APRENDE A USAR TU INTUICIÓN
Ocho claves para impulsar este enigmático poder de la mente
En 1997, el supercomputador Deep Blue ganó al ajedrez al mejor jugador del mundo, Garri Kaspárov. “Sí, pero en el go –el antiquísimo juego chino–, los humanos aún somos superiores”, apuntaron algunos enseguida. El go seguirá siendo inabordable para las máquinas del futuro, argumentaban. Por la variedad y cantidad de posibles movimientos y los sutiles matices que hacen difícil saber incluso quién va ganando la partida, este complicado pasatiempo se sitúa fuera del alcance de la combinatoria, dentro del campo de la intuición, que supuestamente es una especialidad cien por cien humana. “Pasarán cien años antes de que un ordenador nos gane al go. Quizá incluso más de un siglo”, afirmó en el New York Times un astrofísico de Princeton poco después del combate Kaspárov-Deep Blue. Cualquiera que haya seguido las noticias sabe que tal cosa ya ha sucedido. Lo hizo DeepMind AlphaGo en 2016.
¿Qué enseñanza podemos extraer del éxito de este programa informático contra los mejores jugadores de carne y hueso respecto a la intuición, humana o artificial? Por un lado, derriba algunas suposiciones un tanto presuntuosas sobre este sentido “tan especial” y da la razón a los psicólogos que sostienen que la intuición no es otra cosa que la capacidad de reconocer patrones. Por otro, la etiqueta “reconocimiento de patrones” no hace justicia a la enorme cantidad de ellos que la intuición es capaz de detectar. La mayor parte del comportamiento humano ocurre de forma automática, guiada por la genética y la costumbre más que por un proceso de deliberación consciente. Como dice Valerie Thompson, psicóloga de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), “sería inviable que cada vez que entramos en un restaurante tuviéramos que reconstruir desde cero cómo hay que comportarse”.
Pero la intuición dirige las decisiones incluso para resolver problemas más complejos, según Gerd Gigerenzer, psicólogo del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano en Berlín. En su trabajo con altos ejecutivos de las principales empresas alemanas ha visto que, “aunque manejan miles de datos, estos no les dicen lo que tienen que hacer. La intuición es una forma de inteligencia inconsciente tan necesaria como la consciente”, afirma. Pero a pesar de que está omnipresente en nuestras vidas, albergamos muchas intuiciones erróneas sobre ella. En este artículo analizamos ocho aspectos del procesamiento inconsciente y sus aplicaciones para la creatividad, la moral y la interacción social, lo que hace bien, sus fallos, cómo la usamos y cómo mejorarla. Y es que el desarrollo de Deep Blue y AlphaGo requirió un montón de pensamiento consciente pero también toneladas de intuición y perspicacia. Si hemos podido crear máquinas para que sean mejores que nosotros en algunas zonas del tablero, también deberíamos poder hackear y manipular nuestras propias intuiciones.
1. La intuición es muy eficiente si no piensas demasiado en ella
Algunos investigadores creen que la intuición no solo es más rápida que la reflexión sino también más precisa. Se nos da bien juzgar a las personas a partir de las primeras impresiones, de pequeños retazos de experiencia tras un vistazo a una foto o cinco minutos de interacción. La deliberación puede ser innecesaria e incluso invasiva. La psicóloga Nalini Ambady hizo un estudio sobre esa habilidad que podríamos llamar capacidad de disección y pidió a un grupo de participantes que vieran vídeos de diez segundos sin sonido de algunos profesores y que los evaluaran como enseñantes. Sus valoraciones coincidieron bastante con los resultados académicos de los estudiantes al final del semestre. A otros voluntarios les pidió que contaran hacia atrás múltiplos de nueve empezando desde mil, para que tuvieran la memoria consciente ocupada mientras miraban los vídeos.
