2. CAMUFLAJES BASADOS EN CEFALÓPODOS
¿Qué tienen en común pulpos, calamares y sepias? Los tres son cefalópodos, una clase de invertebrados marinos que fascina a expertos y profanos. “Son criaturas asombrosas que han dominado el camuflaje, la señalización subacuática, el control motor sobre muchas extremidades y la propulsión a alta velocidad”, resume Erica Leung, investigadora en el Departamento de Ingeniería Química y Ciencia de los Materiales de la Universidad de California en Irvine (EE. UU.).
Hace cinco años, un equipo de científicos de esa universidad se inspiró en estas escurridizas criaturas –en concreto, en los calamares– y diseñó unas pegatinas de invisibilidad que los soldados podían emplear para no ser detectados por cámaras infrarrojas.
La piel del calamar cuenta con unas células llamadas cromatóforos que contienen capas compuestas de una proteína llamada reflectina. Por medio de una reacción bioquímica, el molusco cambia el grosor y el espacio de estas capas, lo que afecta a cómo reflejan la luz las células y, por tanto, a la coloración de la piel. Ese efecto fue precisamente el que los investigadores imitaron en el laboratorio, donde diseñaron una película de reflectina que colocaron sobre una cinta adhesiva para que los soldados la pudieran pegar rápidamente sobre su ropa y así ocultarse.
Cuatro años después de aquel invento, los científicos han vuelto a inspirarse en los cefalópodos y han desarrollado un material con la capacidad de controlar la temperatura de quien lo usa, como recoge la revista Nature Communications. “Actualmente, esta investigación no se ha desplegado en el terreno; sin embargo, tiene aplicaciones militares sustanciales y podría emplearse en el futuro”, señala Leung.