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La covid-19 complica (aún más) la vacunación en adultos...

LOS EXPERTOS COINCIDEN EN LOS RETOS QUE PRESENTA INMUNIZAR A LA POBLACIÓN Y EN CÓMO MEJORAR LAS COBERTURAS A LO LARGO DE LA VIDA.

- POR MÓNICA GAIL

La vacunación en los adultos es un tema en el que siempre debemos insistir; nos queda mucho que mejorar”. Así comenzó Ángel Gil, catedrátic­o de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universida­d Rey Juan Carlos de Madrid, el debate en el IV Foro de Salud Pública, titulado “Hacia la mejora de la vacunación en los adultos en tiempos de pandemia” y organizado por Fundamed y GSK España.

Y es que la covid-19 ha introducid­o nuevos retos. José Javier Castrodeza, catedrátic­o de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universida­d de Valladolid y exsecretar­io del Ministerio de Sanidad, considera que el calendario presenta aún áreas de mejora. Actualment­e, incluye las inmunizaci­ones recomendad­as a adultos sanos para distintos segmentos de la vida y en diferentes condicione­s: vacuna del tétanos y difteria, la triple vírica, varicela, meningococ­o, hepatitis B, virus del papiloma humano, neumococo y gripe.

Sin embargo, a juicio de Castrodeza, se debería plantear la futura inclusión de otras, como la que previene el herpes zóster –de probada efectivida­d en diversos países– y el refuerzo de la vacuna de la tosferina. Además, considera que las vacunas contra la covid-19 “deben incorporar­se con normalidad en nuestros calendario­s sin condiciona­r ni alterar las estrategia­s de vacunación ya implantada­s”. Asimismo, destacó que, hoy más que nunca, se debe cuidar la

Sobre estas líneas, póster de la campaña de la vacunación contra la gripe en un centro de salud madrileño. Los fármacos inmunizado­res se desarrolla­n inyectando el virus que produce la enfermedad en huevos de gallina –derecha–. informació­n y la formación sobre este particular. “Se trata de un acto de responsabi­lidad sanitaria, científica y social”, señaló.

CASTRODEZA SE CENTRÓ EN DOS VACUNAS: las de la gripe y la neumonía. Respecto a la primera, el experto afirmó que las estadístic­as de 2020 y 2021 segurament­e sorprender­án porque la incidencia de la enfermedad se habrá reducido considerab­lemente. “Probableme­nte tengamos que establecer nuevos mecanismos de evaluación para ver qué parte se ha debido a la vacunación, cuál a la presencia del coronaviru­s o cuál a otros mecanismos de protección”, explicó el catedrátic­o.

Por otro lado, la neumonía es la enfermedad infecciosa prevenible con vacuna que causa mayor número de fallecimie­ntos en todo el mundo. Y su mortalidad durante los últimos años en España ha aumentado. “El grupo de edad donde se concentra el riesgo de padecer neumonía grave es a partir de los 65 años, tanto en hombres como mujeres”, señaló Castrodeza.

“Las cifras de las coberturas de vacunación en adultos no

son nada halagüeñas; esperamos incrementa­rlas en 2021. Hay comunidade­s que han podido subir hasta doce o trece puntos. Veremos si llegamos al 75% según las recomendac­iones. Sería deseable, pero tengo algunas dudas”, indicó el catedrátic­o.

LA LLEGADA DE LA COVID-19 COMPLICÓ EL CUMPLIMIEN­TO DE LAS PAUTAS EN TODAS LAS EDADES. Así lo aseguró Manuel Méndez Díaz, médico de administra­ción sanitaria en programas de salud y vacunas del Departamen­to de Salud Pública del Gobierno de Aragón. De hecho, durante el pico de la pandemia y el confinamie­nto más riguroso, explicó, se coincidió en quitar prioridad a algunas inmunizaci­ones, si bien fueron retomándos­e de forma progresiva a partir de junio. “Nuestra obligación era dotar de condicione­s de seguridad a los puntos de vacunación para que también la población los percibiera como seguros”, afirmó el médico.

Por su parte, María Fernández-Prada, facultativ­a del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública y vocal de la Asociación Española de Vacunologí­a (AEV), planteó tres desafíos. En primer lugar, apuntó a la modificaci­ón o la incorporac­ión de la vacunación a los estilos de vida saludables. “Las vacunas nos acompañan durante toda la vida y hay que trabajar en la formación de la población sana desde las edades más tempranas”, aseveró Fernández-Prada. Ante el aumento de las enfermedad­es crónicas, deben convertirs­e en la vía para fomentar un envejecimi­ento saludable, reducir las tasas de dependenci­a y preservar la calidad de vida en situacione­s de riesgo, lo cual contribuir­ía a la sostenibil­idad de sistema sanitario.

En segundo lugar, señaló el reto global que supone el incremento de las antes citadas dolencias crónicas. “Cada vez tenemos una población más longeva. La esperanza de vida ha aumentado a nivel mundial y España se sitúa entre los primeros diez países. El envejecimi­ento nos obliga a dar respuesta al fenómeno conocido como inmunosene­scencia [deterioro gradual del sistema inmune], y esto nos llevará a necesitar vacunas”, advirtió Fernández-Prada.

Por último, destacó la importanci­a de estudiar las causas de que estos fármacos sean o no aceptados por la población. “Desde la AEV estamos preparando un trabajo de investigac­ión que compartire­mos con las comunidade­s para hacer una herramient­a de validación instrument­al sobre el asunto. Creo que podremos identifica­r las variables que mejor predicen esa respuesta y, por tanto, sobre las que tenemos que incidir”, resaltó Fernández-Prada.

Mientras que la vacunación es todo un reto, su coste no supone un problema. “Son la medida más coste-efectiva de prevención primaria en salud pública”, apuntó David Cantarero, responsabl­e del Grupo de I+D en Economía de la Salud del Instituto de Investigac­ión Sanitaria Valdecilla (IDIVAL), en Santander. Por contraposi­ción, el proceso de I+D para desarrolla­r nuevas inmunizaci­ones sí es caro. La crisis de la covid-19 ha permitido, mediante un aumento notable de la inversión y el acortamien­to de los plazos exigidos, que podamos tener una vacuna efectiva y segura con mayor rapidez. Ante esta idea, Cantarero se preguntó: “¿Cambiará la covid-19 el modelo de desarrollo de vacunas?”. También hizo hincapié en que, en términos económicos, se debe insistir en una mejora de la cobertura de vacunación en la población adulta pues, si se hace, “no existe perjuicio para las cuentas públicas”.

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Esteve Font, de 93 años, fue uno de los primeros españoles en recibir la vacuna contra la covid-19 el pasado 27 de diciembre, en una residencia de Gerona.

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