SUS VALORACIONES TAMBIÉN FUERON MUY PRECISAS, LO QUE DABA A ENTENDER QUE EL PROCESAMIENTO SOCIAL TIENE UN CARÁCTER MUY INTUITIVO. Finalmente, solicitó a un tercer grupo que dedicaran un minuto a poner por escrito las razones que los llevaban a otorgar a los profesores una u otra valoración. En este caso, el nivel de acierto bajó drásticamente. Ambady cree que al deliberar ponían el foco en gestos o expresiones concretas, en lugar de formarse una impresión más completa, global u holística a partir de la interacción de señales sutiles.
Otras investigaciones muestran que se nos da mejor detectar un engaño o la orientación sexual de alguien cuando confiamos en la intuición y no en la reflexión. “Es como cuando conduces un coche y cambias de marcha. Si lo piensas, igual te equivocas, pero si lo haces de forma automática, te sale natural y preciso. En la vida social pasa lo mismo”, dice Judith Hall, psicóloga de la Universidad del Nordeste (EE.UU.). Pensar demasiado puede estropear la habilidad para formar y consolidar preferencias. Se ha visto que la decisión a la hora de comprar un coche resultaba objetivamente más adecuada y personalmente más satisfactoria cuando se pedía al comprador que se fijara en sus sensaciones más que en los detalles técnicos, sobre todo si había reunido demasiada información durante el proceso.
Los superpoderes de la intuición solo funcionan en ciertas áreas, como se vio en un estudio cuyos participantes debían completar ocho tareas, cuatro que exigían pensamiento reflexivo (detectar reglas, usar un vocabulario preciso) y cuatro que pedían creatividad (generar ideas o productos). Luego tenían que valorar hasta qué punto habían echado mano de la intuición (“las tripas”, “el corazón”). Como se esperaba, recurrir a las corazonadas había empeorado su actuación en las primeras cuatro tareas pero fue muy útil en las otras cuatro. Como se suele decir, “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.
2. Nos dejamos llevar en exceso por las creencias y corazonadas intuitivas
Si una intuición nos ilumina, nos agarramos a ella como un clavo ardiendo a pesar del peligro que conlleva, ya que puede llevar a sostener todo tipo de prejuicios cognitivos y sociales, desde ideas racistas a sesgos como el de anclaje, que consiste en quedarse con la primera información que se recibe sobre algo y desechar argumentos posteriores que puedan contradecirla. La intuición puede fracasar incluso en entornos donde manda el corazón, como en la vida romántica. Hay un estudio sobre el tema muy ilustrativo: una mujer atractiva paraba a hombres cuando cruzaban un puente para pedirles que contestaran un cuestionario. Pues bien, se vio que eran más propensos a intentar contactar con ella después los que habían sido interrogados en un puente colgante inestable que los que pasaban por uno firme y seguro. Confundían erróneamente la excitación emocional con la atracción sexual.
LOS SUEÑOS, ESAS INVOLUNTARIAS VISIONES NOCTURNAS, OSTENTAN UNA PODEROSA AURA DE VERACIDAD QUE NOS ATRAPA. Estamos más dispuestos a cancelar un viaje si hemos soñado con un accidente aéreo que si el Gobierno avisa a los ciudadanos de que no se desplacen por motivos reales de seguridad. Es difícil hacer ver que ese primer instinto puede ser una falacia. Tres de cada cuatro universitarios decían en un sondeo que al reconsiderar sus respuestas en un examen, se habían dado cuenta de que su opción inicial era la correcta. Sin embargo, se vio por las marcas borradas y corregidas que era justo al revés. Había más del doble de los examinandos que habían cambiado una respuesta mala por la buena que al contrario.
