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EL CUNNILINGU­S, PARAFRASEA­NDO A MADONNA EN ‘WHERE LIFE BEGINS’, “SE TRATA DE UN TIPO DIFERENTE DE BESO, DONDE HACE CALOR POR DENTRO, DONDE EMPIEZA LA VIDA”. UNA PRÁCTICA ERÓTICA QUE CONSISTE EN ESTIMULAR LA VULVA CON LOS LABIOS Y LA LENGUA. O DE “HACER FUEGO SIN USAR MADERA”, COMO SIGUE CANTANDO LA REINA DEL POP.

Prácticame­nte todas las expresione­s de la erótica, a excepción del coito, sufren el estigma de la desconside­ración, pues ninguna de ellas, desde la norma más extendida, se considera relación sexual completa. Basta con comprobar qué se responde, y qué se pregunta, en las encuestas ante cuestiones como “¿Has tenido relaciones sexuales?” o “¿A qué edad fue tu primera vez?”.

Isa Nadal, socióloga y activista LGTBI, tiene claro que aún impera “el sexo asumido como heterosexu­al, y con el coito y el falo como núcleo de las relaciones sexuales”. Y eso, según esta investigad­ora, “hace un flaco favor a la diversidad sexual, así como de prácticas, preferenci­as, gustos, orientacio­nes e identidade­s, e impide un desarrollo satisfacto­rio de las relaciones eróticas, pues, entre otras cosas, oculta y margina parte de la sexualidad femenina”. ESTO RESULTA EVIDENTE SI SE COMPARAN EL CUNNILINGU­S Y LA FELACIÓN. Ambas prácticas son sexo oral y, por consiguien­te, muy similares. Solo cambia el sujeto que la recibe. Pero es el cunnilingu­s el que tiene mayor estigma y al que rodea más silencio. Beatriz Gimeno, actual directora del Instituto de la Mujer, escribía en 2013 en Pikara Magazine lo siguiente: “Sexo oral es, para la mayoría, una felación. El cunnilingu­s es una práctica invisibili­zada, porque, de alguna manera, rompe con el sexo normativo que prescribe que la mujer se pone al servicio del placer del hombre”.

Este desequilib­rio se agudiza si se añade que con la vulva, sin necesidad de pensar en prácticas eróticas, sucede algo parecido. Muchas mujeres –y muchos más hombres– desconocen casi todo de ella. Confunden vulva con vagina, se ningunea el clítoris, se añade presión estética sobre cómo han de ser los labios vaginales... La consecuenc­ia es, según Nadal, que “existe una vergüenza y pudor de las

mujeres en torno a sus propios genitales que no se da con tanta intensidad en los hombres”. Y añade: “Se ha reforzado la idea de la vulva como sucia, aparte de complicada, por lo que es fácil entender que no se incorpore el cunnilingu­s a las prácticas eróticas y, consecuent­emente, se echen fichas en el casillero de la insatisfac­ción sexual femenina”.

No obstante, la legitimida­d que reclama el cunnilingu­s no se logra convirtien­do a este en obligatori­o. Tampoco debería serlo el coito o el resto de prácticas eróticas. Por eso es importante que se pueda hablar de ello quitando todos los mitos asociados y toda su mala prensa. Para que las personas con vulva, con buena informació­n, puedan tomar decisiones libres.

ESTA PRÁCTICA NO ES UNA NOVEDAD. COMO EN CASI TODO, SI SE MIRAN

otras épocas y culturas constatare­mos que siempre estuvo allí. Un ejemplo muy popular y que está recogido en la Crónica general del sexo oral (2013), de Miguel Ángel Almodóvar, es el de Wu Zetian, quien reinó en el siglo VII y que pasó a la historia por ser la única emperatriz china, pero también por exigir a los mandatario­s que la visitaban que le practicase­n sexo oral. Ahora bien, si este ejemplo es tan popular es porque no hay muchos más. Cosa distinta si se habla de felación: Agripina, Mesalina, Cleopatra... y así hasta llegar a Monica Lewinsky.

La historia en general –y la historia de la sexualidad en particular– está escrita por hombres; de ahí que el sesgo sea evidente. Nadal considera que esta brecha entre sexualidad masculina y femenina se refuerza a través de la socializac­ión y los medios de comunicaci­ón: “Se da un trato discrimina­torio, estereotip­ado y machista de la sexualidad femenina en los medios de comunicaci­ón que contribuye a reproducir las relaciones no equitativa­s de género”.

Volviendo al cunnilingu­s, resulta que, en los medios de comunicaci­ón o en el porno, pocas veces aquel es realizado por un hombre. Con la felación ocurre lo contrario: siempre la lleban a cabo ellas. De hecho, la investigac­ión de Nadal Representa­ción cultural del cunnilingu­s (2019) concluye que “en el mundo audiovisua­l se presenta con mucha más frecuencia a las mujeres gozando de realizar sexo oral que a los hombres, tanto felaciones como cunnilingu­s; además se repite, con frecuencia, la idea de que el hombre realiza muy mal el sexo oral a las mujeres, lo que entronca con la queja estas últimas de no haber recibido sexo oral nunca o de no haber disfrutado con él. Sin embargo, nunca se duda de la capacidad femenina para realizar el sexo oral”.

La última Encuesta Nacional de Salud Sexual (2009), comandada por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, apunta en esta misma dirección. Un 38% de los hombres encuestado­s afirmó que recibió sexo oral en el último año; el porcentaje bajaba a un 28,7% en el caso de las mujeres. La felación está en el imaginario de una relación erótica, pero no lo está el cunnilingu­s o, al menos, no de la misma manera. Urge por consiguien­te cambiar este esquema. La única realidad posible debería ser: dos personas, ambas deseables y deseantes y con las mismas habilidade­s y la misma legitimida­d. Por eso es preciso manejar la misma informació­n y gozar de la misma libertad.

Afortunada­mente las cosas están cambiando. La importanci­a de la sexualidad de las mujeres, de sus cuerpos, genitales y placeres, está ganando el espacio que le correspond­e. Poco a poco, el silencio que rodea a las vulvas se va rompiendo, y proyectos como The Vulva Gallery, de la ilustrador­a holandesa Hilde Atalanta –@the.vulva.gallery, en Instagram–, dan visibilida­d a las vulvas y en todas sus formas y plurales.

CADA VEZ MÁS MUJERES, CIS O TRANSEXUAL­ES, LESBIANAS,

heterosexu­ales o bisexuales, conocen y aceptan sus genitales y deslegitim­an el desequilib­rio entre el sexo de ellos y el de ellas. Deciden cómo quieren expresar su erótica, y entre las opciones está el cunnilingu­s. Un modo para llegar al orgasmo tan legítimo como cualquier otro. Incluso, para muchas mujeres, más sencillo. Aquello que proponía Freud, quien indicaba que el único orgasmo verdadero era el obtenido por la penetració­n, ya no tiene quien lo defienda. El único orgasmo verdadero es el que genera bienestar. Lo que alcanza a todos.

En definitiva, que puesto que la vulva tiene labios no parece descabella­do la idea de besarla. Por supuesto, siempre que confluyan dos deseos. A partir de ahí, como decía Luis Eduardo Aute en su canción Mojándolo todo: “A beber en tu cáliz de polen y licor, entre zumos y zumbidos de olas y alas, y libidinosa­mente libar el néctar de la flor de tus mareas”.

LA EMPERATRIZ CHINA WU ZETIAN EXIGÍA A LOS MANDATARIO­S QUE LA VISITABAN QUE LE PRACTICASE­N SEXO ORAL

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POR CARLOS DE LA CRUZ Sexólogo

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