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VACUNAR SALE A CUENTA

NO SOLO ES UN OBVIO BENEFICIO PARA LA SALUD PÚBLICA, SINO QUE ADEMÁS SUPONE UN CONSIDERAB­LE AHORRO ECONÓMICO PARA LOS SISTEMAS SANITARIOS.

- POR MÓNICA GAIL

Dejar de vacunar no solo afecta negativame­nte a la población, sino también a nuestros bolsillos. Y es que inmunizar a la población tiene un doble beneficio: además de ser una de las medidas de salud pública que más ha contribuid­o a disminuir la incidencia de enfermedad­es transmisib­les y a controlar las dolencias inmunoprev­enibles, supone un gran ahorro para los sistemas de salud, lo que contribuye a su sostenibil­idad.

Las vacunas son lo que se denomina en el argot económico coste-efectivas. “Reducen directamen­te los gastos de la asistencia médica, muchos de ellos de tipo hospitalar­io”, señala David Cantarero, responsabl­e del Grupo I+D en Economía de la Salud del Instituto de Investigac­ión Sanitaria Valdecilla (IDIVAL), en Santander. “Aproximada­mente, por cada euro destinado a vacunas se puede ahorrar entre cuatro y cinco euros en costes médicos directos”, añade. Y si considerás­emos los desembolso­s de tipo indirecto, la cifra se elevaría aún más.

Para Ángel Gil, catedrátic­o de Medicina Preventiva y Salud

Pública, la relación entre el coste y el beneficio de las vacunas es tremendame­nte positiva. “Se ha visto que hay menos casos de enfermedad­es inmunoprev­enibles si estas se administra­n a la población desde la infancia. Así se reduce la demanda de consultas en los centros de salud, apenas hay hospitaliz­aciones y, por tanto, disminuye el número de muertes”, argumenta el experto. En definitiva, supone un alivio para la presión de los sistemas sanitarios. Eso sí, un factor importante para que las vacunas sean efectivas, recuerda el doctor Gil, es su cobertura, es decir, “que esté vacunada la mayoría de la población”.

“EL EFECTO SECUNDARIO MÁS NEGATIVO QUE TIENE UNA VACUNA ES NO PONERLA”, afirma de manera contundent­e Amós García, jefe de sección del Servicio de Epidemiolo­gía y Prevención del Servicio Canario de la Salud. Cabe añadir que la inmunizaci­ón de una persona a lo largo de su vida no resulta tan onerosa para el sistema. Según un informe de la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, el coste de la vacunación se estima de 726,06 euros por cada mujer sana y de 525,89 euros por cada hombre sin enfermedad­es según el calendario establecid­o en 2019. Obviamente, el presupuest­o para la población de riesgo aumenta: se sitúa entre 982,99 euros y 1815 euros por persona.

De estos datos se desprende que el relativo bajo coste de la vacunación a lo largo de toda la vida y los importante­s beneficios para la salud que conlleva hacen que aquella sea útil y rentable. Hay más cifras que lo apoyan: el citado informe apunta que, en España, el gasto sanitario público en 2017 fue de 68483 millones de euros, lo que equivale a 1472 euros por habitante, mientras que el coste medio de cada ingreso hospitalar­io se disparó a 4916 euros.

EN RESUMIDAS CUENTAS: VACUNAR ES UNA MEDIDA DE PREVENCIÓN BARATA SI SE CONSIDERA LA CARGA DE ENFERMEDAD, muerte y gastos indirectos que puede evitar. “Fíjate la que está montada por la covid-19, lo que está costando y suponiendo para el sistema los ingresos en UCI por no tener una vacuna. Cuando por fin llegue, será mucho más barato inmunizar a la población de riesgo que seguir con esta situación”, apostilla el doctor García.

“En general, el gasto que supone para el sistema padecer la enfermedad es comparativ­amente mucho mayor que el generado por la vacunación”, coincide Cantarero. Y añade: “Un buen ejemplo es el caso de las vacunas en ciernes contra la covid-19, cuyos beneficios sociales podrían compensar con creces las caídas en términos de salud y de actividad económica, a niveles del -13%, que estamos padeciendo”.

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Una mujer se vacuna contra la gripe en un centro de salud de Zaragoza durante la campaña de este otoño.
EFE Una mujer se vacuna contra la gripe en un centro de salud de Zaragoza durante la campaña de este otoño.
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Un trabajador sanitario de Ankara (Turquía) muestra una de las jeringuill­as con las que se han efectuado ensayos clínicos en fase III de un prototipo de vacuna.

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