Según el psicólogo de la universidad alemana de Colonia Sascha Topolinski, “la intuición es algo emocional que te hace confiar en una idea. Te hace decir ‘no me vas a quitar esta convicción de la cabeza. No me fío de este vendedor, no sé decirte por qué, pero no me gusta’”. No obstante, las intuiciones sobre la certeza de una intuición son bastante falibles. Se ha visto en muchos test que la confianza en que la corazonada había funcionado no tenía ninguna relación con el resultado. Pero incluso cuando reconocemos que una intuición es absurda seguimos apegados a ella. Ahí están las supersticiones. Incluso los no creyentes tocan madera. Es difícil librarse de las intuiciones cuando llaman nuestra atención y apelan a las emociones, dice la psicóloga de la Universidad de Chicago Jane Risen.
3. La intuición se puede mejorar y desarrollar con la práctica
Ser intuitivo en cualquier área de la vida requiere mucha práctica, pero no en todos los ámbitos funcionan las buenas intuiciones. Deben darse una serie de patrones regulares que permitan relacionar los hechos con los resultados. Gary Klein, psicólogo de la consultora MacroCognition, en Washington, ha estudiado el papel del conocimiento en la capacidad intuitiva de expertos en ciertos campos, por ejemplo, la de los jefes de bomberos a la hora de evaluar rápidamente el alcance del incendio de un edificio. Sin embargo, su pericia no es demasiado significativa, ya que “el fuego sigue las leyes de la física”, dice Klein, tiene un comportamiento previsible hasta cierto punto. Más difícil es hacer pronósticos en el entorno de la economía global. Cinco años antes de la crisis de la vivienda de 2007 en Estados Unidos, el presidente de la Asociación Económica Norteamericana vaticinó que “la macroeconomía ha funcionado. El principal problema para evitar la recesión se ha solucionado”. Sería preferible que nuestros sentimientos no se basaran en la fuerza de esos mismos sentimientos, sino en cuáles son las reglas del juego en un determinado campo. Hay que mirar hacia fuera, no hacia dentro.
ES IMPORTANTE TENER UN FEEDBACK CLARO A LA HORA DE AFINAR LAS DECISIONES INTUITIVAS. La revisión de la literatura científica ha revelado que la experiencia y el conocimiento en sus respectivos campos de los meteorólogos, pilotos de pruebas y maestros del ajedrez son más fiables que los de los psicólogos, miembros de tribunales universitarios y jueces. Los resultados en estas áreas son más difusos y están más sujetos a interpretación. Algo parecido ocurre en la vida diaria, en la que no sometemos a escrutinio riguroso todas las decisiones que tomamos. No creamos una hoja de Excel con valoraciones cada vez que hacemos una compra. Nos faltan datos.
Ser intuitivo en un área no garantiza tener buenas intuiciones en otra. Como apunta el psicólogo Gerd Gigerenzer, “un jugador de fútbol que tiene una gran capacidad de intuición para marcar goles puede tenerla pésima a la hora de gastar e invertir el dinero. Por eso no se puede elaborar un test general sobre la intuición”. E incluso dentro de un mismo campo, la pericia necesaria es diferente según sea la tarea a realizar. Podemos usar el pensamiento consciente no solo para entrenar nuestra capacidad de intuición sino también para activarla o desecharla sobre la marcha. Recurrir a metáforas y trazar planes pueden ser excelentes herramientas para ayudarnos a enmarcar los problemas y ver las soluciones con más claridad.
Klein entrena a la gente para que consideren los premortems: cuando piensan en un plan, les pide que imaginen como si estuvieran en el futuro que ha resultado fallido y por qué ha salido mal. Así los puntos débiles se vuelven reales y no se quedan en hipótesis abstractas. El filósofo Daniel Dennett, de la Universidad Tufts (EE.UU.), ha acuñado el término bombas de intuición para describir los experimentos mentales destinados a solucionar problemas, que pueden usarse con fines tanto buenos como perversos y que pueden ayudarnos a salir de bloqueos de la imaginación o de la creatividad.
