Limpieza y nevera, dos socios fiables
Antes de comer o cocinar frutas y verduras es muy importante lavarlas de la forma adecuada para eliminar posibles elementos contaminantes. Además, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) nos recuerda que hay que conservarlas en la nevera, separadas del resto de sustancias cocinadas o crudas y en la zona menos fría –que suelen ser los cajones inferiores–. Las cebollas o los cítricos se pueden mantener a temperatura ambiente, pero durante cortos periodos.
A la hora de cocinar y tras habernos lavado las manos, quitaremos las zonas dañadas de frutas o verduras y las lavaremos, incluido el perejil y otras hierbas aromáticas. Aunque vayamos a pelarlas, también debemos ponerlas bajo el chorro del grifo para evitar que posibles sustancias contaminantes pasen al pelador o el cuchillo. Para superficies de frutas de cáscara dura como sandías, melones o pepinos usaremos cepillos especiales y secaremos con papel de cocina. Si vamos a comer fruta cruda con piel o verdura cruda, lo sumergiremos todo durante cinco minutos en agua con una cucharadita de postre de lejía (4,5 mililitros) por cada tres litros de líquido. Luego aclararemos con agua abundante. La AESAN recalca que la lejía debe estar etiquetada como “apta para la desinfección de agua para beber”.
de estos productos, posee un elevado contenido en fibra y también agua, lo que aporta una sensación de saciedad, pero con poco aporte energético. “El uso y abuso de esta fruta buscando ese efecto detox no tiene justificación, puesto que el cuerpo humano está capacitado para eliminar todas las toxinas que haga falta sin tener que consumir estas frutas de forma específica”, subraya la experta.
También es común escuchar que no se puede tomar fruta y leche a la vez. Falso. Según explica Beatriz Robles, autora del libro Come seguro comiendo de todo (2020), esta teoría dice que la fruta es ácida y coagula la leche, lo que la torna indigesta. Aquí se mezcla algo de verdad con la mentira. “Es cierto que el pH de la fruta es ácido y hace que las proteínas de la leche precipiten formando coágulos, pero eso no causa ningún problema a nuestra salud”, asevera esta tecnóloga de los alimentos, que añade que solemos ingerir leche coagulada en distintas formas: por ejemplo, en los yogures.
LA SEGURIDAD ES OTRO ASUNTO QUE PREOCUPA A LOS CONSUMIDORES. De acuerdo con los datos del Eurobarómetro de 2019 de la Comisión Europea, la presencia de residuos de productos fitosanitarios –como los plaguicidas– en los alimentos de origen vegetal es el mayor riesgo relacionado con las frutas y verduras percibido por los ciudadanos de la Unión. Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) señalan que en 2018 analizaron 91 015 muestras, de las que el 95,5 % se encontraba dentro de los niveles legales. De esa cifra, 8267 pertenecían a productos cultivados en España, donde el grado de cumplimiento de los estándares de seguridad se acercó al 98%. Fuentes de la propia AESAN afirman: “El criterio que seguimos en los últimos años en las agencias de seguridad alimentaria como la nuestra y la EFSA (la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) es la valoración del binomio riesgo-beneficio, y es en esta ratio en la que las frutas y hortalizas, verduras incluidas, presentan un balance muy positivo”.
¿Y cómo ha evolucionado en las últimas décadas la seguridad alimentaria de estos productos en nuestro país? La agencia sostiene que nunca ha sido tan alta y que jamás hemos comido con menor peligro de sufrir intoxicaciones y daños. “Teniendo en cuenta el riesgo más frecuentemente asociado a estos alimentos, los residuos de plaguicidas, podemos decir que la tendencia es mantener unos altísimos porcentajes de respeto de los límites de seguridad, siempre por encima del 95 % en los últimos años”, destacan. Frutas y verduras admiten innumerables elaboraciones y son seguras, sanas y deliciosas. ¡Lo difícil es cuál elegir!
SEGÚN LA OMS, AUMENTAR LA INGESTA DIARIA DE FRUTAS Y VERDURAS A 400 GRAMOS POR PERSONA SALVARÍA MÁS DE 1,7 MILLONES DE VIDAS CADA AÑO