¡Menuda casualidad!
Dijo el premio Nobel de Literatura Jacinto Benavente que “la casualidad es un desenlace, pero no una explicación”. Para la ciencia, el universo y todos los fenómenos naturales observables se rigen por las leyes del azar y la casualidad, pero los seres humanos tendemos a atribuirles una intención y un significado. Muchos creen que las estrellas fugaces conceden deseos, que la aparición del arcoíris en el cielo es una señal dirigida a su persona o que si te llama una vieja amiga justo cuando pensabas en ella se debe a una señal que hay que descifrar. Los expertos llaman a este tipo de pensamiento sesgo teleológico, y no estamos ante un asunto baladí, pues tiene su significado evolutivo y cognitivo, y, como cuenta Laura González de Rivera en el reportaje ¿Existen las casualidades?, puede ser un obstáculo para el conocimiento científico. Dicho sesgo teleológico se acentúa en tiempos convulsos, como los que estamos asistiendo en la pandemia de la covid-19. En las crisis aumenta la fe y las creencias en lo sobrenatural, tal vez porque pensar que todo pasa por una razón puede ser reconfortante para mucha gente e implica cierta sensación de orden y predictabilidad. Sin ir más lejos, un estudio publicado en la revista Applied Cognitive Psychology apunta que las creencias y las tendencias cognitivas irracionales juegan un papel importante en las conductas de salud relacionadas con la pandemia, como son la adherencia a las pautas de seguridad contra el virus SARS-CoV-2 y la búsqueda de terapias pseudocientíficas para combatirlo.