El papel del pensamiento deliberado a la hora de afinar los instintos y aprender cuándo hay que confiar en ellos muestra la importancia de que exista siempre una colaboración estrecha entre la reflexión y la intuición. Es un camino de doble sentido.
4. La intuición es sentimiento; el entendimiento es visión
La intuición está muy relacionada con lo que llamamos perspicacia, clarividencia o entendimiento, y a veces se confunden. Surgen de procesos subconscientes que nos guían, pero son diferentes. Según Eugene Sadler-Smith, investigador en la Escuela de Negocios de Surrey, en el Reino Unido, “el entendimiento es clarividente. Te permite articular una solución y explicársela a los demás. En cambio la intuición tiene que ver con las sensaciones. Podemos sentir cuál es la solución a un problema y la decisión a tomar. Es más bien una hipótesis. No sabemos si es acertada hasta que no actuamos sobre ella”. Para Gary Klein, “gracias a la intuición usamos la experiencia para saber cómo actuar. La perspicacia no solo nos dirige hacia lo que sabemos, a veces nos hace cambiar lo que sabemos”.
A VECES HAY QUE DESCARTAR LA INTUICIÓN PARA TENER SOLUCIONES LÚCIDAS Y LLEGAR AL CONOCIMIENTO. Muchos avances y descubrimientos son antiintuitivos. Los científicos se fijan en los trucos de magia e ilusionismo para ver las trampas que pone la vida cotidiana en el conocimiento. Para descubrir el truco hay que relajar las restricciones de la mente, que ayuda a entender mejor las cosas. En estudios sobre trucos de magia se ha visto que si a los participantes les daban una clave verbal –por ejemplo, “pasar a la otra mano” cuando veían vídeos de un mago que hacía desaparecer monedas– y la unían con lo que veían y su intuición, el índice de acierto al hallar la solución subía del 21% al 33%.
Los científicos emplean la intuición para escoger los caminos que seguir. Para SadlerSmith, es la “idea de sentir que vas en la dirección correcta; como un radar que te indica ve por aquí pero no por allá”. Algunos premios Nobel han hablado sobre el papel de las corazonadas en su trabajo. Michael Brown, galardonado con el de Medicina en 1985, decía que, a medida que avanzaba en sus investigaciones, sentía que una mano le guiaba.
Nuestra capacidad intuitiva para intuir cuándo estamos cerca de la clarividencia es pobre. Topolinski recuerda la cantidad de intentos para resolver el problema de la cuadratura del círculo hasta que en 1882 se demostró que era imposible: “Hemos seguido callejones sin salida durante milenios. Einstein, después de haber desarrollado sus teorías de la relatividad, se pasó la vida tratando de sacar adelante una posible teoría del todo. Es posible que esa teoría esté en alguna parte, pero para las capacidades de que dispuso Einstein en su tiempo, era una intuición errónea”.
5. El estrés potencia la intuición; la tristeza favorece la reflexión
Aveces, pensar es un lujo. En situaciones extremas –por ejemplo, si te ataca un oso–, no hay tiempo para analizar todas las opciones y obedeces a tu primer instinto (echar a correr, normalmente). La ansiedad generada en esa y otras circunstancias similares nos empuja a tomar decisiones rápidas. Cuando hay un peligro real, es lo más eficiente. En caso contrario, el pensamiento y la reflexión funcionan mejor.
Para estudiar los efectos del estrés en la toma de decisiones, unos investigadores colocaron en la mano de un grupo de participantes unos electrodos que activaban de vez en cuando al azar mientras les planteaban analogías que tenían que ir resolviendo. Por ejemplo: la mantequilla es a la margarina como el azúcar es a la... ¿remolacha, sacarina, miel, chocolate? En comparación con otros participantes a los que no les daban electrochoques, los primeros tendían a contestar rápidamente sin ni siquiera repasar todas las opciones, con lo cual fallaban más a menudo.
