), quien inventó toda una cadena de contubernios sobre la Revolución francesa que empezaban por la secta musulmana de los asesinos y seguían con los templarios, jesuitas, francmasones e illuminati, para terminar con los jacobinos. Que surgiera precisamente entonces no es casualidad: con la llegada de la Ilustración, Dios fue sustituido por la razón y el destino del hombre pasó de estar en manos de Él a terminar en las nuestras. Según comenta el experto en la Revolución estadounidense Gordon S. Wood, al pasar la historia a estar centrada en el hombre , “todo el pensamiento ilustrado del siglo XVIII se estructuró de tal manera que las explicaciones conspirativas de eventos complejos se volvieron normales, necesarias y racionales”. Goya lo expresó perfectamente en uno de sus Caprichos: el sueño de la razón produce monstruos.
En las teorías conspirativas de la covid-19 se mezclan viejos argumentos pseudocientíficos con el miedo a la tecnología