LOS EFECTOS DEL ESTRÉS DEPENDEN DE LA CANTIDAD DE CORTISOL QUE SE LIBERE EN EL CEREBRO. Un equipo de investigadores suministró a los participantes en un estudio, bien un fármaco que activaba la producción de esta hormona, bien un placebo, y luego los sometieron al llamado test de reflexión cognitiva (TRC). Esta prueba plantea tres preguntas que incitan a dar una respuesta intuitiva pero incorrecta. Por ejemplo: un lápiz y una goma cuestan 1,10 euros en total. Si el lápiz cuesta 1 euro más que la goma, ¿cuánto cuesta esta? Lo natural es responder de inmediato 10 céntimos, pero si te tomas cinco segundos para hacer un sencillo cálculo, verás que el lápiz cuesta 1,05 y la goma 5 céntimos. Pocas personas, ni siquiera las que tenían estudios superiores, llegaban a acertar las tres respuestas, pero los que contestaban bajo los efectos del exceso de cortisol fallaban más todavía.
Lo cierto es que el estrés incentiva el pensamiento heurístico y la capacidad de dar respuestas rápidas, pero como vemos incapacita para el procesamiento cognitivo más sofisticado. Por el contrario, la tristeza y la melancolía nos empujan a utilizar el pensamiento analítico y reflexivo. Quizá en ese estado merezca la pena concentrarse para tratar de resolver problemas.
6. Algunos individuos son más intuitivos que otros
Los expertos creen que hay diferencias específicas entre los individuos respecto a la intuición. Un estudio reciente ha encontrado dos áreas en las cuales la habilidad para intuir es especialmente eficiente. Una, relacionada con la inteligencia, es la capacidad para inventar metáforas. La otra, relacionada con el aprendizaje implícito –cuando aprendes cosas sin darte cuenta de que aprendes–, es la de hablar nuevos idiomas.
PERO DE CARA AL COMPORTAMIENTO, MÁS QUE LA HABILIDAD INTUITIVA INFLUYE LA MANERA DE PENSAR, si se da prioridad a la intuición o a la reflexión. Las personas con una puntuación alta en lo que se conoce como escala de fe en la intuición (FI) suelen concitar bastantes características positivas en su personalidad y un estado de ánimo favorable. También tienen más facilidad para reconocer normas y habilidades sociales y para las actividades creativas como el dibujo y diversas tareas manuales.
Sin embargo, los que lo fían todo a la intuición también pagan un precio y se les dan peor las tareas que requieren usar la lógica. También suelen sufrir más contratiempos –desde perder aviones a fracasar en una relación de pareja– por culpa de decisiones mal tomadas. Igualmente son más propensos al pensamiento mágico –creer en la astrología, en espíritus y dioses, en la suerte...– y a incurrir en estereotipos –eso sí, solo positivos– respecto al género. Según Topolinski, todo el mundo debería emprender su carrera profesional en función de su estilo de pensamiento. Para un contable, confiar en las corazonadas parece menos eficiente que por ejemplo para un coach. Y en todo caso, en cualquier profesión hay que dejar espacio para la reflexión y el pensamiento deliberado.
7. Las intuiciones morales son contagiosas
Nuestras creencias e ideas más profundas tienen que ver con criterios morales, con opiniones sobre cómo hay que comportarse con los demás. Pero por más sólidos que nos parezcan los imperativos éticos –por ejemplo, no matar–, también están en cierto grado guiados por la intuición. Podemos razonarlos solo hasta cierto punto. Si se trata de cuestiones controvertidas –por ejemplo, el aborto–, la posición que se adopte es intuitiva. Se basa en que lo sientas como correcto o incorrecto.
Las corazonadas éticas y morales son inevitables y valiosas, pues impulsan el bien y los movimientos de justicia social, según el psicólogo de la Rotman School of Management de Toronto Matthew Feinberg, “pero también están en el origen de muchos problemas para la sociedad”, dice este experto.
LAS REACCIONES VISCERALES APASIONADAS IMPIDEN LOS DEBATES RAZONADOS Y CONVIERTEN A QUIENES PIENSAN LO CONTRARIO EN DEMONIOS. Algunos estudios han revelado los procesos y mecanismos inconscientes que influyen en la construcción de un juicio moral y en la formación de opiniones. En una investigación en la que los participantes debían pronunciarse sobre las relaciones sexuales entre primos, a algunos de los que las denostaban se les había lanzado secretamente un espray con olor a pedo. La repulsión visceral condujo a la repulsa moral. Pero la moralidad está basada en factores profundos y valores abstractos formados a partir de la experiencia vital. El psicólogo
Jonathan Haidt, de la Universidad de Nueva York, cree que los fundamentos morales que guían nuestro comportamiento son cinco: justicia, lealtad, autoridad, pureza y evitación del daño. Las políticas de izquierdas dan prioridad a la justicia y la evitación del daño, mientras que las derechistas enfatizan la lealtad, la autoridad y la pureza, según algunos estudios. Aunque Feinberg piensa que la forma en que se venden los mensajes influye en la adopción de unas y otras ideas.
El uso de ejemplos, metáforas, imágenes y narrativas puede dar forma a nuestras intuiciones no solo en política sino en todos los ámbitos de la vida, en la ciencia, en la educación y en las relaciones personales. Muchos mensajes están dirigidos precisamente a suscitar reacciones viscerales, “como actualmente vemos a todas horas en internet. Eso es justo lo que hacen los memes”, según Valerie Thompson, psicóloga de la universidad canadiense de Saskatchewan. Podría decirse que los memes son el espray con olor a pedo de la red de redes.
8. Se puede descifrar a las personas por lo que expresan en las redes sociales
Los humanos tenemos fuertes intuiciones acerca de los demás y sabemos juzgar sus conductas y personalidades a partir de nuestra experiencia vital y la evolución a lo largo de milenios. ¿Pero qué sucede cuando se disecciona el comportamiento ajeno por sus actuaciones online, a lo que esas personas escriben y postean en las redes? Ahí no disponemos de guiños, encogimientos de hombros o sonrisas, sino de textitos cortos o emoticonos. Pero no por eso dejamos de juzgarlas.
EN GENERAL, CUANDO SE LES PIDE QUE VALOREN LA PERSONALIDAD DE ALGUIEN A PARTIR DE SUS E-MAILS, escritos personales, opiniones, entradas en su diario o en su blog, portales de citas y contactos, tuits, la mayoría de los usuarios coinciden con otros tanto que no se puede atribuir a la casualidad. ¿Qué claves emplean para activar intuiciones tan acertadas? Según algunos estudios, el uso de tacos y juramentos en portales de citas sugiere una personalidad neurótica, escasa diligencia y poca simpatía. Las expresiones de ira y enfado en tuits apuntan a los mismos rasgos. Emplear exageraciones en escritos personales indica extroversión y apertura a las experiencias. El abuso del tiempo pasado en entradas de blogs y diarios puede ser síntoma de un estado de ánimo depresivo.
Por otro lado, algunas personas son mejores que otras a la hora de leer entre líneas las publicaciones ajenas. Un estudio de la Universidad Hall of Northeastern reveló que los jueces más avezados eran las mujeres agradables, concienciadas, empáticas, compasivas, emocionalmente estables, interesadas en las vidas de los otros y grandes lectoras, especialmente de ficción. Los correos electrónicos son muy expresivos de la personalidad y en ellos las emociones se expresan a través de los signos de puntuación y los emojis. Nuestro futuro puede depender de ellos. Ni la cabeza ni el corazón pueden sobrevivir la una sin el otro, y la negociación entre ambos es clave. No se trata de decidir si es mejor la intuición que el análisis, sino de saber combinarlas. Como dice Sadler-Smith, “eso es un proyecto de vida”.